Capítulo 28 - Retorno

456 60 0
                                    

William Wolvert contemplaba el humeante agujero de bala que adornaba la puerta de su habitación mientras permanecía inmerso en sus delirios:

· No puedo hacerlo Caroline... no puedo... – susurró

Como si de una broma divina se tratase, su cilicio personal era engrandecido por la imagen del cuerpo de su esposa... visible a través del agujero de bala. Bajó el arma, cerró los ojos y, simplemente, desconectó. Poco después, un tremendo rugido proveniente del propio infierno lo envolvió y vapuleó su maltrecho cuerpo... sin lograr que abandonase el estado catatónico en el que se encontraba inmerso.

Sin abrir los ojos, percibió como alguien lo sujetaba y gritaba su nombre... pero William permaneció inmóvil, escuchando, deseando no sentir:

· ¡William! ¿¡Puedes oírme!? – Shao estaba muy nervioso y asustado

· ¡¿Esta muerto?! – gritó Layna – ¡Comprueba su pulso! – exclamó mientras miraba a Shao – ¡Maldita sea, compruébalo!

· ¡Voy, voy! – Shao puso su oreja sobre el pecho de William

· ¡¿Oyes algo?! – insistió Layna

· ¡Silencio! – siguió escuchando y, poco después, el primer latido llegó – Está vivo. – dijo aliviado

· ¿Por qué no responde? – agarró la mano de su tío

· No lo sé... puede que este inconsciente...

Layna miró a su alrededor...y algo llamó su atención. Al observar el agujero de bala en la puerta vio el cuerpo de Caroline tirado en el suelo al otro lado:

· No... no puede... Shao... esa...esa es...

· Si... es Caroline...

Shao no necesitaba ver el cuerpo para saber a quién se refería. Los ojos de Layna eran un espejo para él donde cualquier pena o alegría que ella sintiera no podía esconderse.

La joven cogió impulso para levantarse con la intención de ir hacia el cuerpo de su tía, pero en aquel mismo momento William reaccionó:

· Caroline... – susurró

· ¡William! – exclamó Shao

· Tío William... – le acarició el pelo – ¿Qué tal te encuentras?

· Yo... – tenía la mirada perdida – Lo siento...

· ¿Qué sientes? – preguntó Layna

· Siento... haberos causado tanto daño... de no ser por mí no estaríais aquí... el accidente de hace dos años... todo es culpa mía... lo siento...

· William... – Shao y Layna se miraron, sin saber que decir

· Layna... ayúdame a levantarle...

Sujetaron a William y, al intentar levantarlo, gritó... el dolor era insoportable:

· ¡Dios! – lo dejaron apoyado contra la pared – No puedo... el brazo izquierdo... la espalda... no... mis piernas no... no puedo caminar... tenéis que dejarme aquí... redirigir la nave...

· No te dejaremos William – dijo Layna

· No, no lo haremos. Eres el capitán de esta nave... debes ser tu quien la pilote hasta el final... sea cual sea... permaneceremos juntos...

· Y no te culpes por nada, nosotros elegimos estar contigo... eres nuestra única familia y nunca te abandonaremos William...

· ¡Así que vamos, arriba!

Tiraron nuevamente de él, a pesar de sus quejas de dolor, y lo sujetaron entre los dos. Sin demorarse más, se marcharon de allí en dirección al puesto de control.

En la sala de escape, en medio de un millar de chispas, agua, humo y sangre... alguien abrió los ojos por segunda vez. Tom S. Serus parecía no estar dispuesto a morir allí... fuera o no una marioneta de una entidad extraterrestre... una reencarnación del mismísimo diablo... o un hombre inmortal... estaba claro que cumpliría la misión que tiempo atrás le habían encomendado.

William, Layna y Shao llegaron al puesto de control. Sentaron a William con cuidado sobre el asiento del piloto, Layna fue al asiento del copiloto y Shao a otro puesto desde el cual podría realizar las últimas configuraciones necesarias para retomar los controles totalmente.

Mientras Layna y Shao estaban ocupados en sus respectivas tareas, William oteó el oscuro espacio que se extendía entre ellos y la tierra... confuso:

· Layna... Shao... mirad... – señaló hacia la tierra

· ¿Qué ocurre? – preguntó Layna

· Según el monitor, faltan poco más de cuatro horas y media para llegar hasta la tierra... pero... si mi experiencia no me falla... yo juraría que no queda más de media hora de trayecto...

· Eso no es posible. – dijo Shao, que consultó los datos en el monitor más cercano

· Míralo tú mismo...

Los tres tripulantes dirigieron sus miradas hacia el hermoso mundo azul, sin saber cómo era posible que estuviera tan cerca:

· Al atravesar la puerta 2C-3B... – dijo Shao – Seguramente se produjera algún fallo en el sistema que no fuimos capaces de detectar... es la única explicación...

· Puede. – le respondió William – Aunque también es posible que el poco tiempo que el coronel estuvo conectado a la nave lo utilizase para aumentar la velocidad...

· Sea como sea... – terminó diciendo Layna – No queda mucho tiempo...

Había llegado el momento. Sin un sistema que les ayudase a orientarse, pilotando una nave parcialmente dañada y únicamente con sus conocimientos, adquiridos a lo largo de los años, la tripulación de Cora debía prepararse para un aterrizaje decisivo.

Cora: Destino inciertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora