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El desayuno en nuestro comedor es muy penoso, nadie dice algo, tan sólo comen y ya, al parecer todos siguen afectados por la muerte de Ángel, espero pronto se les pase.

—¿Tenemos que ir a la escuela hoy? —pregunta Tony angustiado.

—Si Tony, faltaron dos días cuando Ángel estuvo en el hospital, hoy irán y luego saliendo iremos al funeral de Ángel, para que puedan darle un último adiós —Isabel se pone de pie y le da un abrazo a Tony.

Veo que Tony sale de la cocina, pues hoy iremos a la escuela y tiene que alistarse, ya que en pocos minutos pasa el camión.

Yo ya estoy listo, desde que amaneció supe que si iría a la escuela, no puedo perderme un día de molestar a Omar por lo que ha hecho.

—Tú debes estar muy angustiado también —Isabel camina hasta mí y me da un abrazo.

—Estoy bien —le digo en voz baja.

Ella me mira por algunos segundos, puedo notar que algunas lágrimas resbalan por sus mejillas.

—Si a ustedes les pasa algo, yo me muero —comenta Isabel saliendo de la cocina.

Una gran sonrisa se forma en mi rostro, por suerte Isabel no logro verme.

El claxon del camión se escucha, rápido tomo mi mochila y salgo de la casa, Tony corriendo detrás de mí. Los dos subimos y tomamos asiento juntos.

—¿Ves a alguien de nuestros amigos? —pregunta Tony mirando todo el camión.

Yo asiento con la cabeza, pues veo a Carmen y Beth al final del camión y a Pablo y Omar detrás de nosotros.

—Es una pena lo que le paso a Ángel —escucho que Tony le dice a Pablo.

—Si, él no merecía morir, menos de esa manera —añade Pablo angustiado.

Ellos siguen platicando de Ángel, en cambio yo, no dejo de mirar el rostro dañado de Omar, él mató a Ángel.

—Chicos pueden dejar de hablar de Ángel, por favor —susurra Omar intentando no llorar.

Pablo y Tony se quedan en silencio, mientras Omar comienza a llorar en los hombros de Pablo.

—Yo nunca quise que muriese, yo tan sólo lo empuje —dice Omar una y otra vez.

El camión se detiene y todos bajamos de él, rápido volteo al estacionamiento, no logro ver el auto de Martha.

—Tal vez ellos si guardaron luto —menciona Carmen detrás de mí.

Asiento con la cabeza y camino hasta la puerta de la escuela, en la entrada puedo ver un pequeño altar en memoria de Ángel, algunos estudiantes dejan flores o dulces.

—Qué bonito que hagan eso por él —dice Beth, para luego acercarse al altar.

La directora y la maestra se encuentran dando la bienvenida como acostumbran en la puerta.

—Lamento lo que le paso a Ángel Silva, él era un gran chico —la directora menciona angustiada.

La ignoro por completo caminando hacia el baño, ya que vi entrar a Omar. Apresuro el paso y entro, veo que enjuaga su cara, tal vez quiere quitarse las lágrimas que ha derramado por sus culpas.

—¿Por qué fuiste un niño muy malo Omar? —le pregunto fingiendo angustia.

Él rápido voltea a verme, confundido por lo que acabo de decir, incluso comienza a caminar hacia atrás.

—¿De qué hablas?

—Yo vi el momento en que lanzaste a Ángel, después de eso él murió —le digo pensativo.

Omar limpia algunas lágrimas que resbalan por sus mejillas.

—Yo no quise hacerle daño, yo no quería que muriese —Omar comienza a llorar.

Abro los ojos del asombro al sentir un fuerte ardor en mi espalda, volteo hacia atrás y veo a Isaac.

—¡Déjalo, no puedes culparlo de algo que fue un accidente! —menciona Isaac caminando hacia Omar.

En este momento quisiera asesinarlo, pero aquí esta Omar, no puedo hacerlo frente a él. Frunzo el ceño al ver que Isaac y Omar salen del baño, yo me miro en el lavamanos y respiro hondo.

***

El auto de Isabel se detiene fuera de la funeraria, observó a Tony con su traje negro, luego me observo a mí, me veo tan ridículo con este tonto traje.

—¡Vamos chicos! —agrega Isabel, comenzando a caminar.

Los tres juntos entramos a la funeraria, al ver el rostro de Isabel, puedo darme cuenta que ha recordado a Mauricio.

Veo todo mi alrededor, el ataúd de Ángel se encuentra frente a todos, puedo ver al sacerdote Ted aquí, Martha, y la madre de Ángel. Pablo, Carmen y Beth intentando echarle un vistazo al ataúd, Omar hablando con Carlos.

¿De que podrían estar hablando? De seguro de mí, no puedo permitirlo. Apresuro el paso, hasta que llego a ellos, los veo fijamente.

—Hola Carlos, ¿De qué hablan? —le pregunto sonriendo.

Omar agacha su mirada, Carlos tan sólo se aleja de nosotros y yo rápido tomo asiento junto a Omar.

—¿De que hablaban? —le pregunto a Omar.

Él levanta la mirada y me mira fijamente, puedo notar que ha llorado bastante, debe dejar de hacerlo, sino quiere quedarse seco.

—Carlos me decía que no debo culparme, los accidentes pasan y que también él los ha vivido, me dio de ejemplo el día en que murió Flor —Omar menciona.

Me quedo pensativo y comienzo a recordar ese día, yo asesine a Flor o, mejor dicho, ocasione su muerte.

—¡Ayuda! —eso fue lo que grito Flor, cuando la tomé del brazo y comencé a jalarla hacia el fuego.

—¡Flor!

Carlos y Daniel gritaron una y otra vez, la sostenían fuertemente, pero por supuesto, yo era más fuerte que ellos y la soltaron.

Deje que Flor rodará por las escaleras, hasta estar al final, donde le comenzó a sangrar la cabeza y segundos después un trozo de madera le cayó encima.

—Lo recuerdo, yo estaba con Carlos, pero lo pasado, pasado —miro a Omar y él comienza a alejarse de mí.

Yo le sonrió y veo que se acerca a Beth y Carmen, yo camino hacia el ataúd de Ángel. Lo veo recostado sin vida, frente a mí, es increíble verlo aquí, que genial seria tener una colección de cuerpos, de mis víctimas.

—Va a comenzar la ceremonia de despedida para Ángel, por lo que nos acompaña el sacerdote Ted —anuncian por el micrófono.

El sacerdote camina y toma el micrófono, se queda algunos segundos en silencio y comienza con sus palabras.

—Hoy estamos reunidos en este lugar, para despedir a quien en vida respondía al nombre de Ángel Silva, sé que es un dolor muy grande para sus familias, amigos, personas cercanas a él y por supuesto también para mi tener que despedirlo hoy.

Veo que la madre de Ángel, la señora Silva comienza a llorar fuertemente frente al ataúd de su hijo. Yo respiro hondo y continúo escuchando las palabras del sacerdote Ted.

—Es una pena decirle adiós a una persona tan joven, a la cual le quedaba mucho por delante, pero así lo quiso Dios y así lo despedimos —el sacerdote se aleja del micrófono.

Unas personas comienzan a cantar, veo el rostro de todos, no puedo creer que todos estén llorando, yo no siento pena por él.

Sera porque yo lo maté, tal vez, tomo asiento en una silla a esperar que este emotivo funeral termine y pueda irme a casa a preparar cosas que tengo que hacer.

No mires bajo tu cama 3 - Posesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora