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Él estaba justo detrás de ella. Sus gritos fueron ahogados por sus manos.

Él sonrió. Finalmente era suya. Finalmente iría con él.

"Te dije que no fueras ahí, Mandy," susurró. "No quiero hacerte daño. Te amo. Ahora debes venir conmigo."

Ella luchó. Ella peleó. No sirvió de nada. El hombre era increíblemente fuerte.

Él puso un trapo sobre su nariz y boca. Un aroma empalagoso golpeó sus fosas nasales.

Se sintió mareada. El mundo comenzó a dar vueltas a su alrededor. Y su mente se deslizó lejos.

100 Rosas AmarillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora