Capítulo 10 - Protocolo 94

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Los tres tripulantes de Cora corrían despavoridos en dirección al puesto de control, dejando atrás sus recuerdos y volviendo a la dura realidad.

La nave se agitaba continuamente y todos temían que se tratase de asteroides o algo peor. Los ataques de "piratas" estaban a la orden del día... un bombardeo en los puntos clave dejaría la nave en una situación perfecta para poder "abordarla", y así "confiscar" todo lo que hubiera en ella.

William fue el primero en llegar, seguido de Layna. Ambos se sentaron delante de los controles de la nave, se abrocharon los cinturones y empezaron a revisar los paneles en busca de una respuesta a tanto ajetreo:

· Protocolo 94, fallo del sistema en un minuto y veinte segundos...

· ¡Caroline, informa! – exclamó William

· Protocolo 94, fallo del sistema en un minuto y quince segundos...

· ¡Caroline informa! – insistió

· Daños en las placas del ala derecha... Protocolo 94, fallo del sistema en un minuto y diez segundos...

· ¡Qué cojones es protocolo 94! – gritó Tom, que se agarraba a su asiento como si se fuera a acabar el mundo

· ¡Hay un protocolo por cada parte de la nave, así sabemos donde tenemos que ir en caso de emergencia! – dijo Layna

· ¡¿Esto es normal?! – exclamó Jorge, que se encontraba sentado junto a su hermano y el coronel

· ¡¿Qué entiendes tú por emergencia Jorge?! ¡Claro que no es normal! – le respondió Tobías

· ¡Callaos! – William estaba nervioso – ¡Layna! ¡¿Se repararon todas las placas correctamente?!

Layna dudó por un instante y recordó, demasiado tarde, aquella placa que no terminó de soldar por culpa de la llegada de sus invitados. Una mirada a William fue suficiente para darle una respuesta. Shao llegó por fin al puesto de control y se sentó junto a otro montón de paneles e interruptores con lucecitas que parpadeaban sin parar:

· ¡Mierda, mierda!

· ¿¡Es muy grave!? – preguntó Jorge

· ¡Pues estamos a punto de pasar por un portal basado en energía electromagnética sin tener la protección adecuada! ¡Tú qué crees! – le respondió William

El ambiente estaba enrarecido, todos ellos se quedaron en silencio. Tom S. Serus observó como un bolígrafo comenzaba a levitar delante de él:

· Niveles de radiación en aumento... fallo del sistema en treinta segundos...

· ¡Capitán! – Shao se levantó de su asiento a pesar de las turbulencias, William le miró – ¡Hemos perdido una placa!

· ¡Mierda, mierda! ¡Caroline, motores a máxima propulsión! ¡Lyana, invierte la dirección de la nave!

· Niveles de atracción de la puerta 2C-3B demasiado altos... fallo del sistema en diez segundos...

Desde su casual descubrimiento hace un par de décadas, los portales o puertas eran un enigma para la ciencia y solo se había especulado sobre su funcionamiento.

Los entendidos en el tema hablaban de electromagnetismo y una excepcional combinación de elementos, los fanáticos de los ovnis y de los viajes en el tiempo los denominaban agujeros de gusano... pero fuera cual fuera la explicación real, su uso era lo importante.

Estas puertas conectaban remotos lugares de la galaxia, aunque se llegó a afirmar que de todo el universo, y permitieron a la raza humana una expansión sin precedentes en la exploración espacial.

Los gobiernos y las grandes empresas no tardaron en percatarse de las riquezas que podrían obtener de los planetas a los que llegasen, extrayendo todo tipo de materiales que escaseaban en la tierra.

Tras varios años se desarrolló una tecnología basada en placas especiales para proteger las naves y, entre otras cosas, una compleja estructura hexagonal que se mantenía, mediante cientos de propulsores, a la suficiente distancia de la puerta para no ser absorbida por ella y servir de señalización a los navegantes espaciales.

William dejó de luchar y se resignó, sabía lo que ocurriría a continuación. En el peor de los casos, la radiación penetraría en la nave provocando demencia, mutaciones o la muerte de todos ellos... en el mejor de los casos perderían algunos sistemas y podrían quedar a la deriva sin posibilidad de comunicarse. Lo único que podían hacer era esperar:

· Colisión en cinco... – dijo Caroline – cuatro... tres... dos... uno...

La nave atravesó el portal en el mismo instante que se quedaba completamente a oscuras. La vacía bóveda estelar entorno a Oculus desapareció para dar lugar a una lejana visión de la tierra... y una no tan lejana visión de la luna.

Todos los que se encontraban en el interior de Cora se mantuvieron en un silencio sepulcral, mirándose los unos a los otros sin saber que pasaría a continuación. La alarma, que se había detenido durante el apagón volvió a sonar, asustando a todos, pero cesó en unos segundos. Las luces volvieron a encenderse, iluminando cada minúsculo recoveco de la nave:

· Sistemas primarios al 53%... Sistemas secundarios al 69%... Niveles de combustible al 39%... – la voz de Caroline resurgió

William, Layna, Shao, Tom, Jorge y Tobías suspiraron aliviados. Estaban vivos. En la zona de carga de la nave Lobo observaba asustado el extraño ruido como de cristales chocando entre sí, combinados con electricidad, que emergían del interior del artefacto.

Cora: Destino inciertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora