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Ella vio a una mujer poniendo una rosa amarilla en su porche. Se enfureció. ¿Fue ella quien enviaba las rosas todo este tiempo?

¿Por qué?

Caminó hasta la mujer y le exigió saber lo que estaba haciendo.

"¿Qué hace usted aquí?" Le preguntó.

"Soy una florista y uno de mis clientes me pidió que hiciera esto", contestó la mujer.

Ella parpadeó. "¿Quieres decir que... se fue?"

La florista asintió. "Él siempre regresa a comprar una rosa amarillas. Ayer me preguntó si podía traértelas durante un par de días."

Dejó de escucharla. ¡Él se había ido!

¡Ella era libre!

Al menos era lo que ella creía.

100 Rosas AmarillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora