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El sacerdote Ted empuja la puerta y ésta rápido se abre, puedo ver un rastro de sangre, el cual los tres comenzamos a seguir.

—¿Quién es? —pregunta Martha angustiada.

Fijo mi mirada en una silla, la cual tiene a una persona atada a ella, respiro hondo y me acerco en pasos lentos al cuerpo.

—¡Santo dios! —añade el sacerdote observando todo a su alrededor.

Tomo el cabello del cuerpo y levanto la cabeza, abro los ojos del asombro al ver que es la enfermera Kinney, quien está muerta frente a nosotros.

—¡Enfermera! —añade Martha sorprendida.

Frunzo el ceño al ver que unas tijeras están incrustadas en su ojo izquierdo, pobre de ella, no merecía morir, no merecía que Progenito terminará con su vida.

—¿Creen que fue Progenito? —pregunta el sacerdote Ted confundido.

Martha y yo asentimos con la cabeza, pues estamos más que seguros que él mató a la pobre enfermera Kinney, una víctima más que se une a las muertes de Progenito.

—Deberíamos irnos, buscar a Progenito aquí cerca, podríamos encontrarlo —comento, caminando a la puerta principal.

Los tres salimos de la casa y rápido subimos al auto, veo que Martha saca su celular y marca a la policía.

—¿Qué haces? —pregunta el sacerdote, quitándole el celular.

—No podemos dejarla allí, voy a llamar a la policía —dice Martha, intentando recuperar su celular.

El sacerdote Ted niega con la cabeza y comienza a conducir, así que Martha comienza a ver por la ventana, al igual que yo.

—Quiero que esto termine pronto —añado en voz baja.

Fijo mi mirada en las calles, sé que Daniel debe estar en alguna casa cerca de aquí, debemos encontrarlo y terminar con todo esto cuanto antes.

Miro y vuelvo a mirar por la ventana, no hay señal de Progenito por ninguna parte, creo que no lo encontraremos en esta zona.

—¡Allá miren! —grita Martha señalando al final de la calle.

Observo con detenimiento y veo a Progenito intentar abrir la ventana de esa casa, si mal no recuerdo, es casa de Omar.

—Debemos hacer todo en silencio, Martha debes tener la cajuela abierta —añade el sacerdote deteniendo el auto.

Martha asiente con la cabeza, el sacerdote y yo salimos del auto y caminamos en pasos lentos y con el menor ruido posible hacia Progenito, quien está muy concentrado en lo que hace.

—Hasta aquí llego tu imperio pequeño —susurra el sacerdote tomándolo del brazo.

—Eso creen ustedes —Progenito dice, intentando zafarse del sacerdote.

Progenito rápido comienza a intentar golpearnos, respiro hondo y lo tomo de las piernas, rápido comenzamos a correr hacia el auto, donde Martha tiene la cajuela abierta.

—¡Ayuda, alguien ayúdeme! —grita Progenito, mientras lo colocamos en la cajuela.

—¡Cállate, esto es lo mejor para Daniel! —le digo tapando su boca.

Retiro mi mano rápidamente al sentir que Progenito me ha mordido, veo mi mano y sangre comienza a salir de la herida. Volteo de reojo a mis alrededores, pues sería muy mal visto que alguien nos vea metiendo a un chico a un auto.

—¡Ayuda! —grita Progenito, pero yo rápido cierro la cajuela.

Martha, el sacerdote Ted y yo al fin podemos respirar en paz, mientras observamos que nadie nos haya visto.

No mires bajo tu cama 3 - Posesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora