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Ella despertó en un cuarto sucio. Estaba amordazada. Una pequeña bombilla era la única fuente de luz.

Él estaba sentado en una silla, observándola con curiosidad.

Ella lloriqueó. Él sonrió.

"Estás despierta," le dijo.

Sus ojos estaban llenos de lágrimas. ¿Por qué le pasaba esto a ella?

"Bien," dijo él. "Ahora, solo recuerda--tú eres mía, para siempre."

100 Rosas AmarillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora