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Veo fijamente la puerta de la cocina, la enfermera Kinney e Isabel están a punto de terminar su sesión de hoy, así que podre ir a casa de Carlos.

—¡Eso ha sido todo por hoy, Isabel! —añade la enfermería Kinney saliendo de la cocina.

—Nos vemos luego —menciona Isabel sonriendo.

La enfermera Kinney sale de la casa, yo me acerco a Isabel y la miro fijamente, ella sabe perfectamente a qué he venido.

—Ahora si puedo llevarte, vamos sube al auto —dice Isabel señalando la puerta.

Asiento con la cabeza y camino hacia la puerta, la abro y rápido entro al auto de Isabel.

Minutos después, Tony e Isabel salen de la casa, para luego subirse al auto y comenzar a alejarnos de aquí.

Veo por la ventana fijamente, trato de pensar en que es lo que Carlos planea, estoy más que seguro que Isaac sabe de mí, eso quiere decir que tendrá que morir pronto.

—¿A qué quieres ir a casa de Carlos? —pregunta Isabel, mirándome por el espejo retrovisor.

—Quiero visitarlo, platicar con él un rato, ya que no lo he visto mucho en la escuela —susurro angustiado.

Un profundo silencio inunda el auto, yo volteo a ver a Tony, no sé a qué ha venido él, pero no puede quedarse en casa de Martha.

El auto se detiene fuera de la casa de Martha, rápido abro la puerta del auto y salgo, camino de prisa a la casa y toco dos veces la puerta.

—¿Por qué no abren? —pregunto exaltado.

—Tranquilo Daniel, deben estar ocupados —susurra Tony junto a mí.

La puerta se abre, Martha nos indica que entremos y tomemos asiento en el sofá.

—¡Hola!, ¿Qué los trae por acá? —Martha nos observa con confusión.

—Daniel quiere ver a Carlos, dice que no lo ha visto mucho en la escuela —Isabel menciona.

Martha nos observa apenada, algo que me hace enfurecer un poco.

—¿Qué pasa?, ¿Por qué no vas a hablarle a Carlos? —le pregunto a Martha, acercándome a ella.

—Es que Carlos no está, hace algunos minutos salió con Isaac, si hubieran llegado antes, él aun estuviera aquí.

Respiro hondo y volteo a mis alrededores, todos me observan con angustia, así que actuó lo más normal que puedo.

—Oh es una pena, tenía muchas ganas de verlo y hablar con él —añado en voz baja.

—Lo siento Daniel, cuando llegue, le diré que vaya a hablar contigo.

Asiento con la cabeza y me dirijo a la puerta, salimos de la casa de Martha, subimos al auto y nos alejamos rápidamente.

Veo por la ventana y logro ver a Martha despidiéndose con la mano de nosotros.

***
Narra Carlos.

Camino por la calle acompañado de Isaac, los dos nos dirigimos a la iglesia, tenemos que hablar con el sacerdote Ted, él es el único que puede ayudarnos en estos momentos.

—¿Y si no quiere ayudarnos? —pregunta Isaac junto a mí.

Lo miro por algunos segundos, frunzo el ceño y fijo mi mirada en el camino.

—Que optimista eres —le susurro en voz baja.

—Lo siento Carlos, lo que pasa es que tengo miedo, según lo que me has contado Progenito asesina a todos los que se enteran de su existencia, temo por mi vida —Isaac se detiene por completo.

—Tranquilo, mientras el esté en el cuerpo de Daniel, no podrá lastimarnos, lo único que él quiere es evitar a toda costa el centro de rehabilitación —le menciono acelerando el paso.

Isaac respira hondo y continua con el camino, los dos nos detenemos por completo al ver la iglesia frente a nosotros.

Junto a ésta, puedo ver la oficina donde se encuentra el sacerdote, al menos la vez pasada se encontraba allí.

—¿Estás listo? —pregunta Isaac, mirándome fijamente.

Asiento con la cabeza y comienzo a caminar, abro la puerta y entramos los dos.

Puedo recordar aquel día como si estuviera pasando de nuevo, camino hasta la última puerta y la toco.

—¡Adelante! —mencionan desde dentro.

Isaac y yo nos miramos entre sí, respiramos hondo y entramos, logro ver al sacerdote sentado frente a un escritorio.

—Hola —lo saludo amablemente.

Isaac hace lo mismo y el sacerdote Ted nos contesta, yo sonrió un poco, ya que no sé cómo comenzar a hablar de Progenito.

—¿Qué se los ofrece? —pregunta el sacerdote.

—Bueno lo que pasa es que, necesitamos su ayuda —añado nervioso.

—¿Ayuda?

—Estoy más que seguro que mi hermano esta poseído por un demonio, quiero ayudarlo, pero no sé cómo —le digo angustiado.

El sacerdote abre los ojos asombrado, luego saca una pequeña libreta y una pluma.

—¿Cuál es su nombre? —pregunta el sacerdote.

—¿Del demonio? —lo miro con angustia.

El sacerdote asiente y nos mira levemente, para luego mirar todo su alrededor.

—Progenito —susurro en voz baja.

El sacerdote escribe en su libreta, yo suspiro profundo, ya que siento que ahora si podré ayudar a Daniel.

—¿Habían venido antes a pedir ayuda?

Isaac y yo nos miramos entre sí, luego asentimos con la cabeza, indicando que si hemos venido a pedir ayuda antes.

—Yo sabía que mi compañero no había sido asesinado por una persona —menciona el sacerdote.

—¿Se refiere al sacerdote Ignacio? —pregunta Isaac junto a mí.

El sacerdote Ted asiente con la cabeza, luego yo no puedo evitar recordar el día en que Progenito mató al sacerdote Ignacio.

—Lo siento tanto, yo no quería que el saliera lastimado —susurro agachando la mirada.

—No te preocupes, yo te ayudare, por eso necesito todos los datos de tu hermano —menciona el sacerdote.

Miro a Isaac por algunos segundos, luego asiento con la cabeza, respiro hondo y me dispongo a hablar.

—Su nombre es Daniel Suarez, tiene 14 años, es una gran persona que por desgracia ha sido acosado por un demonio desde los 12 años —algunas lágrimas caen por mis mejillas, al recordar todo lo que ha hecho Progenito.

—Dos años siendo acosado, ¿Por qué no pidieron ayuda antes? —pregunta el sacerdote Ted sorprendido.

—Nadie lo sabía, hasta que Progenito mató a nuestros padres en un incendio, donde resulté con fuertes quemaduras, ese día me enteré que fue culpa de un demonio, se lo dije al juez, pero no me hicieron caso, me mandaron a un centro psiquiátrico.

—Lo siento tanto joven, pero esta vez yo le ayudare, no lo dejare solo —el sacerdote me mira con una pequeña sonrisa en el rostro.

Yo asiento con la cabeza, volteo y veo a Isaac, me pongo de pie y le doy un fuerte abrazo.

—Muchas gracias sacerdote Ted, no sabe lo feliz que estoy, al sentir su apoyo —agrego emocionado.

El sacerdote sonríe, se acerca a darme un abrazo.

—¿Cuándo comenzamos? —pregunta el sacerdote.

—Después, en estos días Progenito ha estado sospechando que planeo algo en su contra, no quiero que lastime a nadie.

El sacerdote asiente y toma asiento en su escritorio.

—Yo le avisaré cuando vaya a su casa —comento angustiado.

No mires bajo tu cama 3 - Posesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora