En un pequeño hospital situado a las afueras del sector 117, un no tan joven y frustrado William Wolvert esperaba sentado junto a su esposa a que algún médico tuviera la decencia de acercarse y decirles algo sobre el estado de su sobrina:
· Inaceptable... totalmente inaceptable... – dijo William, su pierna izquierda temblaba sin control
· Tranquilízate... – le susurró Caroline, al mismo tiempo que posaba su mano sobre la pierna de su marido
· Esta sociedad está en declive Caroline... aumentaron los impuestos, disminuyeron los salarios... después llegan los Legisladores, se hacen con el control, imponen leyes que promueven el genocidio y sueltan a sus perros para perseguir a quienes se les oponen...
· William. – Caroline le apretó ligeramente la pierna, desde el otro lado de la sala un guardia de justicia les observaba
· Y lo peor es que no hacemos nada... por miedo... – William miró fijamente al guardia – ¿Algún problema?
El guardia de justicia se dirigió inmediatamente hacia William, pero un médico se acercó a la pareja antes de que llegase:
· ¿Señor y señora Wolvert? – preguntó el famélico doctor
· Si, somos nosotros. – respondió Caroline
· Por favor síganme.
Se levantaron de sus asientos y siguieron a aquel hombre. Cuando pasaron por delante del guardia, él y William intercambiaron miradas desafiantes:
· Su sobrina... – consultó un pequeño papel que llevaba – Layna Alena Wolvert, se encuentra estable. – volvió a mirar el papel – Drogas y alcohol básicamente, no es el primer caso que tratamos hoy, ni será el último, pero por ahora ha sido el más grave... – miró el papel y se detuvo delante de una puerta – Pueden pasar, está consciente.
Dicho esto, el hombre se alejó de allí dejando a la pareja igual de confusa que cuando había llegado... desconociendo las circunstancias que llevaron a su sobrina a tal situación.
Al entrar en la habitación vieron a un par de jóvenes con ropas maltrechas y tatuajes hablando con otro joven que estaba tumbado en una camilla, cubierto de vendas repletas de sangre seca. En la siguiente camilla estaba Layna, reclinada sobre la almohada. Nada más ver a sus tíos sonrió:
· Hola... – su voz era débil, no pudo evitar toser tras hablar
· Cariño... – Caroline se acercó y la besó en la mejilla, William se quedó detrás
· Hola tío William... – volvió a toser
· Casi nueve años sin saber nada de ti... y la primera vez que te vemos tiene que ser así.
· ¡William! – exclamó Caroline
· En fin... – dijo William – Te preguntaría que tal estas, pero se ve a simple vista.
· Lo sé. – la joven se miró los brazos, llenos de pinchazos de aguja y moratones – Supongo que me equivoqué de camino...
· ¿Supones?
· William, basta. – le advirtió Caroline – No hemos venido a reprocharle nada.
· Cierto... cierto... – respondió, resignado
· ¿Mi madre no va a venir? – la pareja intercambió miradas
· Layna... tu madre...
· Yo se lo diré. – Caroline agarró la mano de su sobrina – Cariño... tu madre... tu madre no va a venir, fue ella quien nos llamó para que viniésemos en su lugar.
· Entiendo. – Layna soltó la mano de su tía – Bueno, supongo que es mejor así – sus ojos empezaron a enrojecerse – Ninguna madre quiere ver así a su hija... – comenzó a llorar al mismo tiempo que su tía la abrazaba, William se acercó y la abrazó también – Soy una inútil...
Los dos jóvenes que estaban cerca de la otra camilla se asomaron para observar la escena, uno de ellos se rió a carcajadas y todas las miradas se centraron en él.
Aquel insolente muchacho solo tuvo tiempo de ver como un furioso hombre se alejaba de la joven llorona y le pegaba un puñetazo. Cayó rendido contra el sucio suelo, inconsciente, y el otro joven volvió junto a la camilla dejando a su amigo allí tirado. William miró a Layna, le lanzó por fin una primera sonrisa y se acercó de nuevo:
· Layna... Layna... no vuelvas a darnos un susto como este...
· No lo haré tío... – dijo mientras se secaba las lagrimas – Siempre quise que mi madre estuviera orgullosa de mi... pero nunca podrá estarlo.
· No estés tan segura... – dijo Caroline – Tu madre siempre ha estado orgullosa de ti Layna, no lo dudes ni un solo instante. Te quiere más que a nada...
· Y aunque no estuviera orgullosa... – Caroline echó una mirada fulminante a William – aun no es tarde para que lo esté. – William terminó la frase, su mujer se calmó
· ¿Cómo? Mírame, soy una drogadicta... no tengo estudios... no tengo trabajo...
· Layna, – William la miró a los ojos y posó su mano sobre el delicado hombro de la joven – Creo que en eso puedo ayudarte.
Un atisbo de esperanza es lo que Layna Alena encontró en las palabras de su tío... una forma de redimirse por su pasado... una segunda oportunidad.
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Cora: Destino incierto
Science FictionLa nave Cora y su tripulación son los encargados de trasladar un artefacto de origen desconocido hallado en la moribunda luna Oculus, que orbita alrededor del lejano planeta Horus, hasta la tierra. La aparentemente sencilla misión dirigida por el ca...