TAISSA.
Comencé a sentir pánico del de verdad. El terror trepó por mi garganta y se asentó en mi paladar, dejándome un mal sabor de boca. No había manera de hacerles entender que si alguno de nosotros moría... alguno de los suyos resultaría herido o de igual manera, moriría. La única fuente de hacérselos entender era, precisamente, que lo captaran por cuenta propia.
Un punzante dolor de cabeza me atenazó todo el cuerpo y presioné la mandíbula ante el ímpetu de la sensación, corría de lado a lado como si mi cerebro fuera su mismísima casa y, posteriormente, el corazón me comenzó a palpitar de manera desmesurada. Casi indicándome algo, como una respuesta natural de mi cuerpo a una situación de esta magnitud... como si hubiera pasado la mitad de mi vida siendo entrenada para poder darle frente a un proyecto como lo era Railey.
Presa del pánico mi cuerpo actuó por instinto propio e hizo el uso de mis poderes adquiridos. Pude sentir una fuerza brutal acaparar cada neurona habitando en mi existencia. Sentí la tensión en mis extremidades y la naturaleza de mis actos, una explosión de fuego se sintió en lo más recóndito de mi anatomía y posteriormente materialicé esa emoción.
Todo a mi alrededor se convirtió en fuego, cada parte de lo que me rodeaba fue transformado por ese elemento cargado de energía y autoridad. No le hice daño a nadie, pero marqué el territorio que ellos estaban atacando y deseé no dar un paso en falso, porque de aquí dependía si moríamos todos o vivíamos todos.
Pocas veces había hecho uso de mi poder sobre la tierra, pero esta era la ocasión más necesaria en la que jamás creí encontrarme. Por un instante me sentí como un robot siguiendo órdenes de mi creador; pero enseguida deseché esa idea al notar que la tierra debajo de Derek ya estaba cediendo para dejarnos a todos en las profundidades.
Miré a los ojos a Railey –o lo que quedaba de ellos– y opuse una contrafuerza que hizo que me palpitara cada órgano, que la sangre en mis venas se helara, que las rodillas me flanquearan, que los ojos se me hundieran y que mi movimiento en miembros pélvicos fallara durante algunos segundos. Me estaba enfrentando a alguien que podía controlar absolutamente todo, y eso me hizo temblar cuando una nube oscura y ráfagas de viento fuerte acecharon contra mi cuerpo vulnerable.
Yo no estaba haciendo eso, era Railey quien con tanta facilidad podía hacer uso de lo que quisiera a mi derredor. Tragué saliva en seco: vamos, Taissa. Nada de esto puede dañarte, eres inmune... no te acobardes, por favor.
Toda esa ilusión estaba bombardeando mi sistema de defensa con tácticas que había visto venir, pero que por alguna extraña razón no podía digerir.
—Hagámoslo —me sobresalté cuando escuché a mi lado la voz de Owen, acarició mi hombro al percibir el terror en mi rostro y sonrió, ¿cómo carajo podía sonreír en esta situación? ¡Oh, claro! Estaba intentando relajarme.
Asentí sin más preámbulo y ambos volvimos la vista al frente, no entendía cómo era que lo sabíamos, pero habíamos sincronizado nuestras estrategias y estábamos actuando a la par. Casi como una comunicación telepática que me estaba causando aun más confusión.
Railey sonrió –o eso creí haber visto– en cuanto Owen y yo detuvimos su intención de enterrarnos bajo tierra. Sonrió y yo solo supe que eso significaba que tenía muchos más planes, ¿pues cómo no? ¡Controlaba todo!
Dio tres pasos al frente y sin pensármelo dos veces corrí hasta Derek y me ubiqué delante de su cuerpo, fue en el preciso momento cuando Railey escupió una bola de fuego enorme y en el mismo instante donde de sus otras extremidades expulsó litros y litros de ácido que disolverían a cualquier cosa que se sometiera ante eso.
Mi necesidad porque no hirieran a Derek me llevó al extremo de enfrentarlo cara a cara, frente a frente y cuerpo a cuerpo. Todo sucedió en cámara lenta, el fuego y el ácido iban aproximándose a mí en milésimas de segundo que, al menos para mí, contaban y me ayudaban demasiado.
En fracciones de minuto conseguí formar el escudo de aire sólido más grande y resistente del que esperaba hacer. Solo mi grupo podía verlo, y solo yo podía entender la magnitud de devoción que estaba echando en cada metro cuadrado del escudo que me protegería... que nos protegería.
El fuego se estancó a escasos centímetros de mi cara, el ácido se quedó flotando a metros del suelo y vi al mundo paralizado delante de mí. Miré hacia arriba y estuve a punto de irme de bruces cuando observé que lo había llevado más allá de mí y de Railey, nos había encerrado en un domo de aire denso que paralizaba a cualquiera que no tuviera poder sobre el elemento. Quería sonreír de victoria, hasta que recordé que, lamentablemente... Railey también controlaba eso.
Estaba en una secuencia utópica atrapada entre el ser y el deber ser. Y solamente tenía una opción: ser más fuerte que él para absorber toda su fuerza y mantenerlo inerte, intentando hacer lo que nos llevaría a todos a la perdición.
Suspiré hondo y profundo, revitalizando mi respiración y analizando los puntos de ataque. Que en realidad, no existían y el tiempo se me estaba agotando. El de todos, básicamente.
No podía haber otra forma, esta situación era mental. Mi fe sobre lo que podía hacer sería la que, en definitiva, me llevaría a hacerlo. Cuando él comenzó a moverse de manera más brava el corazón me dio un respingo: mi tiempo ya había acabado.
Con mi mirada pude sentir la expulsión de una fuerza sobrenatural –al menos para mí–, emané aquella coerción que saqué de alguna parte de mi ser y el ambiente se convirtió negro y pesado. El cielo comenzó a rugir y ahí, cubierta en mi escudo y bajo la lluvia... pude sentirme más poderosa que nunca. Estos cambios no los estaba generando él, los estaba haciendo yo.
El pecho me brincó y sentí una liberación en cuerpo y alma que me hizo hacer todo lo que estaba ejecutando. El escudo pasó de sentirse denso a sentirse como miles de toneladas de peso cayendo sobre quien fuera, el color transparente se convirtió en un color rojizo y... y de pronto se detuvo. Railey se detuvo y su sonrisa se hizo más amplia, no me estaba observando a mí, estaba mirando detrás de mi hombro.
Ladeé el cuello para apreciar lo que él y el alma se me fue a los pies, cayó bajo el subterráneo y se me escapó la vida de las manos. Evan tenía un cuchillo Luthrok en sus manos, la esencia era color violeta y me entró una sensación semejante al vértigo: estaba haciendo uso de su mayor temor... o del de alguien más, quizás.
—Basta —sentenció con una voz severa, gruesa y segura de lo que estaba haciendo—. Lo siento, no hay mejor manera de hacerles entender lo que está pasando con nuestro lazo... salvo haciéndolo.
•••••••••••••••••••••
Hola, por favor no me odien. Sé que tardé demasiado en actualizar pero han sido unos días complicados.
Necesito cambiarme de área y estoy arreglando eso en servicios escolares y me traen de un lado a otro. Llego un tanto cansada de la escuela y eso no me da concentración para escribir, porque necesito de ello para hacer un buen capítulo y que de lo contrario no pierdan su tiempo leyendo una bazofia que no está destinada a mi proyecto sobre esta historia.
Aún faltan muchos capítulos, váyanse preparando porque vienen cambios grandes, vienen anécdotas interesantes y algo que no ven venir; pero eso ya será hasta el final. Por el momento siéntense, tomen unas palomitas y piensen en las posibilidades de lo que puede pasar. ¿Ya lo hicieron? ¡Pues entonces a disfrutar! Porque pasarán cosas que ya se imaginaban que pasarían; al igual como pasarán muchas más que ni siquiera entraron en sus posibilidades. Puedo ser un amor así como también puedo ser alguien cruel, ustedes solo gocen del camino y ámenme.
Gracias por la espera. Los quiere:
-Alexandra V.R.
PD: Disculpen si no respondo muchos de sus comentarios, con esto de la escuela paso demasiados desapercibidos.

ESTÁS LEYENDO
El tiempo se agota
Science FictionAño 2072. En el mundo solo existen cuatro clases de personas: los que controlan los cuatro elementos, los que controlan el clima, los que controlan la flora y fauna y... y tristemente, los humanos; la raza más caótica jamás antes vista. Ninguno d...