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Abro los ojos del asombro, por más que observe la imagen, jamás observe un paisaje y mucho menos bonito.

—Oh sí, me equivoqué, quise decir un paisaje muy bonito —añado un poco asustado.

La enfermera Kinney me observa por algunos segundos, yo tan sólo agacho la mirada, pues estoy apenado.

—Tu viste una calavera, eso no tiene nada de malo, tranquilo —menciona ella sonriendo.

—¿En serio? —le preguntó confundido.

—Claro, es normal que un niño como tú, que ha sufrido ciertos eventos que otros niños no, vea una calavera y no un paisaje —la enfermera Kinney sonríe.

Suspiro hondo y me pongo de pie, pues veo que la enfermera hace lo mismo.

—¿Ya termino la sesión? —le pregunto angustiado.

—Si, por cierto, deberías quedarte con la imagen, intenta descifrar el paisaje, sé que lo lograrás —la enfermera Kinney me entrega la imagen.

La veo una vez más y vuelvo a ver la calavera, para mí no hay modo de que eso que estoy viendo sea un bonito paisaje.

—Bueno Daniel, eso ha sido todo, nos vemos después —agrega la enfermera, para luego caminar a la puerta de mi habitación.

Me despido y camino detrás de ella, al llegar a la puerta y ver que sale, yo cierro la puerta y regreso a mi cama.

—¡Un estúpido paisaje bonito! —añado enojado.

Dejo la imagen en la mesita de noche que se encuentra junto a la cama, me tiro al suelo y recuerdo aquella vez en que Daniel, mejor dicho, yo, lance a Flor por las escaleras y Daniel quería ayudarla.

—¡Por favor! Déjame salir, ella necesita mi ayuda —me digo, sin dejar de llorar.

Esas fueron las estúpidas palabras de Daniel, recuerdo perfectamente su rostro con lágrimas, yo tan sólo lo miraba con emoción al verlo sufrir.

Me pongo de pie rápidamente al ver que la puerta se abre, veo a Tony, Pablo y Omar entrar y acercarse a mí.

—¡Daniel estamos esperándote abajo! Se suponía que íbamos a ir a comer helados —comenta Tony enojado.

—Lo siento, con toda la sesión con la enfermera Kinney, lo olvide, pero ya estoy más que listo —le digo y tomo un suéter del armario.

Tony asiente con la cabeza y nos indica que lo sigamos, así que Pablo, Omar y yo lo seguimos a la puerta.

—¿Dónde están los demás? —le pregunto confundido.

—Carmen, Beth y Ángel nos esperan en la heladería, a la cual ya vamos tarde —susurra Pablo frunciendo el ceño.

Me detengo por completo al ver que Pablo va enojado conmigo, los tres voltean a verme confundidos.

—Nadie te dijo que me esperarás, te hubieras ido, no te fuiste porque no quisiste —le digo a Pablo.

—Tranquilo Daniel, no peleen —susurra Omar poniéndose entre los dos.

Isabel abre la puerta principal, nos da un abrazo de despedida y nosotros salimos de la casa.

—¡Con mucho cuidado chicos! —grita Isabel desde la casa.

Los cuatro caminamos por la acera, veo como los autos pasan junto a nosotros, en este momento quisiera lanzar a alguno de estas tres personas que se encuentran delante de mí, total, nadie los extrañaría.

No mires bajo tu cama 3 - Posesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora