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Su teléfono estaba roto. Ella necesitaba otro. Pero estaba bien.

Se quedó en el hospital. Tendría que hacerlo durante algunos de los siguientes días. Se sintió aliviada.

Un vendaje envolvía su cabeza. No quería dejar el hospital.

Pero aún no estaba segura. Todos los días, una rosa amarilla aparecía para ella. De alguna forma él había conseguido a alguien que se las llevara.

100 Rosas AmarillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora