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Narra Carlos.

Observo con confusión al sacerdote Ted, quien se acerca a un mueble y lo abre, veo que saca una pequeña caja con frascos en ella.

—¿Qué es? —pregunta Isaac junto a mí.

El sacerdote no contesta nada, tan sólo coloca la pequeña caja encima del escritorio y saca uno de los muchos frascos que hay en ella.

—¿Qué es eso? —le pregunto intrigado.

—Esto es agua bendita chicos —menciona el sacerdote Ted abriendo el frasco y lanzándonos un poco.

Una sonrisa se marca en mi rostro, siento mucho apoyo por parte del sacerdote Ted, espero esta vez sí podamos ayudar a Daniel.

—Cuando tengan oportunidad lancen una de estas a Progenito, él debe saber que no están solos —agrega el sacerdote Ted, tendiéndome la pequeña caja.

—¿Qué hacemos si intenta hacernos daño? —pregunta Isaac angustiado.

—No lo hará, esta agua lo dejará débil por algunos segundos —añade el sacerdote.

Isaac y yo nos miramos entre sí, luego nos ponemos de pie, tomamos la pequeña caja de frascos con agua bendita y nos disponemos a ir.

—Muchas gracias —sonrió, saliendo de su oficina.

***
Narra Progenito.

Miro fijamente por la ventana de mi habitación, estoy planeando que hacer para ir a casa de Carlos y no a casa de Ángel.

—¿Qué hago? —me pregunto a mí mismo.

En ese mismo momento la puerta de mi habitación se abre de golpe, por ella entra Tony emocionado.

—¡Daniel ya vámonos con Ángel! —grita moviéndome de un lado a otro.

Lo observo preocupado, respiro hondo y me dispongo a pedirle ayuda en lo que estoy por hacer.

—Tony, necesito tu ayuda —le digo, tomando asiento en el sofá.

—¿Qué pasa Daniel?

—Quiero ir a ver a Carlos, pero Isabel no me dejara, iremos a casa de Ángel, tú te quedara allí y yo me iré con Carlos, pero tú no le dirás nada a Isabel, ¿Correcto? —miro a Tony pensativo.

—Claro, tú no te preocupes por eso —sonríe Tony, para luego salir de mi habitación.

Una gran sonrisa marca mi rostro, tomo una mochila y saco todo lo que hay en el interior, coloco una pijama y una almohada.

Volteo a la puerta, si quiero que Carlos me diga que planea, necesito algo con que amenazarlo.

Camino a la puerta y salgo, bajo las escaleras y entro a la cocina de prisa, me dirijo al cajón de cuchillos y tomo uno.

—¡Daniel! —comenta Isabel entrando a la cocina.

Abro los ojos del asombro, mientras escondo el cuchillo detrás de mí, ella me sonríe y toma asiento en la mesa.

—Me alegra que Tony y tu vayan a esa pijamada —susurra limpiando algunas lágrimas que resbalan por sus mejillas.

Asiento con la cabeza, luego corro hacia la puerta, salgo rápidamente y me dirijo a las escaleras.

Nadie puede verme este cuchillo, llego a la habitación y rápido entro, coloco el cuchillo en la mochila y la cierro.

—¿Estás listo, Daniel? —Tony pregunta abriendo la puerta.

Volteo a verlo y asiento con la cabeza, tomo mi mochila y salgo de la habitación.

Bajamos las escaleras y caminamos a la puerta principal, Isabel nos da un beso de despedida y nosotros salimos de la casa.

—¡Diviértanse! —menciona ella emocionada.

Respiro hondo y comenzamos a caminar, hacia la casa de Ángel.

***

Tony y yo nos detenemos por completo, desde aquí logro ver la casa de Ángel.

—Desde aquí sigue tú, volveré pronto —le digo y le doy un abrazo.

El rápido corre hacia la casa de Ángel, toca la puerta y segundos tan sólo después aparece él en la puerta.

Veo que está sorprendido al no verme cerca, así que yo prosigo con mi camino, llego a casa de Carlos, lo amenazo hasta que me diga quien lo ayuda y luego regreso a la pijamada a divertirme un poco.

Minutos después comienzo a correr, corro lo más rápido que puedo para llegar cuanto antes a la casa de Carlos.

Me detengo un momento y la veo, frente a mí se encuentra la casa de Martha, pero es obvio que no entraré por allí, tengo que buscar la ventana de la habitación de Carlos.

Camino junto a la casa y veo la ventana de la cocina, al parecer Martha prepara algo, pues veo que se encuentra frente a la estufa.

Ella voltea a la ventana y yo rápido me agacho para que no me vea, respiro hondo, estuvo cerca. Sigo caminando y veo la habitación de Carlos, me acerco para ver más y lo veo.

Carlos saca una pequeña caja de abajo de su cama, abro los ojos al ver que son muchos frascos llenos de agua bendita.

—¡Oh por el diablo! —añado sorprendido.

Fijo mi mirada en Carlos, él toma frascos de la caja y los coloca en su mochila, ¿Será que planea usarlos contra mí? Sin pensarlo dos veces abro la ventana y salto hacia el interior, Carlos se espanta de verme y rápido toma un frasco, el cual me lanza, por suerte logro esquivarlo.

—¡Debes mejorar tu puntería! —le digo comenzando a reír.

—¿Qué haces aquí? —me pregunta asustado.

—¿Te alegra verme? Porque yo si me alegro de verte Carlos —agrego fingiendo emoción.

—No, no me alegro de verte Progenito, ¿Sabes por qué? Porque ya me tienes cansado, lo único que quiero es que dejes a Daniel en paz —dice Carlos dándome un empujón.

Caigo al suelo y veo que él se dirige a su mochila, de donde saca unos frascos, me pongo de pie y saco el cuchillo de mi mochila. Siento ardor en todo mi rostro, manos y pecho, caigo al suelo y siento que pierdo el control del cuerpo, de mi cuerpo.

—¡Carlos! —escucho la voz de Daniel salir de mi boca.

—¿Daniel?, ¿Eres tú? —pregunta Carlos acercándose a mí.

—Ayúdame Carlos, por favor —vuelvo a escuchar la voz de Daniel.

Me pongo de pie y miro con furia a Carlos, corro hasta él y lo golpeo una y otra vez contra la pared.

—¡Déjame! —grita él en voz baja.

Continúo dándole golpes hasta que cae inconsciente al suelo, sonrió y camino hasta su mochila. Tiro todos los frascos de agua bendita al suelo, guardo el cuchillo que no me sirvió para nada en mi mochila y me dispongo a ir.

Volteo a ver a Carlos por última vez, puedo notar que está despertando, me dispongo a correr lejos de su casa. Corro lo más rápido que puedo hasta llegar a casa de Ángel, miro por la ventana y los veo a todos divirtiéndose.

Ángel, Tony, Pablo, Carmen, Beth y Omar, todos ellos se dan de golpes con sus almohadas. Una sonrisa se marca en mi rostro, luego veo que abren la puerta.

—¡Llegué justo a tiempo! —me digo a mi mismo, mientras entro a casa de Ángel.

No mires bajo tu cama 3 - Posesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora