21

184 27 0
                                    

Narra Carlos.

Observo fijamente la oficina del sacerdote Ted, una pequeña sonrisa marca mi rostro, por fin estamos haciendo algo para ayudar a Daniel, aunque está tomando trabajo, sé que lo vamos a lograr.

Isaac se coloca junto a mí y me indica que entremos, camino detrás de él, hasta estar dentro de la oficina.

—Dejen arreglo estos papeles y nos vamos —menciona el sacerdote Ted.

Yo asiento con la cabeza y tomo asiento, veo todos mis alrededores por algunos segundos, logro recordar el día que Progenito me encontró hablando con un sacerdote, él lo mato sin ningún tipo de piedad.

Rápido quito esos pensamientos de mi mente, no quisiera que el sacerdote Ted, termine de esa manera.

—¡Vámonos chicos! —añade el sacerdote y nosotros nos disponemos a seguirlo.

Los tres salimos de la oficina, luego salimos del pequeño edificio, el sacerdote nos muestra su auto y rápido Isaac y yo entramos en él.

—No conocí a Marcos, pero conozco a Progenito, siempre hay un motivo por el cual mata a sus víctimas —dice Isaac junto a mí.

—¿Qué motivo podría tener para asesinar a Marcos? —pregunto angustiado.

Isaac se queda pensativo, el sacerdote arranca el auto y rápido nos alejamos con dirección al centro de rehabilitación, donde Daniel estuvo varios meses.

Veo por la ventana, pienso en todo lo que ha pasado en mi vida, en la de Daniel desde que llego Progenito.

—Ahora sé que Daniel no empujo a Flor por las escaleras, ya que fue Progenito quien lo hizo —me susurro a mí mismo.

Recuerdo perfectamente a Flor sobre el suelo, quien diría que meses después moriría en ese mismo lugar, no puedo sacarme esas imágenes de la cabeza.

El auto se detiene fuera del centro y todos rápido bajamos, caminamos detrás del sacerdote, ya que dudo que a nosotros nos dejen pasar.

Entramos por la puerta principal, rápido puedo ver a la enfermera Kinney observándome confundida y una chica junto a ella.

—¿Qué hacen aquí? —pregunta ella acercándose a nosotros.

—Buen día enfermera, quisiéramos hablar con algunos chicos que se encuentran aquí, ¿Podemos? —el sacerdote dice, saludando a la enfermera Kinney.

—Claro que no, no pueden, no son sus familiares, no son amigos de ellos, no pueden, lo siento —añade la enfermera Kinney dándose la vuelta.

Sin pensarlo dos veces la tomo del hombro, ella voltea rápidamente a verme algo angustiada.

—¿Qué pasa Carlos?

—Déjenos entrar, tan sólo serán unos minutos —le digo preocupado.

—No puedo, lo siento chicos —susurra la enfermera.

—Entonces, sería una pena que alguien se enterara que dejo pasar a Daniel sin supervisión, y que encontró un cuerpo en una habitación.

La enfermera Kinney me indica que guarde silencio, la chica junto a ella nos indica que la sigamos.

—Muchas gracias, tan sólo serán unos minutos —añade el sacerdote.

La enfermera Kinney se aleja de nosotros, puedo ver que entra a la enfermería.

—Bueno, este es el pasillo de los chicos, como pueden ver, si necesitan algo, tan sólo búsquenme, soy Jazmín.

La chica se aleja también hacia la enfermería, el sacerdote camina hacia un lado, Isaac y yo hacia el otro.

No mires bajo tu cama 3 - Posesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora