Capítulo 15 - No es Caroline

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Layna, en un mero intento para intentar provocar el reinicio del mecanismo que mantenía sellada la enorme puerta metálica que tenía frente a ella, pulsó el botón rojo.

Su única salida continuaba bloqueada. Al cabo de unos segundos la joven se percató de que las tuberías de su alrededor comenzaban a vibrar, pequeñas gotas de agua comenzaron a caer sobre el cristal de su casco:

· ¡William, estoy atrapada! – notaba el agua chapotear bajo sus pies

· Tranquila, me dirijo hacia allí.

· ¡William, esto se está empezando a llenar de agua y no creo que....!

Una tubería reventó. Pedazos de metal salieron disparados como metralla chocando violentamente contra el casco de Layna y provocando su ruptura.

El agua penetró a través de la abertura y la joven no pudo evitar que el pánico se apoderase de ella cuando aquel líquido le llegó a la nariz. Rápidamente se quitó el casco y lo arrojó contra el suelo. El traje espacial fue lo siguiente que se quitó, quedándose únicamente con una ajustada camiseta blanca de tirantes y unos pantalones negros.

William entró estrepitosamente en la sala contigua al pequeño féretro metálico donde se encontraba su sobrina, allí no se escuchaban los desvaríos de Caroline. Se acercó hasta ella y la observó a través del pequeño y grueso cristal de la puerta que los separaba:

· ¡Layna, Layna! – gritó mientras golpeaba la puerta con los puños

Desde el otro lado la empapada muchacha no podía oír nada. El agua había dejado inutilizable el transmisor del casco pero, por suerte, Layna tenía siempre encima el transmisor que los tripulantes de Cora llevaban al oído. Lo buscó en el bolsillo de sus pantalones y, cuando lo tuvo entre sus dedos, lo sacó y se lo colocó en el oído:

· ¡William! – exclamó

· ¡Layna, tranquila, te sacaré de ahí!

· ¡El agua me llega casi a la cintura, date prisa!

En aquel momento llegaron Tom S. Serus y los gemelos, alertados por los gritos que William profería sin cesar:

· ¡Qué demonios ocurre! – exclamó Tom

· ¡No tengo tiempo para sus estupideces coronel! – William comenzó a pulsar los botones de un pequeño panel que había junto a la puerta, emitían un pitido bastante desagradable

· ¡Exijo que...!

Tom observó el cristal de la puerta que William intentaba abrir. Detrás de las abundantes gotas de agua que salpicaban aquel cristal vio la expresión de terror en el rostro de Layna Alena, que se encontraba al otro lado:

· De acuerdo... volveré más tarde. – una diabólica sonrisa apareció en su rostro mientras se daba la vuelta y abandonaba la estancia

William ni siquiera se percató de aquella inhumana acción, intentaba liberar a su sobrina y eso era lo único que tenía en mente. Los gemelos miraban desde la entrada:

· ¡No quiero morir así! – el agua comenzaba a cubrirle hasta el cuello

· ¡Tranquila Layna!... ¡Joder!

En aquel momento, Tobías y Jorge se miraron. En el fondo no eran malas personas, solo algo estúpidos y descontrolados. Por fin reaccionaron y se acercaron hasta William:

· ¡Capitán! – dijo Tobías – Estas puertas están diseñadas para soportar las diferencias de presión entre la nave y el exterior, no conseguirá abrirla a golpes.

· Si el agua ha llegado al sistema eléctrico de nada le sirve intentar abrirlo mediante el teclado. – dijo Jorge – El cristal es grueso pero es la zona más fácil de perforar, es el único punto débil de la puerta.

· Jorge, he visto un taladro en una de las salas de aquí al lado, ve a buscarlo.

Jorge salió de allí al mismo tiempo que Tobías corría hacia un extintor situado en uno de los extremos del pequeño habitáculo. Cuando lo tuvo en sus manos comenzó a desenroscar la manguera de la boquilla:

· Sabe capitán, – dijo Tobías – hace unos años mi hermano y yo tuvimos el honor de trabajar para un escapista. – terminó de desenroscar el tubo y dejó el extintor a un lado – Cuando hacía el truco de escapar de una pecera llena de agua mi hermano y yo nos encargábamos de proporcionarle oxigeno a través de un diminuto tubo de plástico oculto... – se acercó a William mientras comprobaba el tubo – Supongo que en esta vida todo ocurre por una razón, ¿No le parece?

Jorge entró en la sala con un enorme taladro entre sus manos. Sin mediar palabra, intercambiaron los objetos. Tobías corrió hasta la puerta y comenzó a taladrar el cristal:

· Qué demonios... – William estaba perplejo por la increíble compenetración de aquellos dos muchachos... parecían ser la misma persona, no necesitaban hablar para saber cómo interaccionar entre ellos

Se escuchó un crujido. Ahora podían oír a Layna gritar desde el otro lado. Jorge se acercó y comenzó a introducir el tubo del extintor por el agujero que habían perforado, que curiosamente era lo suficientemente grande para que el tubo entrase sin dificultad:

· Dile que respire a través del tubo. – dijo Tobías

William obedeció. El agua continuó subiendo hasta que, finalmente, Layna Alena se encontró flotando en medio de aquel minúsculo habitáculo que casi se había convertido en su tumba.

Al observar allí a su sobrina, William no podía dejar de pensar:

"No es Caroline quien está haciendo esto... no es Caroline... alguien está manipulando los sistemas de la nave... no es Caroline... es el coronel".

Cora: Destino inciertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora