¡Mentirosa!

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Los mensajes eran aterradores, pero los mensajes de voz eran escalofriantes.

Stanley se mantuvo a mi lado, con su mano en la mía en un intento por hacerme sentir mejor, pero ¿Cómo puedes sentirte bien cuando estas escuchando la voz de un hombre que solo habla de como va a matarte por no haber respondido sus llamadas?

Quemaré tu hermosa piel y lentamente la arrancaré de tus huesos mientras oigo tu deliciosa voz gritando por piedad, y se la entregaré a tu noviecito antes de hacerle lo mismo.

Apreté el teléfono con fuerza e intenté mantener mi respiración lo más neutral posible, pero era difícil. Stanley me quitó el teléfono y volvió a apagarlo.

--¿Por qué te lo llevaste?—pregunté casi sin voz—estuve toda la noche contestando sus llamadas para que él no se enojará ni se desquitará con Maison—mire a Stanley y sentí las lágrimas brotar de nuevo—¡¿Por qué te lo llevaste?!—el chico no perdió tiempo y me abrazó

--Necesitabas estar tranquila, no puedes simplemente callarte esto y soportarlo en soledad. Tú no eres Rebecca, no tienes por qué pasar por esto. Debemos dar pie a las autoridades, ellos lo buscarán y te mantendrán a salvo de él—Stanley me alejó y sostuvo mi rostro entre sus manos—debes decirle a Maison e informar a la policía

--¿Y qué diré? ¿Qué un loco me está confundiendo con la hija muerta de Howard Hawkins, la cual he estado suplantando desde entonces?—me alejé de Stanley y me limpie el rostro—Howard no va a ayudarme, al contrario, es capaz de dejarme en manos de ese loco. Además, si digo que no soy Rebecca, ¿crees que tus tíos dejen a Maison casarse conmigo?

--eso es lo de menos ahora, lo que importa es tu seguridad—comencé a caminar por la sala en espera de una respuesta a todo este maldito embrollo—si no hacemos algo, terminaras enloqueciendo por culpa de este sujeto

--es tarde para eso Stan—el chico me miró con angustia—he enloquecido, la culpa me ha vuelto loca, una culpa que ni siquiera es mia—llevé las manos a mi cabeza sin saber que hacer

--¿Culpa? ¿de que hablas?—preguntó confundido y me di cuenta de que habia hablado de más—Julia ¿Por qué te sientes culpable?—Agaché la mirada y moví la cabeza incapaz de hablar—dimelo

--Esa noche...Lucas—miré mis manos y las imagine cubiertas de sangre de aquella pobre mujer. Cerré los ojos y sentí un sabor amargo en mi boca

--Julia, la muerte de Lucas no es culpa tuya—las manos de Stanley sujetaron las mías—era el o tú

--No es eso Stanley—solté sus manos y respiré hondo antes de darle la cara—Lucas me dijo esa noche que yo era la culpable de que Mathew estuviera en prisión

Los ojos de Stanley se abrieron por la sorpresa y en ellos brillaba la confusión y el horror. Me sentí una maldita, aunque realmente yo no tuviera la culpa, me sentía mal por tener el rostro de una asesina. La habitación se quedó en silencio por un largo tiempo. Stanley estaba en shock por la noticia, y no lo culpo, yo también actuaria de la misma forma.

--No puede ser—el chico volvió a tomar asiento en el sofá e hice lo mismo—¿Cómo?

--Stanley—llamé con cuidado, no quería que se enfadará conmigo—se que...se que tal vez no sea lo correcto, pero...necesito saberlo—mire al chico y este tardo en regresarme la mirada—¿sabes si...si Mathew y Rebecca alguna vez...estuvieron juntos?

--¿Qué? ¿Por qué preguntas eso?

--Olive...la madre de Rebecca, me dijo que antes de ser la prometida de Maison, Howard planeaba hacer que Rebecca y Mathew se casaran

Entre Amor Y MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora