Capítulo 8 - Todos tenemos pasado (1ª parte)

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El camino hasta la enfermería estaba repleto de manchas de sangre, un tétrico collage de colores plata y carmesí mezclados con una franja de pequeñas luces azules que iluminaban los pasillos de la nave.

Los gritos habían cesado para dar paso a murmullos de dolor y blasfemias incesantes exhaladas por Tom S. Serus mientras la pobre Layna le desinfectaba y cosía la herida.

Ver una aguja siempre le traía a la memoria aquellos malos momentos de su vida en los que había caído en la adicción de sustancias ilegales, recorriendo las calles buscando la forma de obtener un nuevo chute de evasión terrenal, llevándola a cometer pequeños delitos e incluso actos más indecentes que la hacían avergonzarse de sí misma.

A sus veintinueve años de edad Layna Alena no había conseguido superar los problemas de su infancia ni olvidado los duros años que vivió en la calle:

· ¡Ten más cuidado zorra! – gritó Tom

Layna le clavó la aguja más fuerte todavía, provocando que el coronel se retorciera de dolor. "No soy ninguna zorra" le susurró con un tono desafiante.

Si bien no le gustaba que le faltasen al respeto, aquella palabra en especial la enfurecía con creces. La primera vez que la escuchó fue a la edad de trece años, en su cumpleaños. El alcohólico de su padre la agarró del pelo y la arrastró hasta el baño, tirándola contra la dura y lujosa bañera de porcelana. La madre de Layna gritaba horrorizada:

· ¡Cállate zorra! – dijo a la vez que le daba un tortazo delante de su hija

En el mismo momento que aquel terrible recuerdo volvía a emerger de lo más profundo de su memoria, Layna cerró los ojos y se apretó fuertemente la cabeza con la mano que tenía libre. Buscó algún recuerdo feliz, se serenó y acabó de coserle el brazo al desagradable y desagradecido del coronel Tom S. Serus que, tras haberle vendado el brazo, salió de la enfermería sin decir nada... seguido de sus fieles cachorros.

Cuando la puerta se cerró, Layna corrió hacía el lavamanos y vomitó, mientras una solitaria lágrima recorría su mejilla para acabar desapareciendo por las tuberías. "Madura, Layna, madura" dijo entre dientes... "Madura" dijo mientras se golpeaba la cabeza con la palma de la mano.

El cristal que tenía frente a ella reflejó durante un instante el semblante de su padre, para luego desvanecerse y mostrar la realidad... una mujer traumatizada por un pasado que hacia mella en su cordura.

No muy lejos de allí, el capitán Wolvert observaba sentado la foto que adornaba la mesa de su habitación. En ella aparecía una hermosa mujer de largo cabello negro abrazada a un joven William Wolvert, ambos sonriendo hacia la cámara que los enfocaba. No tardó en dejarse llevar por los dulces recuerdos de aquel día:

· ¡Sonríe William!

· Ya sabes que salgo fatal en las fotos Caroline...

· Oh vamos... ¡no me vengas con esas! Tú me prometiste una foto en la que sonreirías... ahora te reclamo esa foto – dijo mientras pasaba sus delicadas manos por el pelo de William

· Vale, pero si salgo feo... la borras...

· ¡Qué vas a salir feo! Escucha... – le miró fijamente a los ojos, su mirada era intensa y penetrante – ¿Acaso crees que estaría contigo si te considerase feo? – William desvió la mirada pero ella volvió a fijársela – Te quiero William Wolvert, y eso es todo lo que necesitas saber para sonreír – William sonrió y Caroline aprovechó la ocasión – ¡Mira al pajarito!

El flash de la cámara devolvió al capitán al presente. Detrás de él apareció Caroline, que se apoyó sobre William y le abrazó... aunque él no sintió nada:

· ¿Recuerdas aquel día? – le preguntó

· Por supuesto, estabas graciosísimo con aquella camiseta tan apretada... ¡solo a ti se te ocurriría ir así a una cita! – dijo con un tono de voz dulce, a la vez que pícaro

· Te echo de menos Caroline... – una lagrima comenzó a formarse en su ojo derecho, pero rápidamente se la secó con la manga de la camisa

· Nunca te he abandonado William...

Shao Zhi Shen limpiaba la sangre de la habitación mientras Lobo le miraba desde una esquina. La mera posibilidad de perder a su mejor amigo le daba pánico:

· Tantos años Lobo... tantos años... pasamos juntos las fronteras de decenas de sectores... dormimos a la intemperie en calles llenas de delincuentes... escapamos de las manos de nada menos que tres agentes de justicia... y ahora... ¿Así va a acabar todo? – Lobo emitió un pequeño llanto – En fin... siempre hemos superado airosos los contratiempos... seguro que de esta salimos pequeño... – Shao dejó de limpiar y suspiró – Seguro que lo conseguiremos...

Layna... William... Shao... todos ellos estaban muy lejos de aquel remoto lugar de la galaxia, muy lejos tanto en el tiempo como en el espacio... pero la vida no les iba a permitir dar rienda suelta a su imaginación. Sin darse cuenta, el implacable mazo del tiempo estaba a punto de golpearles directamente en las narices.

La alarma de la nave empezó a sonar al mismo tiempo que la hermosa voz de Caroline repetía sin cesar: "Protocolo 94".

Cora: Destino inciertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora