Hermione

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La casa de Kent, en donde ella creció junto a sus padres lucía cuidado y hermoso, un jardín impecable pero se podía divisar que los rosales estaban tristes, no tenían el color brillante sino uno apagado y todo desde que George fue asesinado aquella noche. La vida de Jane cambio.

Se encontraba sola, tomando una taza de té en la sala y frente a ella estaba el muchacho de los cabellos platinados. Esperando a que esta hablará, pero a cambio obtuvo una taza de té por su parte, para no verse descortés le aceptó más no bebió.

Draco había llegado menos de treinta minutos, Jane al verlo parado frente a su puerta, el poco color que tenía en su piel se le fue hasta las plantas de los pies, jamás se imaginaba que él estuviese allí, no le odiaba por dejar a su hija en el embarazo, por romperle el corazón y mucho menos le odiaba por no crecer junto con el ser maravilloso que era Alex, simplemente ella le ignoró, ignoró la existencia de aquel muchacho y todo iba de maravilla hasta que llegó a tocar la puerta de su casa.
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—¿Qué haces aquí?.– soltó brava.
—Vengo a qué me diga la verdad y nada más que la verdad.
—No sé que tipo de verdad quieres escuchar muchacho, date la media vuelta y no vuelvas a poner un pie por aquí.–

Jane estaba por cerrarle la puerta en las narices pero hábilmente, metió la mano y detuvo la puerta. El terror y el nerviosismo se hicieron presentes en el rostro de la mujer.

—Sólo quiero recuperar a Alex.–
—¿Te estás escuchando? Mi nieto no te puede ver.–
—Y es por eso que estoy aquí. Quiero que me diga, ¿qué pasó?.–

Dudo en dejarlo pasar, se hizo a un lado y le permitió la entrada. Cerró la puerta y le invitó una taza de té. Lo que le iba a contar sería fuerte y serio.
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—No puedo más.– soltó desesperado, golpeando la mesa de centro de la sala. Jane siguió bebiendo. —No vine a tomar el té con usted, señora Granger. Vengo a que me diga eso que Hermione me ha ocultado.– se acercó sutilmente a ella. —¿sabía que está desaparecida?.–

Jane abrió su par de ojos como dos platos y giró su rostro para ver a Draco, quien lucía confundido y preocupado.

—Es una manera muy sucia para sacarle a alguien la verdad, Draco.– sus ojos le brillaron.

—Por mi vida que nunca le haría daño a la madre de mi hijo.–

—No te creo.–

—Por favor Jane, dime la verdad.–

Jane dejó la taza en la mesa, se frotó sus manos contra sus piernas, dio un respingo y se levantó. Caminó hacía la chimenea, y de una cajita muy insignificante de madera sacó lo que era una botellita de plástico que a simple vista parecía un juguete. Se acercó de nuevo a Draco y se lo entregó. Era una botellita de una salsa de tomate, un juguete de Alex.

—¿Un juguete?.–

—Es de Alex, pero aquí hay varias cosas que deberías de saber. Tómalo y vete de mi casa.

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Con el juguete de su hijo y sin respuestas salió de la casa de la madre de Hermione. se dirigió a una cabina telefónica y dígito un par de números que lo llevaron hasta el interior de un armario de escobas del hogar de Blaise, quien estaba de pie frente al ventanal de su oficina, bebiendo una deliciosa copa de wisky añejo. No se giró a ver a Draco, pero con su aroma supo que era él.

—¿Lo sabes, no?.– soltó Blaise.

Draco quien había llegado a sentarse a uno de los sillones con la cara de tristeza y confusión, perdido en la nada, alzó la vista ante el comentario del moreno.

—¿Saber qué? Demonios Blaise, vengo de casa de Jane Granger y no obtengo nada más que un juguete de mi hijo.- se levantó alterado e hizo que el moreno se girará sobre sus talones, arrojando a la pared la copa. —¿Qué debo de saber, Blaise?.–

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⏰ Última actualización: Jun 19, 2018 ⏰

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El secreto de Hermione GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora