TAISSA.
—¿Perdona? ¿Tú quién crees que eres para venir a imponer? —el tono más déspota que podía existir en mí salió a relucir sus encantos.
—No quiero imponer. Te veo a medianoche aquí para que sepas mis motivos —y sin permitirme hablar, dio media vuelta y se marchó, dejándome con las palabras atascadas en la garganta.
Evan salió a la superficie luego de lo que para mí pareció una eternidad y me sonrió, ni siquiera se había dado cuenta de lo que acababa de suceder.
—Juro que si no entras de una vez comenzaré a ver lo que es de Derek, y no queremos que esas cosas pasen, ¿verdad? —me ruboricé al recordar que me encontraba en ropa interior y corrí al agua para sumergirme.
El contacto con el agua caliente hizo que de inmediato mi mente anulara lo que había sucedido los últimos meses. La alberca no era honda y eso lo agradecí debido a mi poco conocimiento en el arte de flotar. Me hundí en su totalidad para hacer contacto con el suelo y simplemente quedarme ahí, absorta de toda la realidad y creyendo por un instante que lo transcurrido había sido un sueño.
Cuando salí a por aire y observé nuevamente el precioso panorama que me otorgaba el cosmos; supe que, aunque estuviera sufriendo por lo acontecido, estaba en el lugar correcto y en el tiempo adecuado con las personas exactas. Nadé de dorso hasta llegar a la ventana para poder ampliar el paisaje y me quedé allí, estática, casi en estado vegetal.
No había creación más preciosa que la del inicio de todo. Suspiré y sonreí ante lo que estaba viviendo. Mi corazón latió en respuesta a la supuesta alegría que estaba sintiendo y me abracé los hombros.
Algún día todo esto valdría la pena. Y cuando ese momento llegara... sabría que yo había sido parte de. Y quería creer que no había satisfacción más grande que aquella.
—Esto es precioso —sentencié sin quitarle la vista a nada—. De pequeña mamá me decía que la magia no existía, y yo viví con ello. Y hoy en día estoy viendo al universo en su máxima expresión de naturaleza y realidad, controlo a los cuatro elementos, la flora y fauna y al clima. Tal vez siempre fue cierto que la magia es una teoría halagüeña ante aquello que jamás podremos vivir; pero desde lo más fondo de mi corazón, siento que esto es la verdadera magia.
—Toda mi existencia ha sido con base a esto. Supongo que si fuera tú me sentiría igual.
Se acercó nadando lento; y una vez llegó a mí me abrazó por la espalda. El contacto de su piel desnuda y húmeda me hizo retorcerme en escalofríos. Evan era rematadamente atractivo y mis instintos humanos me guiaban a cualquier cosa... pero Derek estaba en alguna parte de la nave, y era él con quien definitivamente había creado un lazo lejano a la amistad.
Me separé de Ev con sutileza, solo para que no notara que mi único fin era separar nuestros cuerpos. Y no por rechazo, sino porque de seguir así sucederían cosas que no deseaba que sucedieran.
—¿Volveremos a la Tierra? Es decir, ¿pronto? —cuestioné mientras comenzaba a extrañar la sensación de estar aquí, aún estando en este sitio majestuoso.
—Ellos siguen allá. Tenemos qué, pero definitivamente primero nos merecemos un descanso, estar libres algunos días mientras planeamos tácticas y luego... luego deberemos volver —sentenció y yo asentí.
Los minutos pasaron rápido en el agua. Y debido a lo poco humano que quedaba en mí, no sentía ninguna clase de agotamiento físico. Si Derek no hubiera aparecido, bien pude haber perdido la noción del tiempo aquí, perderme entre el presente y el futuro y estancarme en un punto medio donde no necesitara hacer más nada.
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El tiempo se agota
Science FictionAño 2072. En el mundo solo existen cuatro clases de personas: los que controlan los cuatro elementos, los que controlan el clima, los que controlan la flora y fauna y... y tristemente, los humanos; la raza más caótica jamás antes vista. Ninguno d...