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Recibió una rosa amarilla. Estaba en una banca de su porche. Ella la recogió. Una nota con su nombre estaba pegada a la flor. No había tarjeta ni algún otro nombre.

Ella olió la hermosa rosa. El dulce aroma inundó sus fosas nasales. Se la llevó adentro, pero no sin  antes mirar alrededor para ver si quien colocó eso allí seguía cerca.

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Él sonrió cuando ella tomó la rosa. Sabía que a ella le gustaría.

El amarillo era su color favorito.

La había colocado ahí esa mañana. La había seguido a casa la noche anterior. Fue un placer saber dónde vivía.

Él mandaría muchas muchas más y ella las amaría todas. Y entonces, lo amaría a él, así como él la amaba a ella.

Pronto...

100 Rosas AmarillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora