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Él la observaba desde las sombras. Ella permaneció en casa. A él le gustaba eso. Era más fácil verla. Seguir viendo ese  suave cabello castaño que tenía. Empaparse de cada detalle de su hermosa piel pálida.

Él estaba en los arbustos, mirándola--queriéndola. Ella se acurrucaba en una cobija como una encantadora niña pequeña.

Él se preguntó si estaría enferma. Tal vez podría calentarla alguna vez...

100 Rosas AmarillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora