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Narra Isaac.

Me detengo por completo al perder de vista a Progenito, observo fijamente todo a mi alrededor y no logro verlo por ningún lado.

Doy vuelta y comienzo a caminar de regreso a casa de Isabel, ahora que encontramos el cuerpo de Carlos, creo que Martha le querrá hacer un funeral. Respiro hondo y continúo caminando, hasta llegar al jardín trasero de la casa de Isabel, la noche hace presencia y frente a nosotros se encuentra un cuerpo.

Martha y el sacerdote Ted me miran, ellos ya saben perfectamente que no pude encontrar a Daniel, mejor dicho, a Progenito.

—¡Tengo que llamar a la policía! —añade Martha molesta.

El sacerdote Ted rápido le quita el celular de las manos, Martha intenta quitárselo sin obtener resultados.

—¿Qué hace? Debe darme el celular para llamar a la policía —menciona Martha mirando brevemente el cuerpo de Carlos.

El sacerdote Ted niega con la cabeza, Martha se tira al suelo y observa fijo a su hijo muerto.

—¿Cómo fue capaz de hacer esto? —pregunta Martha, tocando el rostro de Carlos.

Frunzo el ceño al ver como un trozo de piel de Carlos se queda en la mano de Martha, quien intenta quitársela con el césped.

—Debemos quitarlo de aquí, Isabel no puede saber de esto hasta que encontremos a Daniel —añado en voz baja.

Los dos fijan sus miradas en mí, para luego mirar el cadáver frente a nosotros.

—Tenemos que decirle cuanto antes, a eso veníamos —dice Martha enojada.

—Lo sé, pero si Isabel no sabe nada, ella puede pedir ayuda de la policía para encontrar a Daniel, en cambio si ella sabe, puede perder el interés en un demonio y dejarlo prófugo —les digo angustiado.

Un profundo silencio comienza a hacer presencia, el cual termina cuando el sacerdote Ted, toma las piernas del cadáver.

—Tu teoría tiene sentido, pero en cuanto Daniel aparezca, le decimos todo a Isabel.

Asiento con la cabeza y tomo los brazos del cadáver, Martha tan sólo comienza a llorar y seguirnos hasta el auto.

Martha abre la cajuela y nosotros colocamos a Carlos en ella, para luego cerrarla con rapidez.

—Yo sólo quiero que Carlos tenga un emotivo funeral —agrega Martha entrando en el auto.

Miro por algunos segundos al sacerdote Ted, para luego entrar al auto junto a Martha.

Siento que algunas lágrimas resbalan por mis mejillas, pues aún, después de leer la carta, tenía la mínima esperanza de que Carlos podía estar vivo, pero al encontrar su cuerpo, todas esas esperanzas se han acabado.

—Tranquilo Isaac, entiendo tu dolor, era tu mejor amigo y era mi hijo, entiendo tu dolor —dice Martha dándome un abrazo.

Cierro los ojos un momento y me recargo en el hombro de Martha, respiro hondo e intento dormir un poco.

—¡Arriba, arriba! —grita el sacerdote Ted saliendo del auto.

Abro la puerta del auto, rápido me doy cuenta que estamos en un bosque, ¿Qué se supone que hacemos aquí?

—¿Sacerdote Ted?, ¿Qué hacemos aquí? —le preguntó confundido.

Él no me responde nada, tan sólo camina a la cajuela y la abre, para luego entregarme una pala.

—¡Oh dios! —grita Martha al vernos con una pala en las manos.

—Tranquila Martha, creo que lo mejor será que hagamos esto —susurra el sacerdote angustiado.

No mires bajo tu cama 3 - Posesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora