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Ella casi gritó. Afortunadamente, tenía las manos sobre su boca.

Vio sus pies. Estaban muy sucios.

No llevaba zapatos.

Un olor  a humedad venía con él. Sintió su corazón latir al ritmo que se acercaban, hasta que llegaron a su cama. Sus pies casi la tocaban.

Ella trató de no gemir. Sus pies se giraron a la vez que él miraba en la habitación. Dulcemente pronunció su nombre.

"Mandy," dijo una voz empalagosa. "Sé que estás aquí." Él camino hacia la pared.

Ella escuchó un rasquido. ¿Qué estaba haciendo?

Entonces, él regresó a la puerta. Ella suspiró de alivio. Pero algo cayó al suelo...

Y él se inclinó para recogerlo...

100 Rosas AmarillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora