XIII. Corran.

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EVAN.

Me quedé estático ante la situación que se acababa de presentar. Los ojos de Taissa dejaron de ser rubí y el granizo continuó cayendo... junto a ella. Se desvaneció entre el espacio y me apresuré a capturar su cuerpo. Debía sentirse débil, tanto poder solo podía ocasionar debilidad.

   Comencé a sentir un cierto grado de desesperación. Nosotros estábamos entrenados para sentir solo dos emociones: desesperación y todo lo que conlleva el enojo.

   Los Climators iban a averiguar que nadie de su grupo había detenido esa tormenta. Corrí la vista hacia la única persona que me interesaba su reacción: Owen.

   Sus facciones se transformaron, vi la ira total dibujada en su rostro y antes de que avanzara, levanté la mano. No quería que le hiciera daño a Tai, ella no había elegido esto. Ninguno de nosotros había elegido ser lo que éramos; pero sí habíamos sido cualificados para elegir por alguien más.

   —Puedo explicarlo... —murmuré cuando literalmente, Owen se prendió en llamas.

   —¿¡Cómo demonios piensas explicar esto, Miller!? —su voz fueron como miles de cuchillas atravesando mis oídos. Teníamos más agudos cada uno de los sentidos, y que me gritara iba a sacarme de mis casillas.

   —¡Ella no eligió esto! —vociferé— Derek la eligió, Katia la eligió y Brad la eligió, ninguno de los tres sabía que el otro la había escogido. Y ella mucho menos lo sabía. Le he pedido que se quede en nuestro grupo porque cualquiera de los otros haría de ella una maldita arma biológica. Posee los tres poderes, ¿sabes lo que eso significa?

   La observé durante unos segundos. Estaba despierta, pero tan débil que su piel se había aclarado unos tres tonos más.

   —¿Por qué no lo dijeron? —de su cuerpo expulsó pequeños chorros de agua. Comenzaba a calmarse.

—La hubieras rechazado —argüí.

—Al menos lo hubiera sabido —espetó.

Se sentó en el suelo durante un rato y todos nos quedamos en silencio. Taissa comenzaba a recobrar fuerza y pudo levantarse por cuenta propia. Alex y Miranda observaban horrorizados; Owen simplemente mantenía la calma en el suelo, intentando hallar algún camino viable para la situación.

Creía que nos echaría a patadas, pero simplemente entrelazó sus manos y el maldito silencio siguió haciendo eco en el sitio. Algo incluso redundante; pero creo que no hay mayor ruido que el silencio.

Después de otro minuto en silencio la expresión de Alex y Miranda me hizo entrar en un estado de desesperación total.

—¿Por qué la miran así? ¿Acaso es un insecto que nunca antes habían visto? ¿Acaso es un animal mutante con el que nunca se habían cruzado? ¡No, chingada madre! ¡No es putas nada de eso! ¡Ella no eligió esto, así como tú, Alex, tampoco lo elegiste! Y vean el jodido lado bueno, si otro grupo desea atacar la tenemos a ella, nosotros no buscamos ninguna guerra, pero ellos sí. ¿¡Se imaginan la putrefacta bazofia que hubieran hecho con ella si Derek y yo la hubiéramos dejado ir!? —espeté con todo el temperamento efervesciendo.

Era cierto que yo tenía ciertos impulsos innatos de querer independizarme con mi grupo y dejar de ser una unificación con los otros dos. Pero no era así, ¡maldita sea, esto no funcionaba así! Derek siempre había sido pacifista, todo mi grupo siempre había sido pacifista, y al fin había entendido que esa era la base de todo. Que esa era la base de los Limantis para mantenerse tan fuertes y juntos.

OWEN.

   Luego del discurso de Evan... me hizo entrar un poco en razón. Tenía ganas de ponerle un escudo a mi grupo para que Taissa se mantuviera alejada, tenía unas desmesuradas ganas de arrancarle nuestro poder aunque no se pudiera.

El tiempo se agota Donde viven las historias. Descúbrelo ahora