Pesadilla

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Abrumador.

Todo estaba en silencio. Un silencio eterno y palpable. Podía sentirlo rodearme, tocando mi cuerpo con cuidado.

Horrible.

Lo odiaba. Esa sensación era desesperante y me ponía ansiosa. Abrí mis ojos y encontré algo peor que el silencio.

Vacío.

Una habitación de un perturbante color blanco. Era demasiado brillante. Lastimaba mis ojos. Mire mi cuerpo y lo descubrí tal y como solía estar. No faltaba ni sobraba nada. Me levanté de la cama sintiendo la frialdad del piso y me dirigí a la puerta.

Un estallido se escuchó a lo lejos y sentí mi pecho impulsarse hacia atrás. Caí de espaldas en el piso blanco y observé la sangre manchar la bata blanca que usaba. Giré mi cabeza y vi la sangre esparcirse debajo de mi.

Oí pasos. Alguien se acercaba pero yo no podía levantarme. Estaba hablando, pero por alguna razón no podía oírlo, aunque sabía que lo hacía. Un par de ojos azules me miraron y vi una sombra cubrirlos. Mis labios se movieron en una súplica muda, pero él sonrió como si realmente lo hubiera escuchado.

Maison se agachó sobre mí y acarició mi mejilla mientras una sonrisa dulce deformaba sus labios, pero ese gesto no llegó a sus ojos. Sus manos me tomaron por el rostro y me separaron del suelo como si fuera a besarme, pero no era esa su intención.

Mi cabeza fue azotada una y mil veces contra el frio mármol. Sus ojos aún seguían sobre los míos pero su sonrisa era siniestra. Disfrutaba lastimarme, podía verlo.

Maison



Abrí los ojos y sentí un dolor en mi pecho.

--Rebecca ten cuidado

Olive apareció a mi lado y sus manos comenzaron a empujarme suavemente para que volviera a recostarme. Estaba en el hospital, en una habitación para mi sola, pero a diferencia de mi horrible sueño, no habia silencio, podía oir el irritante sonido de la maquina a mi lado, y el televisor y la voz de Olive; tampoco estaba blanco, los muros eran blancos pero habían pequeños detalles, como el marco metalico de la ventana, la puerta de madera que seguramente daba al baño y varias cosas que pintaban la habitación. Y lo mejor de todo, Maison no intentaba matarme.

--¿Cómo te sientes cariño?—pregunto Olive con voz preocupada. La mire y fui consciente de la gran mentira que habia llevado durante meses—¿Rebecca?—bajé la mirada y llevé una mano a mi hombro cuando sentí un leve ardor—no lo toques, aun esta lastimado

--¿Qué sucedió?—pregunté en voz baja. Me movi a pesar de los reclamos de Olive y termine sentada con el suficiente espacio para echar una mirada a mi hombro

--Te dispararon—mire la venda que cubria mi hombro derecho y fruncí el ceño—un poco más y pudo darte en el corazón—no recordaba que me hubieran disparado

--Stanley ¿Dónde esta?—busque la mirada de Olive y me alivie al no ver una sombra de tristeza en ella—¿esta bien?

--Si, el chico se encuentra bien. Esta en la habitación de al lado, Maison esta con él—dejé escapar un suspiro y me tranquilice—aunque el debería estar aquí contigo en lugar que con su primo, tu eres su prometida

--Stanley es muy importante para él—lo defendí—prefiero que este con él

--¿Cómo dices esas cosas? Ese chiquillo debe darte el lugar que te corresponde. No puede abandonarte solo porque su primo no este bien ¿Qué dice eso de él?—se quejó la mujer con tono déspota

Entre Amor Y MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora