¿Quien eres Mi Princesa?

Capitulo 09; "Tierras Altas" 2da Parte.

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-¡ y esa es la historia!-

Don Jaimito Mendoza contó todo sobre la huida de las chicas, y en caso de que no conocieran a sir durion, dio un pequeño resumen de las"proezas" del viejo descarado, y no le sorprendió que Conor supiera quien era, ¿a caso había alguien en esta mitad del mundo que no conociera a ese hombre?.

-¡no me molesta en absoluto tener más invitados... Al contrario me serían de gran ayuda con Jamie y Duncan, brona no es latosa pero.. Bueno a quien engaño, brona es más inquieta y si marinette le echara un ojo yo podría dormir un poco!- dijo jimena con una sonrisa, pero con los ojos rojos y cargados de sueño, desde que dio a luz poco había dormido.

Conor parecía un poco pensativo, pero era un alma caritativa, y al ver a la muchachita dormir al lado de su suegro, solo podía pensar que no le gustaría ver a brona su niña de 5 años en su misma situación.
Por otro lado su mujer tenía mucho tiempo sin dormir adecuadamente, la granja necesitaba manos extra ya que muchos de sus usuales trabajadores buscaron trabajo en las minas, por lo que las manos extras de
Plagg era una bendición,
Si tenía suerte los chicos regresarían sanos y salvos, pues aunque las minas pagaban más que el, era un lugar inseguro.

Además la chica Tikki tenía experiencia con niños, sería muy buena auxiliando a su mujer en las faenas.

- está bien, no veo problemas por el momento, y si los ahí ya veremos donde las esconderemos - dijo, aunque sabía que dado el cazo, ser acusado de secuestro sería el menor de los problemas.

Los dragones rojos eran unos malditos y Jaimito lo sabía, ya buscarían luego una solución permanente.
Por el momento no desampararían a un par de huérfanas.

Tikki estaba sentada en una silla junto a la chimenea, sujetaba sus manos con nerviosismo esperando que la joven pareja tomara una decisión

Al ver que Conor aprobaba la estadía de ambas, dejo escapar la respiración.
Plagg tenía su mano en su hombro y sintió que el le apretaba ligeramente, volteó a verlo y miro su pícara sonrisa, la habitación estaba a oscuras, su silueta apenas se veía, pero sus ojos brillaban como los de un gato en la oscuridad y su sonrisa se veía blanca en contraste con su piel, se veía más feliz de lo que ella estaba por estar ahí.

Tikki sintió mariposas en el estómago, en realidad estaba feliz de pasar más tiempo con él y sin querer le devolvió la sonrisa.

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A fin de cuentas Tikki no busco a sus parientes en el pueblo, los McLain no querían llamar atención innecesaria.

Aun así, plagg buscaría información con el viejo conrad, el hombre más viejo del pueblo, del cual se decía que era tan viejo que asta había participado en la desgraciada batalla de colloden.

Conrad sabía todo de todo era un viejo contador que ahora vivía de sus rentas y sus bisnietos vivían con el, era dueño de la posada donde él trabajaba, La "flooggin Molly" y de la popular taberna junto al puerto "drunken lullabies".

Conrad ya solo se paseaba por la taberna a contar historias de su juventud y de los tiempos de guerra, pero era tan viejo que a veces cruzaba las historias.
Pero esto le parecía a plagg una táctica para parecer chiflado, pues conrad era muchas cosas pero no un loco senil.

Ya después iría al pueblo para hablar con de los Flanagan la familia de Tikki. O lo que quedaba de ella.

Brona y marinette resultaron llevarse bien, muuy bien, pero marinette era mayor que brona así que tenía que ser más madura, pero aún llevaba puesta la ropa de chico, y estaba más agusto así, en un principio brona pensó que era un chico, luego le pregunto porque no llevaba ropa de chica.
A lo que respondió que era porque fue criada como un niño, en realidad, por aquello de las dudas, Conor le pidió a marinette que siguiera usando ropa de chico, a lo que marinette acepto encantada, tenía mucha libertad con los pantalones puestos, cuando nadie la veía se volvía a subir a los árboles como lo hacía en antaño, ayudaba a plagg a pescar en los arroyos y se metía en ellos para intentar atraparlos con las manos, la niña tímida se quedaba en el olvido cuando traía los pantalones puestos y una marinette más segura y decidida salía en su lugar. Nunca se quitaba el gorro que el capitán le obsequió.