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Las flores nunca dejaron de llegar. La florista negó ser ella quien las llevaba.

Ella se preguntó por qué seguían llegando.

Se encongió de hombros. Su acosador se había ido. Se había cerciorado con la policía para no tener dudas.

Las flores probablemente no eran gran cosa. La policía no pudo hacer nada después de que el primer hombre que la había amenazado estaba encerrado lejos de ella.

100 Rosas AmarillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora