Capítulo 21 - Flashback: Una oferta única

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Un milagro... así lo denominaron los médicos, que consideraban imposible el hecho de que no hubiese habido ningún fallecimiento tras un accidente de tal magnitud. Sin embargo, para William Wolvert aquello no fue en absoluto un milagro.

Sus heridas superficiales, su brazo fracturado y el riñón que había perdido no eran nada comparados con el constante dolor que le producía ver a su amada esposa tumbada en aquella cama de hospital... incapaz de subsistir sin ayuda de una máquina.

William no se había separado de Caroline desde que los médicos le dieron el visto bueno y le permitieron abandonar la habitación donde lo tenían recluido. El pitido del monitor cardíaco, que al principio le resultaba molesto, se había convertido en un agradable recordatorio de que su mujer seguía viva:

· Recuerdas... ¿Recuerdas aquella vez?, cuando paseábamos por la playa de la isla del sector 137. – dijo mientras acariciaba suavemente la mejilla de Caroline – El sol comenzaba a ocultarse tras el horizonte y nos tumbamos en la arena hasta que llegaron las estrellas... entonces me miraste fijamente y me preguntaste... ¿Si la noche fuera eterna te quedarías conmigo para siempre, aquí bajo las estrellas?... y yo te respondí en broma... para siempre es mucho tiempo... – William sonrió brevemente – Siempre he sido un experto en estropear momentos preciosos como ese, no sé cómo me soportas.

William dejó de hablar y llevó su temblorosa mano hasta sus ojos, quitándose las lágrimas que descendían lentamente por su envejecida piel:

· ¿Sabes qué Caroline? – cogió de la mano a su esposa – Se que es un poco tarde... pero mi respuesta a esa pregunta es si... aunque la noche sea eterna siempre estaré contigo Caroline... te amo más que a nada en este mundo... y te aseguro que me quedaré contigo todo el tiempo que...

Aquel momento fue bruscamente interrumpido por el chirrido que emitió la puerta de la habitación al abrirse, William observó con desdén a los dos hombres que entraban. Uno era joven y llevaba uniforme, el otro anciano y vestía elegantemente:

· Buenos días señor Wolvert. – dijo el anciano, el otro permaneció en silencio – Es un placer conocerle. Mi nombre es Vladímir, Vladímir Vólkova...

El hombre extendió su mano, pero William rechazó aquel cortés gesto y volvió a posar su mirada sobre Caroline. El anciano continuó hablando:

· He leído en los periódicos que su astucia como piloto salvó la vida a doce personas de una muerte segura en un ataque pirata, un acto heroico si me permite decirlo.

· Supongo que los periódicos mienten...porque según tengo entendido mientras yo conducía la nave hasta su apoteósico final la tripulación la abandonó en las capsulas de salvamento... quedando solo yo y mi mujer a bordo...

· Eso son minucias. Al fin y al cabo todos salieron vivos del accidente.

· Defina vivos, Legislador Vólkova... no crea que no sé quien es... lo que no se es que hace alguien de su rango aquí...

El Legislador miró a su acompañante, y este le entregó una carpeta que había mantenido oculta hasta el momento. Cuando la tuvo en sus manos la abrió y prosiguió:

· No me andaré con rodeos señor Wolvert. Su heroico acto ha supuesto unas pérdidas considerables para la empresa dueña de la nave Wild Space... empresa de la cual yo soy accionista mayoritario.

· ¿Y ha venido para que le firme un cheque?

· No, he venido para ofrecerle una alternativa a la cárcel, lugar al que irá por delitos tales como... uso indebido de propiedades corporativas... desobedecer las instrucciones de un centro de control... ¿Sigo leyendo?

· ¿Qué es lo que quiere de mí? – dijo William tras una breve pausa

· Verá señor Wolvert, estamos trabajando en un proyecto bastante innovador que permitiría la utilización del cerebro humano a un nivel sin precedentes. Por ejemplo, una persona podría proyectar en su cerebro las imágenes de mil cámaras de vigilancia y evaluarlas todas simultáneamente con la misma sencillez con la que usted o yo vemos con nuestros ojos una única perspectiva de la realidad... y esto solo roza la superficie de lo que podríamos llegar a lograr.

· Se lo repetiré una vez más... – volvió a mirar al Legislador – ¿Qué es lo que quiere de mí?

· El proyecto está pasando por una mala racha. Hemos tenido problemas con sujetos activos y, lamentablemente, el cerebro de alguien fallecido no nos es de utilidad. Su mujer cumple con los requisitos óptimos para llevar a cabo pruebas que no podríamos realizar con nadie más.

· Olvídelo. – volvió a mirar a su mujer

· Señor Wolvert, su mujer está en coma y, según los médicos, es muy probable que nunca salga de ese estado. Le estoy ofreciendo una oportunidad que nadie más puede ofrecerle. Si firma estos documentos... – dejó la carpeta sobre la cama, cerca de los pies de Caroline – recuperará a su mujer. Puede que no de una forma física como usted seguramente desearía... pero la alternativa, en el caso de que se niegue a firmar, créame que será mucho peor.

Su futuro tornaba oscuro. Por un lado, si aceptaba, tanto él como su mujer pasarían a estar bajo el control directo de una empresa, como cobayas en un laboratorio. Por otro lado, si se negaba, acabaría en prisión y nunca volvería a ver a Caroline.

Ante aquel abrumador dilema William tomó el camino que le permitía estar junto a su esposa... cogió los documentos y los firmó al mismo tiempo que pensaba:

"Aunque la noche sea eterna... siempre estaré contigo... Caroline"

Cora: Destino inciertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora