DEREK.
Comencé a abrir los párpados luego del sueño más cómodo que había tenido en toda mi existencia. Jamás había sentido una sensación tan sublime de haber descansado; y era porque jamás me había cansado. Pero ahora podía asemejar el sentimiento de estar tranquilo, con los músculos relajados y sin alguna clase de tensión en el cuerpo... o eso quería creer.
No entendía mucho sobre mi cuerpo. Solo me estaba basando en lo visto durante el transcurso de mi vida humana. Me levanté y dejé que mis pies desnudos acariciaran la suavidad de la alfombra... eran pequeños detalles y gustos que nunca antes me había dado el tiempo de experimentar.
—¿Estás despierto? —la voz de Evan me sacó de mi ensimismamiento. Levanté la cara por inercia y bostecé unos segundos. Le pedí a mi robot que abriera la puerta y Evan apareció del otro lado.
Con su semblante sombrío y frío, como siempre. Caminó hasta llegar a mí y se sentó a mi costado.
—¿Qué tal? —me froté los párpados para despabilarme por completo y esbocé una ligera sonrisa.
—Creo que debemos regresar a la Tierra antes de lo esperado —anunció y yo me quedé sin alguna mueca. No sabía cómo reaccionar corporalmente ante esa noticia, la verdad era que no me causaba nada.
—¿Por qué?
—Perder el tiempo no es opción. Necesitamos que el planeta se recupere para en un tiempo volver a ser habitable por su especie. Con ellos ahí solo estamos retrasando las cosas, no permiten a la Tierra respirar un poco y si volvemos a nuestro objetivo, la sanación de esta es nuestro medio de interés y el porqué de nuestra transformación humana —explicó.
—No entiendo el motivo de tanta explicación, Ev. Tengo los mismos conocimientos que tú; yo solo pedí una respuesta ante la apresuración de volver. Pero está perfecto.
—Uy, pues perdóname la existencia por ser tan explícito, Derek Kepner —comencé a reírme ante su sarcasmo y volví a recostarme.
—Creo que estoy sintiendo —confesé mirando al techo.
—Pues estamos capacitados para eso, no es extraño.
—No, el problema radica en que lo hago casi de forma natural. Y no me gusta, no lo entiendo y está de más decir que no es correcto.
—Tienes razón. No es correcto, ¿pero y qué? Estamos en el aquí y el ahora, agarra a tus pequeños huevitos para asimilar eso. Cuando terminemos esta tarea te habrás quedado con ganas de más, y eso sí que no te gustará —Evan aconsejaba como si toda su vida hubiera sido humano. Y admiraba que, a pesar de poder comportarse como tal, aún no sentía de manera genuina... qué dichoso él.
—Vamos a comer —ya no quería seguirle dando vueltas al asunto. Habían cosas mayores en las cuales debía estar ocupada mi mente y les estaba restando prioridad intentando entenderme a mí mismo. El egoísmo en su máxima expresión.
Ambos salimos en pijama y con pantuflas, no era indispensable arreglarse con honores para ir a consumir alimento. Fuimos por los largos y amplios pasillos hasta llegar a las tabletas con todo el menú existente dentro de la nave.
No pude evitar abrir la pestaña de sushi y pedir un kanraku de camarón listo para ser consumido y aprovechado por mí. El sushi había conquistado a mis glándulas gustativas desde que lo había probado.
Su orden estará lista en 7 minutos con 50 segundos.
La voz del software se hizo escuchar y a mí me entró la duda del porqué ser tan específico con el tiempo. Evan pidió unos tacos y en los siguientes minutos los contenedores con barras deslizaron nuestros platillos de dentro de toda la máquina.
Era casi mágico observar que ningún humano hacía la comida. Era hecha por más robots domésticos disponibles en toda la extensión de la nave. Tomamos nuestras charolas y caminamos por entre las blancas y relucientes mesas para tomar asiento en una de las más apartadas. No había mucha gente desayunando, pero a Ev y a mí siempre nos había gustado más estar apartados.
—No tienes idea de cómo me maman estas cosas —mi acompañante expresó su brioso gusto ante tan majestuoso platillo con un léxico digno de ser colocado en un altar y alabado por los demás.
—Me encanta cómo te expresas —admití con sorna. No me molestaba en lo absoluto y de hecho me resultaría extraño oírlo hablar de otra manera; pero era tan natural que sentía eso que los humanos llamaban envidia ante su carisma, y lo más gracioso era que él ni siquiera intentaba ser carismático.
—¡Vamos ahí! Tú tienes a Tai, a mí no me eches los perros que no estoy disponible para andarme relacionando con eso de sentir. Tal vez, en tres milenios, cuando la Tierra vuelva a necesitar ser rescatada y tengamos que volver a ser humanos, acepte tu propuesta indecente... y ya con más calma. Por ahora, no, degenerado.
—¿Qué te pasa? ¡Podemos comenzar desde ahorita y continuar durante tres milenios! ¿No te das cuenta que tenemos una existencia para estar juntos y un universo por explorar tomados de la mano, de la punta de un cometa, de los granos de una roca o de lo que se nos antoje ser? —no podía explicarme cómo había podido seguirle el juego; estaba satisfecho con mi respuesta y con la carcajada que nos hice sacar.
Antes de que Ev pudiera seguirme el drama, Owen apareció por quién sabe dónde y se sentó a un lado de él, observándonos alternativamente y dando un suspiro.
—¿Puedes dejarnos solos? —le cuestionó a Ev y él me echó una mirada, asintió ante la orden directa de nuestro líder, tomó su comida y se alejó.
—¿Para qué soy bueno?
—En realidad eres bueno para muchísimas cosas. Tienes un control sobre tu poder inalienable y asombroso... pero estás dejando de ser bueno en esto —extendió los brazos y miró alrededor. Mi cara poco multifacética se quedó igual y solté los palillos. El apetito se me había quitado.
—¿A qué te refieres? —mi voz esta vez sonó dura, brusca e incluso a la defensiva.
—Ser humano no te va bien. Al menos no ahora, te iba de puta madre cuando no convivías tanto con Taissa...
—A ver, a ver. Para ahí tu tren, ¿qué tiene que ver eso con todo lo demás? —comenzaba a tensarme, y no quería hacerlo porque reaccionaba agresivo ante situaciones de este tipo.
—Te estamos perdiendo, Derek. Y no quiero que esto siga así.
—Pero sigo siendo yo —estaba desesperándome, y era porque empezaba a entender hacia dónde iba esto.
—No, ya no eres tú. Ya no eres el Derek visionario, sensato y responsable ante su poder. Ya no eres quien solías ser, esa persona dura, madura y quien se convirtió en los primeros días en mi mano derecha. Eres inmortal, omnipresente, puedes convertirte en lo que tú desees, controlas a los estados básicos de la materia, puedes ser todo y nada, eres capaz de eso y mucho más... pero estás perdiendo la cabeza por una humana. Nostálgicamente, es eso lo que está polarizando tus capacidades, y podemos englobar y dirigir las conclusiones a tu convivencia con ella por la forma en que te comportas. Eres tan... humano, tan común que incluso haces que me duela. Te estás volviendo un blando.
—No lo estoy haciendo... —tragué saliva en seco y él levantó la mano para hacer mis palabras sordas.
—De hecho, ya lo hiciste. Y no voy a quedarme de brazos cruzados viendo cómo eso sucede. Puedes retirarte, Kepner. Tu trabajo como humano ha finalizado aquí.
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Hola hola, ¿qué tal la pasaron en Navidad? Cuéntenme que voy a leer todos sus comentarios, quiero saber qué hacen mis lectores en Nochebuena y Navidad, eso me hará conocerlos un poquito más. ❤️
Espero la hayan pasado increíble y el capítulo les haya gustado demasiado. Los amo con todo mi ser y esperaré a leer sus preciosos comentarios. ¡Gracias por tanto!
-Alexandra V.R.
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El tiempo se agota
Science FictionAño 2072. En el mundo solo existen cuatro clases de personas: los que controlan los cuatro elementos, los que controlan el clima, los que controlan la flora y fauna y... y tristemente, los humanos; la raza más caótica jamás antes vista. Ninguno d...