Capítulo 30 - Única salida

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La decisión había sido tomada. En cierto modo, William encontró la paz en su interior al desvelar el último de los secretos que albergaba su corazón. Además, se dio cuenta de que solo había una manera de que aquella historia terminase bien... y era que nunca hubiera llegado a suceder.

Renombró Cora como Wild Space, la nave que desencadenó todo, y se dispuso a darle el mismo final... pero esta vez, a diferencia de la anterior, no saldría con vida de allí. Aunque sabía que realmente eso no cambiaría nada, él necesitaba pensar que era así.

Preparó todo para que, una vez llegasen a las cápsulas de salvamento, Shao y Layna estuvieran a salvo. Mientras tanto, la sombra revoloteaba a su alrededor bajo la atenta mirada del despojo humano llamado Tom:

· Saludos capitán Wolvert. – dijo una voz conocida

William pensaba que nunca más volvería a oír la voz de Caroline, y mucho menos volver a verla, pero el monitor que tenía a su lado mostró en aquel momento el hermoso rostro de su amada:

· Muy gracioso... – sabía que no era ella, y no le sentó nada bien

· Capitán, le agradezco su colaboración.

· Guárdate tus pensamientos, engendro.

· Me temo que no. Capitán, me ha llevado demasiado tiempo aprender vuestro insulso lenguaje como para desperdiciarlo en una banal conversación.

· Insulso...banal... que sepas pronunciar ciertas palabras no te da derecho a hablar conmigo. – William exhalaba odio – Ya has hecho suficiente daño.

· Todos vosotros ya sufríais en silencio antes de mi llegada, os he observado, así que no me culpes de vuestro dolor.

· ¿Qué sabes tú del dolor?

· Seres inferiores como vosotros no podéis entender la angustia que producen eones de soledad y confinamiento en una minúscula celda. ¿Acaso pensáis que sois especiales? En absoluto.

· No pienso que sea especial, pero desde luego si estuviera en tu situación no habría optado por el asesinato, y eso me hace mejor que tú.

· Es curioso que diga eso capitán... justo ahora que ha establecido unas coordenadas de aterrizaje que distan bastante de ser en tierra firme.

· Puede que no seas tan estúpido como creía...

· ¿Realmente pensabas que iba a dejar marchar a tus amigos? ¿Qué confiaría en la palabra de un ser inferior que basa su existencia en la traición a los suyos?

· ¿De qué demonios estás hablando? – un escalofrío recorrió su cuerpo

· No os podré controlar como deseo... – William miró a Tom – Pero encontré a un ser en la nave con una estructura más afín a mis intenciones.

· Lobo... – susurró William

Shao y Layna recorrían a toda velocidad los pasillos que los separaban de las cápsulas de salvamento. Estaban exhaustos y doloridos. Aquel ser parecía haberles inoculado alguna especie de sustancia que les provocaba un fuerte escozor en los cortes. Por si eso fuera poco, el humo que cubría la nave no facilitaba la huida:

· ¿Cuál es el camino? – preguntó Shao al llegar a una bifurcación

· Creo que... ¡Por aquí, corre!

· ¡No, espera! – la detuvo – Es por aquí.

· ¿Cómo puedes estar seguro?

· Por el cartel.

Shao señaló con el dedo a un letrero en el que se podía leer claramente "Cápsulas de salvamento", Layna aceptó su error con desdén y continuaron hacia su salvación. Tras ellos, algo avanzaba entre las sombras... silencioso, sin demora y sin prisa por atacar.

Por fin, cruzaron el umbral que los separaba de las cápsulas. Había tres, pero con una era más que suficiente para que tanto Layna como Shao escapasen. La joven se aproximó a la válvula que permitía abrir la compuerta y la giró. Mientras tanto, Shao hizo acopio de un par de trajes espaciales:

· ¡Ya está! ¡Vamos Shao! – exclamó Layna

Un rugido tras ella la paralizó por completo. Muy despacio, se dio la vuelta y observó como Lobo le enseñaba sus afiladas fauces. Shao se alegró al verlo:

· ¡Lobo! – dio un paso hacia delante para abrazarlo

· ¡Shao! – Layna hizo un gesto con la mano para que se detuviera – Mira...

Cuando observó a su amigo detenidamente entendió porqué Layna estaba tan asustada. Diminutos rayos purpuras recorrían el cuerpo del enfurecido animal, sus ojos eran dos ópalos negros cubiertos por finas hebras eléctricas que vibraban en su interior:

· Lobo soy yo, Shao. – rugió con más fuerza – Tranquilo chico, tranquilo...

Shao comenzó a caminar despacio hacia Layna, que había retrocedido hasta el interior de la cápsula. Lobo volvió a rugir, su lomo se erizó y se colocó en posición de ataque:

· Lobo – su tono era serio, pero cariñoso – Recuerda quien soy... soy Shao... mi nombre es Shao...

Cora: Destino inciertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora