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Narra Progenito.

Sonrío grandemente al ver que Isabel y Tony salen de la casa, pues lo llevará con sus amigos, yo dije que tenía mucha tarea, así que me salve de tener que ir con sus tontos amigos.

Aunque tengo un serio problema, tengo que deshacerme del cuerpo de Carlos y no tengo ni la menor idea de que hacer, tengo muchas cosas sobre las que pensar.

—¿Qué hago? —me pregunto a mí mismo, mientras camino por la casa.

Abro mi habitación, el olor aun es desagradable, pero es aguantable, espero nadie se dé cuenta. Respiro hondo y miro por la ventana, abro los ojos del asombro al ver el auto de Isabel volver tan rápido, creí que tendría un poco de tiempo.

Frunzo el ceño y salgo de mi habitación cerrándola fuertemente, nadie puede entrar allí, bajo las escaleras y fijo mi mirada en la puerta.

—¡Vamos, entren! —escucho la voz de Isabel, mientras la puerta se abre.

Mi respiración se acelera al ver entrar a Beth, Pablo, Omar, Carmen y Milena a la casa y pues obviamente Tony.

—¿Qué hacen aquí? Se suponía que iban a tu casa Beth —le digo, tomándola de los hombros.

—Eso pensamos, pero Tony nos dijo que tienes mucha tarea y queremos ayudarte —Beth sonríe y se dispone a subir las escaleras.

Corro más rápido que ella y me coloco delante de ella, todos me observan confundidos, pues no dejo que nadie suba las escaleras.

—¿Qué pasa Daniel? —pregunta Tony preocupado.

—Yo no quiero ayuda, vayan afuera a jugar, al rato los alcanzó —sonrío dándole pequeños empujones a Carmen y Pablo.

Ellos me observan confundidos, yo continúo empujándolos hasta la puerta.

—¡Unas carreras a la habitación de Daniel! —grita Omar sonriendo.

Todos empiezan a aceptar las carreras y comienzan a correr hacia las escaleras, mi respiración se acelera, mientras intento ser yo, quien gana la carrera.

—¡Alto! —grito enojado.

—¡No hagas trampa, nadie le haga caso, él quiere ganar! —grita Pablo llegando a mi habitación.

Cierro los ojos, mientras espero el momento en que el olor desagradable de piel muerta de Carlos llegar hasta mí.

—¡No abre! —grita Pablo molesto.

Una gran sonrisa se dibuja en mi rostro, al recordar que la cerré con llave, meto mi mano en mi bolsillo y puedo tocar la llave.

—¡Entonces corramos a la de Tony! —grita Milena.

Todos le siguen el juego, hasta que Milena se detiene por completo y voltea a vernos angustiada.

—No sé cuál es la habitación de Tony —susurra ella, agachando la mirada.

—Yo te diré cual es —Carmen la toma del brazo y comienzan a caminar.

Beth, Omar, Pablo y Tony corren hacia su habitación, yo me desvío hacia la mía, estuvo muy cerca de que me descubrieran. Inserto la llave en la manija, doy vueltas hasta que la puerta se abre, entro velozmente y coloco el seguro.

Me tiro al suelo de la habitación, respiro hondo, para luego comenzar a arrastrarme hacia bajo de la cama.

—Extraño mi cama —añado en voz baja.

Cierro los ojos intentando tomar el sueño, sólo necesito dormir, tengo muchas preocupaciones y tan sólo quiero dormir.

***

Abro los ojos de golpe, observo todo a mi alrededor, todo está obscuro, me preocupó por unos segundos, hasta que recuerdo que estoy debajo de la cama.

Rio un poco y me arrastró hacia la orilla, me pongo de pie y prendo la luz de la habitación, camino a la ventana y desde aquí veo como todos se divierten. Salgo de la habitación y bajo las escaleras, abro los ojos del asombro al ver a la enfermera Kinney sentada sobre el sofá.

—Hoy no tenemos sesión —le digo, tomando asiento en el sillón que esta frente a ella.

—Lo sé, tu no, pero Isabel si —añade la enfermera sonriendo.

Asiento con la cabeza, ya que había olvidado que Isabel se rehabilita para ser una mejor madre para el chico que asesino a su marido.

Veo a Isabel salir de la cocina con dos vasos de refresco, le entrega uno a la enfermera Kinney y el otro lo coloca delante de ella.

—¿Podemos continuar? —pregunta la enfermera Kinney.

—Claro, continúe —añade Isabel, volteando a verme.

Se perfectamente que esa cara que ha puesto Isabel, significa que me vaya de allí, así que me pongo de pie y camino a la puerta principal. Abro la puerta y salgo, todos siguen jugando, no entiendo como no se aburren.

Observó todo con detenimiento, fijo mi mirada en el jardín trasero, respiro hondo y asiento con la cabeza.

Podría enterrar el cadáver de Carlos aquí, cortarlos en trozos y esparcirlo por el jardín, es una muy buena idea, me llevara tiempo, pero podre deshacerme de una vez por todas de ese cuerpo.

Regreso a la entrada principal de la casa, Isabel se despide de la enfermera Kinney, veo que ella entra a su auto y se aleja.

Un auto más se detiene fuera de la casa, es Jazmín, quien se ha ofrecido a llevar a todos los chicos a sus casas.

***

Las horas pasan y creo que ya es el momento justo para deshacerme del cuerpo de Carlos, me pongo de pie y camino al armario.

Lo abro y saco el cadáver, veo el rostro pálido de Carlos frente a mí, me causa un poco de gracia como ha quedado. Lo tomo de los pies y comienzo a arrastrarlo, fuera de mi habitación, por las escaleras, lo dejo un momento debajo de la mesa, pues tengo que ir por un cuchillo, con el cual cortaré trozos de Carlos.

Abro el cajón de los cuchillos y tomo el más filoso que encuentro, tengo que hacerlo rápido, me dirijo a la puerta y escucho pasos acercarse a la cocina.

Corro y me escondo debajo de la mesa, la puerta de la cocina se abre y por ella entra Tony, cierro los ojos deseando que no se dé cuenta de mi presencia.

—Uy, ¿Qué es ese olor? —se pregunta a si mismo Tony, para luego salir de la cocina.

Me pongo de pie y también salgo, no logro verlo, así que ya debe estar en su habitación, vuelvo a tomar los pies de Carlos y lo arrastró hacia la puerta trasera.

Saco el cuerpo hacia fuera, veo a todos lados, verificando que nadie esté cerca viendo cosas que no debe ver. Descubro el cuerpo de Carlos y comienzo a cavar en el jardín con una pala que he encontrado.

Me acerco a su brazo y me dispongo a cortarlo con el cuchillo, veo que sangre comienza a salir del brazo.

—¡Oh por dios! —escucho una voz detrás de mí.

Dejo caer el cuchillo al suelo y volteo lentamente hacia atrás, Martha, el sacerdote Ted e Isaac me observa sorprendidos.

—¿Qué le has hecho a Carlos? —grita Martha corriendo hacia mí.

Yo rápido me pongo de pie y comienzo a correr lejos, salgo a la calle, volteo brevemente hacia atrás y veo que Isaac intenta alcanzarme.

—¡Daniel, detente! —grita él, fuertemente.

Yo continúo corriendo, no puedo creer que me hayan descubierto escondiendo el cuerpo de Carlos, ¿Ahora que se supone que haga?

Me detengo al darme cuenta que Isaac ya no me sigue, respiro hondo e intento pensar que hacer.

—Debí tener más cuidado, soy un estúpido —me digo a mi mismo.

Me tiro en el suelo, me recuesto y observó todo a mi alrededor, creo que ya no podre regresar a casa nunca más.

No mires bajo tu cama 3 - Posesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora