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Las maderas del suelo crujían mientras él caminaba hacía su habitación. Ella contenía el aliento.

Sentía su corazón golpeando en su pecho. Se mantuvo muy muy quieta.

Los crujidos se acercaban... y se acercaban.

Entonces se detuvieron. Un largo momento de silencio. Ella se preguntó si él se habría marchado.

Más silencio. ¿Estaba equivocada?

No. Sabía que no lo estaba.

La puerta de su habitación se abrió con un crujido.

100 Rosas AmarillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora