Los niños se amontonaron alrededor de las ventanas del orfanato, empujándose los unos a los otros en un intento de hacerse merecedores de su pequeña porción de cristal. Sus caritas denotaban curiosidad y terror, pues era la primera vez que veían a los guardias de justicia y no sabían con certeza que iba a suceder:
· No parecen tan malos... – dijo uno de los niños
· La señorita Jin Xia no piensa lo mismo... ha oído rumores de cosas que les hacen a los huérfanos y está bastante asustada. – dijo un segundo niño
· Mirad sus armas, ¿Si no son malos porque tienen armas? – dijo una pequeña que sujetaba un peluche entre sus brazos
· ¡Mola! – exclamó un tercer niño – ¡Mirad eso!
Señaló con el dedo al exterior, golpeando el cristal repetidas veces para dar énfasis a lo que había visto. Inmediatamente, todos los allí presentes se abalanzaron sobre el cristal y observaron maravillados un animal desconocido para la mayoría:
· ¿Qué es eso? – preguntó la niña más joven del rebaño
· ¡Es un lobo! – gritó el tercer niño – ¡Que pasada, mirad qué grande es!
· La señorita Jin Xia también me habló de esos lobos. – dijo el segundo niño, sin apartar la vista del animal – Dice que son robots, que los rebeldes los construyen para que protejan los bosques donde se refugian.
· ¿Robots? – preguntó el tercer niño – ¡Eso si que mola!
· Shao... – susurró la niña del peluche – ¿No vienes?
Sobre una mugrienta litera, un joven Shao Zhi Shen de ocho años de edad descansaba tranquilamente al margen de los sucesos que estaban teniendo lugar. Se asomó por el borde de la cama, miró hacia abajo y dijo:
· Hermanita, no me interesan en absoluto esos soldados. – todos miraron a Shao – Si las historias que nos han contado son ciertas, prefiero mantenerme lejos de esa realidad el mayor tiempo posible.
Cabizbajos, algunos se separaron de las ventanas y volvieron a sus respectivas literas mientras los otros siguieron mirando el exterior. Poco después, el tercer niño exclamó:
· ¡Mirad, es la señorita Jin Xia!
Los niños se apiñaron nuevamente contra las ventanas y, esta vez, Shao observó el exterior desde su litera:
· ¿Qué está haciendo? – preguntó una niña alta y regordeta
· Está hablando con esos hombres... nada más. – dijo Shao
Sin previo aviso, el guardia de justicia con el que hablaba la señorita Jin Xia le golpeó en la cabeza con la culata de su escopeta. Todos reaccionaron con gritos y llantos, escandalizados por el acto de violencia perpetrado contra su querida profesora... todos menos Shao.
Aquella acción provocó en él un sentimiento de odio sin igual. De un salto bajó de la litera y corrió hacia la salida, con la idea en mente de ayudar a la única madre que había conocido. Los niños le siguieron.
Poco antes de atravesar las puertas que conducían al exterior, un disparo resonó a través de las gruesas paredes de hormigón paralizando a los pequeños.
Segundos después, varios guardias de justicia derribaron la puerta principal, apresaron a los niños y los sacaron a rastras de allí, obligándoles a arrodillarse y colocarse uno junto a otro:
· ¡Dejad de llorar! – exclamó uno de los guardias de justicia
· No quiero niñas. – dijo otro hombre
Inmediatamente, el sonido de cinco disparos sobresaltó a los pobres huérfanos. Shao observó horrorizado como su hermana se derrumbaba sobre el frío césped, cubriendo de sangre el peluche del cual nunca se separaba. Obviando el hecho de que podría morir, Shao corrió hacia su hermana y la cogió entre sus brazos, intentando despertarla.
Uno de los guardias lo agarró del pelo y lo alejó de los demás. Mientras seguían escuchándose disparos, Shao recibía una paliza a manos de aquel maloliente monstruo.
Tras asestarle varios golpes, sacó su arma y apuntó al joven moribundo para acabar con su inmunda existencia, pero el hombre que había ordenado matar a las niñas apareció de improviso y lo detuvo:
· A este lo quiero con vida. – miró a Shao y asintió – Tiene lo que hay que tener.
El guardia guardó su arma y se dio la vuelta, pensando que el crío no se movería. Contra todo pronóstico, Shao se levantó del suelo y echó a correr.
Mientras se adentraba en el bosque cercano, las balas volaban a su alrededor agujereando los árboles y provocando una lluvia de astillas sobre él.
Un breve descuido provocó que cayera de bruces contra el suelo. Dolorido por la paliza, exhausto por huir y magullado por la caída, Shao permaneció tumbado, retorciéndose entre lagrimas de dolor y angustia.
Cuando alzó la vista, dispuesto a continuar su huida, las fauces de una bestia se abrieron ante él mostrando sus afilados colmillos. Asustado, lo único que hizo fue mirar fijamente los ojos de aquel feroz animal que parecía dispuesto a devorarlo.
Durante eternos segundos, ambos se miraron el uno al otro hasta que, finalmente, el hombre al mando apareció:
· Buen lobo... me llamaron loco al intentar reprogramar estas bestias, y ahora mira lo útil que resultan. – miró al niño – Y tu... – le dio una patada – Maldito desagradecido. – se arrodilló y lo agarró del cuello – Os ofrecemos una oportunidad de ser útiles para la sociedad y os comportáis así – volvió a golpearle – Tendré que enseñarte modales...
Mientras aquel despreciable ser continuaba pegando a Shao, el pequeño forcejeaba intentando escapar. A pesar de que todo parecía perdido, ocurrió algo que se podría calificar de milagro.
Quizá aquel hombre no había reprogramado bien a la criatura, quizá la inteligencia artificial del animal superaba con creces la esperada o, quizá, incluso aquella bestia sabía que lo que estaba presenciando era inmoral.
El lobo se abalanzó contra el hombre, desgarrándole el cuello casi al instante, y no lo soltó hasta que dejó de moverse. Después, se acercó a Shao:
· Reconfigurando el sistema. – dijo una voz robótica que parecía proceder del animal – Restableciendo parámetros por defecto – Shao temblaba – Por favor, pronuncie el nombre del nuevo propietario.
· ¿Mi... nombre? – Shao estaba confuso
· Por favor, pronuncie el nombre del nuevo propietario. – repitió
· Yo... Shao... mi nombre es Shao.
El lobo emitió unos pitidos y, después, se acercó al niño y lamió su rostro. Shao no comprendía lo que acababa de suceder... se levantó del suelo con ayuda del animal, se subió a su lomo y, juntos, se alejaron de allí.
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Cora: Destino incierto
Science FictionLa nave Cora y su tripulación son los encargados de trasladar un artefacto de origen desconocido hallado en la moribunda luna Oculus, que orbita alrededor del lejano planeta Horus, hasta la tierra. La aparentemente sencilla misión dirigida por el ca...