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Narra Progenito.

Desde que comencé a habitar el cuerpo de Daniel, jamás pensé, ni siquiera paso por mi mente estar, así como estoy ahora. Siempre tuve cuidado con mis víctimas, nadie las vincularía conmigo, sólo que había un pequeño problema, Carlos.

El hermano de Daniel sabia de mi existencia desde que incendié la casa Foster, yo sabía que debía matarlo, pero como hacerlo, si él prácticamente salvo mi vida, él evito que yo me extinguiera con todo ese fuego infernal, yo debí matarlo y al no hacerlo, todo se complicó. Él escribió una estúpida carta que llegó a manos de Martha cuando él murió, debí asegurarme que no tramaba algo, aunque siendo Carlos, siempre tramaba algo.

Pero todo eso ya no importa, ahora lo único que importa es salir de esta situación cuanto antes, ya no quiero estar aquí, quiero y debo ser libre.

Intento con todas mis fuerzas zafarme de estás cadenas, todo intento resulta inútil, no puedo, no puedo hacerlo. Recuerdo aquellas veces en que caminaba por las calles sin temor a nada, no temía ser visto, ya que quien tenía la dicha de verme, debía morir de inmediato.

Tengo una idea para salir de aquí, cuando todos regresen a casa, mataré a Daniel, es la única oportunidad que tengo de ser libre nuevamente y así continuar con mi vida.

***
Narra Isaac.

Mi respiración se acelera al ver que el auto de Isabel se detiene lentamente en el parque, la noche hace presencia y todo se encuentra solitario y oscuro, incluso me da un poco de miedo.

—¿Listos? —pregunta el sacerdote Ted, volteando a ver a todos los chicos.

Beth, Pablo, Tony y Milena asienten con la cabeza, para luego limpiar algunas lágrimas que resbalan por sus mejillas, siento lastima por ellos.

Martha abre la puerta y todos comienzan a salir, el sacerdote Ted y yo incluidos. Caminamos hasta la cajuela e Isabel la abre. Tomo los pies del cuerpo de Omar y el sacerdote toma las manos, rápido apresuramos el paso hasta que llegamos al típico juego del pasamanos. Colocamos a Omar sobre el suelo y corremos al auto.

—Ustedes pueden chicos, háganlo por Daniel —Isabel les da un abrazo a todos.

Los chicos corren a los juegos del parque, mientras nosotros entramos el auto y nos ocultamos de cualquier cosa que nos pueda ver.

—¿A qué hora llamarás? —pregunta Isabel a Martha.

Martha nos observa, luego saca su celular y marca el número de emergencia.

—He visto un accidente en el parque, si, vengan de inmediato, gracias —Martha cuelga el teléfono.

Todos nos miramos entre sí, para luego fijar nuestras miradas en el parque, donde los chicos gritan por lo sucedido, todo sea por Daniel. Segundos después escucho una sirena de ambulancia, la cual se estaciona del otro lado del parque, los chicos aun gritan por lo sucedido.

—¡Oh por dios, es Jazmín! —grita Isabel angustiada.

Veo por la ventana y Jazmín acompañada de Carmen se acercan a la escena del crimen corriendo.

—Debe sentirse terrible —añado en voz baja.

Todos asienten con la cabeza, luego seguimos fijando nuestras miradas en la escena del crimen, donde ya han llegado policías, ambulancias y personas a ver lo sucedido.

—Es hora, aquí entramos nosotros y vemos que todo este yendo de acuerdo al plan —menciona el sacerdote Ted saliendo del auto.

Martha e Isabel rápido salen, en cambio yo me quedo inmóvil por algunos segundos, pensando en si esto es lo correcto, sé que debemos salvar a Daniel, pero a costa de otras vidas.

Respiro hondo, limpio algunas lágrimas que resbalan por mis mejillas y salgo del auto, los cuatro corremos hacia los juegos y vemos lo sucedido.

—¡Tony!, ¿Dónde está Tony? —grita Isabel buscando a Tony.

Martha corre hacia la ambulancia, para que le digan que paso, el sacerdote va hacia los chicos para que no sigan asustados y yo, camino hacia Jazmín.

—¡Todo esto es mi culpa! —grita Jazmín, abrazando a Carmen.

—Tranquila Jazmín, fue un accidente, no tu culpa —le digo animándola.

—No lo entiendes, yo cuidaba a esos chicos, ¿Qué se supone que le diré a su madre? —Jazmín continúa llorando sin parar.

Me quedo en silencio, pues no me había puesto a pensar en los padres de Omar, lo terrible que la pasaran al enterarse de la muerte de su hijo, oh dios, soy una persona horrible, apoyo rápidamente este plan, sin saber el daño que le causará a las personas.

Miro a todos lados, lágrimas salen por mis mejillas y no puedo evitarlo, Carmen se acerca a mí y me da un abrazo, luego me observa confundida.

—¿Por qué lloras? Él no era tu amigo —dice Carmen, confundida.

—Es sólo que... Sólo que es muy triste lo que está pasando, pobre Omar —susurro y me alejo de ella.

Un oficial me detiene y me indica que lo siga hasta una ambulancia, donde saca una libreta pequeña y una pluma.

—¿Qué haces aquí?, ¿Presenciaste el accidente? —me pregunta preocupado.

Al escuchar esa pregunta, el momento en que Omar se elevó por los aires y su cuello dio una vuelta brusca llega a mi mente y lágrimas caen por mis mejillas.

—¿Estás bien? —pregunta el oficial confundido.

—Si, es sólo que no puedo creer que un pequeño chico haya muerto —le digo limpiando las lágrimas.

—Responda las preguntas que le hice.

—No, no presencie el accidente, llegue aquí con la madre de Tony, amigo del fallecido —agrego, señalando a Isabel, quien abraza a Tony.

—Gracias por responderme esas preguntas —añade el oficial, para luego caminar hacia Isabel.

Camino hasta una banca que se encuentra cerca de mí, tomo asiento y veo todo a mi alrededor, los policías, ambulancias y personas comienzan a irse y todo queda como antes.

Jazmín se ha ofrecido a llevar a todos los chicos restantes a sus casas, luego Martha la acompañara a avisarle a la madre de Omar lo sucedido. Tony, Isabel, el sacerdote Ted y yo entramos al auto decaídos, tristes y afectados por lo sucedido.

—¿Estás bien? —le preguntó a Tony.

Él asiente con la cabeza, luego me da un abrazo y comienza a llorar fuertemente, lo entiendo, el merece llorar por la pérdida de su amigo.

Veo por la ventana, todo pasa tan rápido, algo que siempre me ha ocasionado un poco de mareo así que desvío mi mirada hacia Tony y sonrió levemente. El auto se detiene fuera de la casa de Isabel, donde todos rápido salimos y entramos a su casa a excepción del sacerdote quien nos observa desde la puerta.

—¿Qué pasa?, ¿Por qué no entra? —le pregunta Isabel confundida.

—Lo siento Isabel, pero no puedo hacer esto solo —menciona el sacerdote preocupado.

—¿Qué?, ¿De qué habla? —le pregunta Isabel enojada.

—Lo siento.

El sacerdote Ted se aleja de la casa de Isabel, abro los ojos del asombro al verlo irse, no entiendo que hace, ¿Por qué se va? Fijo mi mirada en Isabel y Tony, quienes comienzan a llorar, al ver que ya no hay quien ayude a Daniel.


......

¡Últimos capítulos!

No mires bajo tu cama 3 - Posesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora