Negación

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Las pupilas de Draco se dilataron ante la confesión de Hermione, ¿acababa de escuchar bien?, Hermione está embarazada. ¿De mi? Comenzó a ponerse pálido y sentía que pronto sus piernas fallarían. ¿Cómo pudo ser tan imbécil y no se protegió? "Idiota", se llamó así mismo. Volvió a mirar a Hermione quien lucía tranquila, pues si, enganchó al mago más rico del Mundo Mágico y Muggle con un hijo, un bastardo porque nacería fuera del matrimonio Malfoy, debía de ser Astoria quien le diera a su primer hijo no ella, no Granger, no esa repudiable Sangre sucia.

Mientras él pensaba el odio que le estaba por dar a la castaña, ejercía fuerza en sus manos, quebrando una copa de vidrio que fue la que lo sacó de sus pensamientos.

– ... ¿y bien?.-
– ¿Bien qué? No te das cuenta del error que cometimos, ese, ese, bastardo no puede ser mío.- Draco señaló con su dedo índice el vientre aún plano de la mujer, sacándola de sus casillas y haciendo que está se parará en seco del asiento.
– ¿Ah, no? ¿Cómo te atreves Draco Malfoy a difamarme de esa manera? Con el único hombre con él que he estado es contigo...-
– Y Weasley, él es tu marido. No dudo que te hayas embarazado de él y decir que es mío para obtener alguna parte de mi fortuna, pues estás muy equivocada Hermione.- Draco no hablaba, gritaba, escupía todo el veneno que un buen Slytherin podía hacer. Hermione en ningún momento se doblegó y no se permitió llorar aunque por dentro estuviera destruída. Lucía firme y serena, convencida de lo que estaba diciendo.
– Yo ya no tengo nada con él y ese tema no te incumbe, vivo muy feliz sin depender de nadie..-
– Dependes de mi sexo y quieres hacerlo de mi dinero.-
– No, no te creas tan importante.-
– No sabes con quién te has metido.-
– Yo sólo venía avisarte que estaba embarazada y no está en mis planes tener a un bastardo como tú.- ¡Oh mi Dios! Hermione se había referido a su hijo como un digno bastardo, ¿le causaría algún tipo de dolor el haberle nombrado así? La cara de Malfoy se tornó rojo ante la confesión de la castaña, le dolió lo que quizás a la castaña no.

– Entonces no debiste haber venido.-
– Exactamente. No sé porque pensé que le salvarías la vida a tu hijo, pero me equivoqué.-
– ¿A qué te refieres?.-
– Lo abortaré.- le miro ella tan segura, por Dios era una excelente actriz, seguramente esa debería de ser su profesión en el mundo Muggle.
– Por mi haz lo que se te venga en gana, no me perjudiques ni arruines mi matrimonio.- Draco botó una pluma al escritorio dejando perpleja a Hermione quien se tragó las ganas de soltarse a llorar y sólo se limitó a sonreír cómo pudo. No había nada más que hacer ni qué decir así que se levantó del sillón, le lanzó una última mirada a Draco de tristeza, coraje y salió de la oficina.

– ¡Carajo!.- Draco pateó con tanta fuerza el sillón donde ella estaba sentada, estaba furioso. ¿Cómo podía pensar que Hermione mataría a un ser inocente? A un bebé, el bebé de ambos. Podría ser un bastardo pero no por eso dejaría de ser su hijo. Estaba triste y se sentía la peor mierda del mundo. ¿Pero qué debía de hacer? ¿Correr tras ella y pedirle el hijo? ¡Sí! Eso debía de hacer, Draco salió echando lumbre por el suelo para alcanzar a Hermione pero fue demasiado tarde, no sabía dónde había agarrado rumbo y se sentía fatal. Volvió a maldecir una vez más y entro de nuevo a la oficina.

Con todo el coraje en el corazón, la tristeza y unas lágrimas a punto de brotarle, Hermione salió volando de allí. Agradeció que el taxista que la había llevado hasta Malfoy aún estuviera esperándola, rápidamente, sin mirar hacia atrás subió al taxi y cambio de ruta hacia su casa. Iba sensible, quería llorar pero no se lo permitía, ¿cómo podría decir eso Draco Malfoy? ¿Cómo podía deslindarse así de la nada de una responsabilidad enorme? Eso si que era no tener los suficientes pantalones, pantalones que solo Hermione estaba llevando en todo momento. Empezando el trayecto, Hermione soltó unas lágrimas en silencio para no preocupar al taxista, de las limpió con el dorso de su muñeca, cerró los ojos para reflexionar.

El secreto de Hermione GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora