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Abro los ojos de inmediato, veo todo a mi alrededor, rápido me doy cuenta que estoy en casa de Isabel, pero ¿Cómo?

Me pongo de pie confundido, corro hacia el espejo que está en el baño y me veo en él, aún estoy en el cuerpo de Daniel, no entiendo que es lo que paso.

Recuerdo el momento en que el sacerdote Ted me lanzó agua bendita en el rostro, caí al suelo y me invadió una gran oscuridad.

Camino hacia la puerta, la abro y veo hacia fuera, Tony camina hacia las escaleras, así que lo alcanzó y lo tomo del hombro.

—¡Daniel, por fin has despertado! —añade Tony sonriendo.

—¿Qué? —le pregunto confundido.

—Ayer te quedaste dormido en casa de Martha, mamá tuvo que cargarte hasta el auto y luego hasta tu cama —susurra Tony, para luego seguir su camino.

Abro los ojos del asombro, no entiendo que paso, por suerte estoy bien, me siento bien y nada me hará parar lo que tengo planeado para Carlos.

Bajo las escaleras y entro a la cocina, Isabel rápido me da un fuerte abrazo, del cual rápido me separo.

—El desayuno está listo niños, tomen asiento —añade Isabel, colocando platos en la mesa.

***

Todos bajan del camión escolar, así que me pongo de pie y yo también bajo, veo de reojo a Martha, quien se acerca a mí.

—Espero te haya gustado la cena Daniel, la hice con todo cariño —dice ella dándome un abrazo.

—Si, me gustó mucho —le digo separándome de ella.

Desvío mi mirada hasta Carlos, quien entra corriendo a la escuela, así que apresuro el paso y me dirijo a la puerta principal de la escuela.

—Buenos días joven Daniel —menciona la directora.

Yo le regreso el saludo y me dirijo hacia mi salón, pues he perdido de vista a Carlos, respiro hondo y entro al salón.

Tomo asiento junto a Beth, ella me observa por algunos segundos, luego desvía su mirada de mí, al darse cuenta que la vi observándome.

—Hola —menciona ella en voz baja.

—Hola —le respondo confundido.

—¿Sabes? Siempre quise hablarte, bueno no siempre, desde el día que murió Luis, quise acercarme a ti y hablarte, pero me daba pena —Beth se sonroja y voltea a otro lado.

—No te preocupes, ya que ahora somos amigos ¿No?

—Si, somos amigos —dice Beth.

La maestra entra al salón de clases, por lo que logro ver en sus brazos, hoy hay examen, ya estuvo que no responderé nada, soy un demonio, no estudio.

Cierro los ojos e imagino que estoy en otro lugar que no se a este, por ejemplo, en casa de Martha, asesinando a Carlos.

—Joven Daniel, sólo tiene dos horas para responder el examen, deje de soñar despierto —comenta la maestra colocando el examen en mi banca.

Suspiro hondo y tomo el lápiz, está será la peor calificación que Daniel tenga en su vida, pero no me importa.

Dos horas después salgo al regreso, ese definitivamente no será el mejor examen, será de los peores.

Me acerco a la banca donde todos se reúnen, tomo asiento entre Pablo y
Omar, agacho mi mirada para que todos me pregunten qué es lo que pasa.

—¡Daniel!, ¿Qué tienes? —pregunta Pablo angustiado.

—No me fue bien en el examen, pero no me importa —añado en voz baja.

Todos me miran sorprendidos, Carmen y Ángel incluso se miran el uno al otro.

—¿Cómo dices eso? —pregunta Ángel preocupado.

—Después de todo lo que me pasa, lo último que quiero es estudiar —le digo sonriendo.

Todos me miran asombrados, yo me levanto de la banca y me alejo, siguiendo a Carlos.

—¡Carlos! —le grito fuertemente.

Él voltea a verme, luego comienza a acercarse a mí, eso sí que me sorprende, creí que huiría como siempre lo hace.

—¿Qué pasa Daniel? —pregunta enojado.

—Estoy buscando a Isaac, ¿Dónde está él? —observo fijamente a Carlos.

Él no me responde, tan sólo voltea hacia atrás de mí, rápido volteo y veo a Isaac, detrás de él, el sacerdote Ted.

—¿Qué hace él aquí? —pregunto asombrado.

El sacerdote toma mi mano y con ayuda de Carlos e Isaac me jalan hasta los baños de la escuela.

—Ustedes no pueden contra mí —susurro sonriendo.

—Eso ya lo veremos —menciona el sacerdote Ted sacando un frasco de agua bendita.

Un miedo recorre mi cuerpo, pero no pienso rendirme, doy unos cuantos pasos hacia atrás y corro hasta Carlos, lo tomo del brazo y lo lanzo hacia un baño.

Siento ardor en mi espalda, Isaac me ha lanzado agua bendita, lo tomo del pie y lo lanzo encima de Carlos.

Veo fijamente al sacerdote Ted, al ni siquiera tengo que tocarlo, tengo planeado que hacer con él.

—Ustedes me las pagarán, ha llegado la hora de morir para los dos.

Isaac y Carlos me observan asustados, el sacerdote me toma de los brazos y yo comienzo a gritar fuertemente. No pasan ni dos minutos cuando alguien se acerca a los baños, por desgracia el sacerdote se fue antes.

—¿Qué pasa Daniel? —pregunta la directora tomándome del brazo.

—Oh lo siento, me pareció ver una rata —añado en voz baja.

Salgo de los baños y me dirijo al salón de clases, pues el timbre ha sonado y veo que todos los alumnos regresan a clases.

***

Veo fijamente a la enfermera Kinney, ella tiene en sus manos la típica libreta donde anota la respuesta de sus pacientes.

—¿Listo Daniel? —pregunta ella sonriendo.

Yo asiento con la cabeza, ella se mueve un poco y se prepara para la sesión.

—Daniel, antes de empezar quiero disculparme de nuevo, nunca debiste encontrar el cuerpo de Marcos, lo siento tanto —comenta ella angustiada.

La observo fingiendo angustia, pero en mi interior quiero reír, ya que Marcos no se suicidó, yo lo maté.

—No se preocupe por nada, no es la primera ni la última vez que veo un cadáver —le digo sonriendo levemente.

La enfermera Kinney abre los ojos del asombro, me observa por algunos segundos, luego regresa su vista a su típica libreta.

—¿Cómo te sientes hoy? —pregunta angustiada.

—Muy bien, hoy he tenido un excelente día, a pesar de que casi repruebo un examen o tal vez lo reprobé.

—Hoy intentaremos algo diferente a todas las sesiones, voy a mostrarte unas fotos y tú me dirás que hay en ellas, ¿Entiendes? —ella me observa emocionada.

Yo asiento con la cabeza y la enfermera alista las fotos, para luego mostrarme la primera.

La veo una y otra vez, la analizo, ya que tengo que encontrar una forma inocente y no la forma en que la veo yo.

—¿Qué es lo que ves? —pregunta la enfermera Kinney.

Respiro hondo y le doy una última vista, tengo miedo de decir lo que yo veo.

—¿Es una calavera? —le pregunto angustiado.

Ella me mira angustiada, luego baja la foto y la observa ella.

—Yo veo un bonito paisaje Daniel.

Abro los ojos del asombro, por más que observe la imagen, jamás observe un paisaje y mucho menos bonito.

No mires bajo tu cama 3 - Posesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora