Un fuerte golpe resonó por toda la sala de maquinas de la nave, provocando incluso algunas ondas en un pequeño charco de agua que se había formado alrededor de una tubería.
Un segundo golpe de mayor magnitud hizo que una bombilla mal ajustada cayera al suelo provocando una pequeña, pero luminosa, explosión.
Un tercer golpe de potencia inmensurable, acompañado del estrepitoso ruido metálico de una caja de herramientas estampándose contra el suelo y del grito desesperado de un hombre maldiciendo a Dios, marcó punto y final a aquella cacofonía.
El joven Shao Zhi Shen, de veintidós años de edad, había abandonado su país natal a la temprana edad de ocho años. El dictatorial gobierno impuesto por los Legisladores en todo el mundo convirtió a Shao en fugitivo hasta que, tras muchos años huyendo y escondiéndose de la eterna e infame mano de los Legisladores y sus agentes de justicia, encontró en William Wolvert y en su mujer una nueva familia que le ofreció alojamiento, comida y un trabajo... librándole además de las garras de los buitres que lo perseguían.
A duras penas, totalmente agotado y empezando a perder el juicio tras casi unas diecinueve horas ininterrumpidas de reparaciones, Shao agarró con fuerza la llave inglesa más grande que tenía a mano y empezó a golpear su caja de herramientas hasta que esta cayó, esparciendo todas las herramientas por la sala. Exhausto, se dejó caer al suelo y exclamó:
· ¡Me cago en Dios! ¡Joder! ¡Putas maquinas de mierda y la puta madre que las parió!... - arrojó la llave inglesa al otro lado de la sala - Joder...
Mientras se secaba el sudor de la frente con la sucia y raída manga de su uniforme, el ruido de unos pasos provenientes del lugar donde había aterrizado la llave inglesa llamó su atención:
· Lobo, Lobo, Lobo... que haría yo sin ti pequeño bribón.
Lentamente, su fiel mascota se acercó a él llevando entre sus mandíbulas la llave inglesa. Cuando estuvo lo suficientemente cerca soltó la llave y su hermoso pelaje grisáceo resplandeció bajo la luz de la lámpara que oscilaba sobre la cabeza de Shao.
Aquel cánido había acompañado al joven desde los ocho años, protegiéndolo de los infortunios que se le presentaban en el camino. Durante todos esos años Lobo y Shao habían ido estableciendo vínculos que, a pesar de lo extravagante que les pueda sonar a algunos, los había convertido en hermanos.
Shao acarició el lomo de la bestia mientras bostezaba y se preguntaba cuanto tardaría en reparar aquel desastre. Durante el descenso a Oculus una explosión volcánica arrojó cientos de rocas contra la nave, dañando algunas placas exteriores.
Los sistemas básicos necesarios para un correcto funcionamiento se sobrecalentaron y muchas piezas quedaron inservibles. Por si eso fuera poco, las turbulencias habían lanzado al capitán directamente de cabeza contra el suelo incapacitándole para poder ayudar en las reparaciones y dejando todo el trabajo en manos de Shao Zhi Shen y la hermosa Layna Alena:
· Debería haber salido a reparar las placas... - dijo mientras se levantaba - ¡Seguro que ya habría acabado!
Comenzó a recoger las herramientas, que se encontraban desperdigadas por toda la zona. Lobo le ayudaba en la medida de lo posible, deteniéndose de vez en cuando para olfatear alguna de las muchas y extrañas manchas del suelo que encontraba a su paso.
La forma de una mujer empezó a materializarse detrás de Shao, el cual no se percató de ello hasta que observó que Lobo estaba quieto y con la mirada fija en algo. Al darse la vuelta vio a la fantasmagórica mujer y no pudo evitar dar un brinco:
· ¡Joder! - exclamó - Me has asustado Caroline. ¿Ocurre algo?
· El Coronel Tom S. Serus y sus hombres se encuentran a quinientos metros de la nave solicitando acceso. Tal y como me pediste no he molestado al capitán. ¿Cuáles son las nuevas órdenes?
· Llegados a este punto no queda más remedio que despertar al capitán. Infórmale de la situación... espero que no se enfade por no haberle avisado antes.
· A sus órdenes, Shao.
La mujer desapareció instantáneamente. Shao continuó recogiendo las herramientas, mientras murmuraba palabras que solo Lobo podía oír.
La mayoría de las interacciones que tenía con Caroline desde el accidente acaecido dos años atrás le afectaban negativamente... aunque no tanto como al capitán... y aunque estar junto a Caroline era un duro golpe, ambos necesitaban verla y hablar con ella para sentirse completos.
Minutos después de que la mujer se marchase una alarma empezó a sonar. La voz de Caroline repetía una y otra vez: "Protocolo 55".
Rápidamente, Shao dejó lo que estaba haciendo y abandonó la sala de maquinas en dirección a las compuertas que daban acceso a la nave.
Lobo corrió detrás de él.
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Cora: Destino incierto
Science FictionLa nave Cora y su tripulación son los encargados de trasladar un artefacto de origen desconocido hallado en la moribunda luna Oculus, que orbita alrededor del lejano planeta Horus, hasta la tierra. La aparentemente sencilla misión dirigida por el ca...