Síntomas varoniles

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Eran aproximadamente las 3:21 de la madrugada del sábado, Draco se encontraba en el piso del baño agarrado del w.c a causa de náuseas ¿qué habrá comido para sentirse así? La cabeza le daba vueltas, las náuseas no cesaban y el vomito se hizo presente. Pobre Draco, si tan solo supiera.

Retroceso

Una vez que Blaise se había ido de su oficina, lo pensó bien, ¿y si ella si estaba embarazada de él? ¿Le daría alguna oportunidad? No, definitivamente no, escogería la opción de Blaise, tomar al niño y criarlo él mismo sin su despreciable madre. Si eso haría y eso le diría, Draco se levantó en breve del asiento, tomó su túnica y ya estaba a unos pasos de salir cuando de pronto apareció en la puerta Astoria con un hermoso vestido a media pierna verde olivo y su cabello rubio atado a una coleta alta. Su rostro mostraba tristeza y preocupación.

– Astoria.-
– Hola Draco.- le sonrió levemente ella.
– ¿Qué haces aquí?.-
– Te echo de menos.- sus palabras venían acompañadas de unos pucheros y una que otra lágrima. Draco se acercó a ella y le abrazo, Astoria le correspondió y se aferró demasiado a él. – No puedo vivir sin ti, pero no quiero que vivas atado a mi, a alguien que no puede darte hijos, no puedo permitirme eso.-
– Astoria, mírame.- le levantó la cara con sus manos haciendo que ella lo mirará. – No me alejaré por nada del mundo de ti.-
– Júralo, júralo que por nada y nadie del mundo lo harás.-
– Lo juro Astoria.-

"Mentiroso" una voz en su interior le llamaba así, se estaba engañando que viviría feliz con esa mujer que no podía darle hijos, Astoria era un caso perdido, pero el pensaba que quizás podrían adoptar o utilizar algún método muggle pero ella se negaba, quería a su hijo en su vientre. Dentro de ella. Draco abandonó en algún rincón de la oficina toda oportunidad de ir a buscar a Granger para hablar con más tranquilidad del futuro del bebé que ella esperaba para irse con una Astoria dolida por su condición, al salir, Blaise vio a su amigo irse con su mujer tomados de la mano, el rostro de ella mostraba felicidad pues ya había recuperado a su amado él de el, mostraba dolor. Dolor porque no la vería más. Blaise solo negó con la cabeza y no se quiso ni acercar a la pareja.

– ¿A dónde vamos?.-
– A la mansión, tu madre preparó tu cena favorita. ¿No te emociona eso Draco?.-
– Si, mucho.- fingió y ambos entraron a la chimenea donde unas llamas verdes los devoraron y los dejaron en la chimenea de la Mansión Malfoy. Allí fue donde Draco tuvo el primer síntoma. Náuseas.

– Astoria, Draco, que bueno es volver a verlos juntos.- su madre salió de la estancia y se acercó a ambos para recibirlos con un abrazo, miro detalladamente a Draco y le tomó la cara con sus mano. Lucía bastante pálido.
– Hijo, ¿te encuentras bien?.-
– Si madre, no te preocupes. Ha de ser el trabajo. Me tiene agotado.- apartó su mano de la de Astoria y tomó la de su madre para besarle. Narcissa le sonrió al igual que Draco lo hizo, se separó de él y abrazo a Astoria y juntas caminaron al comedor. Draco abanicó con su mano para poder agarrar un poco de color. Lo necesitaba con urgencia.

La cena estuvo tranquila, no hubo reclamos como lo habían meses atrás cuando Narcissa les exigía nietos, está vez fue diferente, cenaron en paz como una familia sin problemas pero Draco no dejaba de pensar en Hermione y hubo varias ocasiones en la que su madre le alzaba la voz o Astoria le pateaba en la espinilla. El mundo estaba centrado en su hijo.

Una vez la cena terminada, Draco y Astoria se levantaron de la mesa, y a suponerse cada quien se iría a sus respectivos hogares, ella a la Mansión que tenía con el en las afueras de Londres y él a su departamento en el puro centro, peor su madre los detuvo antes de dar un paso.

– ¿Por qué no se quedan está noche.-
– Madre, yo...- Draco comenzó a balbucear de nervios.
– Nada Draco, nada es más importante que yo.-
– Tienes razón, tomaré mi habitación.-
– Hijo...- De inmediato entendió la indirecta.
– Vanos Astoria, vayamos a descansar.-  la guapa mujer le sonrió a él y a su suegra quién esta última le guiñó un ojo, se apresuró a ponerse a la par de Draco y juntos subieron las escaleras hasta el antiguo cuarto de él.

Una vez que entraron, Astoria se lanzó sobre él y lo besaba, necesitaba llenarse por completo de él, lo había extrañado a montones y no podría vivir sin él un día más. Se sentía incompleta pero Draco no correspondía como ella quería el beso, estaba triste y se miraba cansado.

– ¿Qué tienes? ¿Ya no te gustó?.- Draco quitó de su cuello las manos de ella.
– Astoria, estoy muy agotado, quiero dormir.-
– Pero...
– Por favor, mañana desafortunadamente trabajo.-
– Puedo ir contigo.-
– No, Blaise irá conmigo. ¿Entendido?.- ella asintió y Draco se movió de su lado para vestirse. Realmente se sentía cansado y mareado, algo había comido para sentirse así.

Toda la noche Draco se la pasó removiéndose en la cama, los mareos se hicieron a cada minuto más frecuentes al igual que las ganas de vomitar, se levantó al menos 10 veces y cuando se canso de estar levantándose tomó el cesto de la basura y lo puso a su lado, cerró los ojos parecía que todo se había calmado, ya estaba agarrando sueño cuando de pronto las naúseas aumentaron, salió corriendo al baño y allí pasó toda la noche, pegado a ese W.C.

Actualidad

– ¿Draco? ¿Estás bien?.- Astoria se acercó de inmediato a él, acurrucándolo entre sus brazos, temblaba, tenía frío y de repente calor, la cabeza le zumbaba, las náuseas volvieron y cuando menos pasó, Draco se desvaneció entre sus brazos. En la recámara había un Draco desmayado en los brazos de una joven bella quien gritaba como loca.

Astoria llegó de inmediato junto a un elfo que habitaba en su mansión desde años atrás, Ollie.

– ¿Qué pasó Astoria?.- Narcissa entro sin pedir permiso y se puso a lado de ambos, acarició su rostro y le palmeaba las mejillas.
– Draco, Draco, hijo mío. Despierta.- pero no hubo respuesta alguna. – Ollie, por favor pide un médico de inmediato. Astoria ayúdame a mover a Draco a la cama.-

Ollie salió disparado a buscar a un medimago lo más cercano a la mansión y ambas mujeres con sus varitas empuñadas subieron a la cama a Draco, Narcissa lloraba de miedo, temía que algo malo le sucediera a su hijo. Lo miraba tan pálido, no le encontraba algún signo, quizás se debía al nerviosismo que traía. Bastaron 10 minutos para que apareciera un medimago en plena bata de dormir, gordito y chaparrito. Con una sonrisa en el rostro a pesar de todo. Ya estaba adulto y era el médico de la familia Malfoy.

– Doctor Davie, pase, pase. Revise a mi hijo.-
– Cálmese Sra. Malfoy, todo estará bien.- las palabras de aquel médico tranquilizaron un poco a Narcissa como a Astoria, se colocó a su lado, empezó a revisar a Draco tomándole el pulso en su muñeca, tomó su presión, checo su ritmo cardiaco, revisó sus pupilas, su boca, el interior de sus oídos, al parecer estaba bien.

– ¿Y bien?.-
– ¿Qué cenó el Sr. Malfoy?.-
– Cenó una ensalada, no quiso el plato fuerte.- habló Astoria mirando a su suegra con confusión.
– Cierto, rechazó la comida que le había causado algún tipo de náuseas.-
– ¿Náuseas? Sra. Astoria, ¿está usted embarazada?.-
– No que yo sepa doctor. Si supiera créame que usted sería el primer en saber.-
– Bueno, descartemos esa idea. Quizás bebió algo que le hizo daño, con exactitud no puedo decirle un diagnóstico sin antes hacerle unas pruebas.-
– Pues hágaselas ahorita mismo.- exigió su madre.
– Con gusto Sra. Malfoy pero como vera, no traigo mi equipamiento correcto. Pero llévenlo más tarde a mi consultorio para descartar cualquier cosa, por el momento hay que dejarlo descansar, debió de haber tenido un día bastante agotador. ¿Sí?.- ambas mujeres asintieron con la cabeza, pues ya que, tenían que acatar lo que el médico decía, debían dejarlo descansar y para esto, Narcissa le propuso a Astoria mudarse a la habitación de enseguida, para que estuviera al pendiente de su hijo en cualquier momento, al principio ella no quería apartarse de su esposo, quería estar allí con él pero entendió que debía dejarlo descansar lo más pronto posible. Todos los invitados salieron de la habitación dejando a un Draco Malfoy en la cama. Poco a poquito estaba recuperando su color.

El secreto de Hermione GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora