" Di Notte Tutti I Gatti Sono Marroni." 4ta parte.

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   El silbato se policía siguió sonando y la gente bien comenso a dispersarse, adrianne se planteó por un momento el pedirles ayuda, ¿pero y si no hablaban ingles o francés, Acaso serían confiables?, Adrianne no sabía qué hacer y no confiaba en esa gente a su alrededor, adivquevhizo lo único que se le ocurrió.

  Jalo ligeramente la manga de su salvador y trato de hablarle.

  Por algún motivo este se quedó quieto y ella también le dirigió la mirada.
  No sabía porque, pero sus hermosos ojos azules le recordaba a alguien.

  -¡¿ Adrien?!- exclamó este con sorpresa y la que se sorprendió a continuación fue ella.

  -¿ De donde conoce a mi hermano?- se pregunto azorada. Los policías se acercaban y el se ponía nervioso.

  Si se iba no sabría que hacer, ella lo miró y dijo la verdad. -¡ Estoy perdida, y nadie me puede dar un nombre o dirección, no hablan inglés o francés!-

  El la miro pensativo y suspiro con una pequeña sonrisa, como la que le das a un niño cuando esté se sale con la suya por una picardía o algo que te cae en gracia.

-¡ Acompáñame!- pidió y le tendió el brazo. Ella no tardó en tomarlo, casi se colgó de el.

  -¡ Trata de caminar con paso tranquilo!- aconsejo el.
Ella asintió y siugeraron el pasó.

  Caminaron por mas calles estrechas que maravillaron a adrianne, se detuvieron en una pequeña placita bien alejados de la anterior y fue cuando ella se atrevió a entablar conversación.

-¡ Gracias.. trate de pedir ayuda pero no sé qué le ocurre a las personas dexesre poblado!- dijo triste.

- se han vuelto ariscas con los desconocidos después de los robos que han estado haciendo a las ruinas, todo turista quiere llevarse un pedazo de Sicilia y destruyen las ruinas.- le contesto.

-¡Pues eso es muy triste.. pero yo no tengo la culpa, es injusto que tengan que pagar justos por pecadores!- dijo inflando los mofletes.

  Mario rió entre dientes, esa acción le recordó a sus "hermanas".

Adrianne lo volteó a ver con curiosidad y volvió a preguntar.

-¡ Disculpa..¿Pero se donde conoces a mi hermano?!- Pregunto con curiosidad, Mario pareció confundido por un minuto y luego sonrió ampliamente.
  Este gesto, despertó unas mariposas muy extrañas en el estómago de adrianne que parecían volar hasta el corazón, porque empezo a latir con mucha fuerza.

   -¡¿ Eres Adrianne?!- pregunto este.-¡ Por supuesto que eres Adrianne!- aseguró contento.

-¿ Me conoces por el, eres su amigo?-

-¡ por supuesto !- aseguró -¡ Tú también me conoces, pero eras muy pequeña cuando nos vimos por última vez.. tu hermano me leeia todas tus cartas en Eaton para que lo corrigiera cuando pronunciaba una mal, ¿aún tienes esa caligrafía y ortografía tan bonita?!- pregunto.

Adrianne se sonrojo y por un momento a Mario le pareció la cosita más tierna y se sintió raro.
  La rubia sintió como si se le prendiera una vela.( No había focos ni luz eléctrica)

-¿ Eres el muchacho del piao Chong?- Pregunto y el asintió -¡¿ Eres Mario?!- volvió a asentir y ella bailo con gusto dando saltitos.

  Adrianne recordó a su hermano mencionarle en sus cartas de un chico que era más listo que Félix y que hasta había salido antes de la escuela, era la primera vez que algo así pasaba y estaban muy emocionados, pero también contaba que Félix estaba molesto con el porque en lugar de que entrara Cambridge como lo  iba a hacer el, decidió ponerse a trabajar de tiempo completo en el restaurant de sus padres donde el suyo propio era un inversionista importante.

  -¡Sip, soy Mario!- aseguró este y le tendió la mano para acercarla y besar la punta de sus dedos.
  A Adrianne le dió mucho gusto el gesto y se pregunto si siempre sería así cuando se conocia a un caballero.
 
   La muchacha soltó una pequeña risita y Mario dejo ir sus dedos.

  - dijo que está perdida ¿Cierto, que le parece si buscamos su acompañante?- ella asintió.

-.. si gusta puede llamarme por mi nombre, los amigos de mi hermano son amigos míos.- el sonrió ante el recuerdo del malhumorado Félix y pensó en el alegre Adrien, era obvio que se referia a su gemelo.

- solo si usted me llama Mario - pidió.
  Adrianne acepto encantada y tomo el brazo que este le ofrecía, caminaron por varias callejuelas muy pintorescas.

  Ella estaba maravillada por el italiano tan fluido con el que el se expresaba, la gente ya no los miraba ariscos, más al contrario estos eran muy competitivos, sobre todo las mujeres a las que el le preguntaba, esto le molestaba mucho a adrianne.

  Transcurrieron el rato hablando de el pequeño pueblo de saint André, donde vivió en el internado, y el le contó un poco de sus días en Eaton y su amistad con sus hermanos, incluso le describió su vida en Hong Kong.

  Era muy agradable platicar con ella, la sensación se sentía familiar, quizás en parte por ser la hermana de Adrien.

  Ella estaba tan cómoda con su presencia que incluso le hablo de Marinette, aquí fue cuando se puso alerta.

  Escuchó cada palabra dicha por ella, en su rostro se plasmaban sus emociones y sus ojos no decían mentiras, la perdida de marinette era un doloroso recuerdo que le seguía calando y por un momento Mario quizo contarle todo a la joven.

  Que fácil sería contarle el secreto, ¿Estaría bien hacerlo, se enojaría..?.

  La muchacha estaba al borde de las lágrimas, el no quería verla llorar, así que hizo lo único que calmaba a su hermana.
  La tomo delicadamente y la envolvió en un cálido abrazo.

  Aquello se sentía realmente agradable y cómodo, familiar incluso.

  Cerró sus ojos y se dejó llevar, pero la ilucion duró poco, el le hablo haciéndola regresar y dejandola confundida.

-¿.. perdón Mario que dijiste?- pregunto ella.

-...... Marinette está viva- musitó en su oído.

  Mario sintió como ella se estremeció, lo que no supo, fue que la revelación nada tuvo que ver con los escalofríos que su aliento provocaron en su piel.

¿Quien eres Mi Princesa?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora