Los Resultados.

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- ¿Esta plática se terminó por lo visto?- Me preguntó viéndome fijamente a los ojos.

- Te agradecería, Saúl.- le respondí.- Son las 4:43 a.m., y se suponía que tenía una reunión muy temprano en mi hacienda en Morelos.- Le dije.- Tendré que avisarle a Tania que la posponga para mediodía.- Y no sé por qué diablos le sonreí.- Así que, ya lograste tu cometido, pasamos la noche juntos, aunque no como te hubiese gustado.- Comenté sarcástica, y vi de reojo que sonrió.

- La verdad, estoy exhausto, ¿te molestaría que me recueste un rato contigo?- y sentí que el aire camino a mis pulmones se cortó de golpe, y lo miré asombrada. La verdad no esperaba una propuesta así de su parte.

- ¿Por qué no te puedes ir a dormir a tu casa?- le pregunté seca e inexpresiva.- No te quiero en mi cama, Saúl,- rodé los ojos.

Dormir con él y que nada pasara era la prueba de fuego para los dos, y no me puedo engañar a mí misma, me muero por estar con él, pero no le puedo hacer las cosas tan fáciles, y además está ella. Indistintamente de la pésima relación que tenemos, no me puedo olvidar de ella.

- ¿Vamos?, sólo voy a descansar un rato, ¿no querrás que tenga un accidente o sí?- me dijo, y volví a rodar los ojos.

- No sería mala idea que te murieras, se terminarían muchos de mis problemas.- sonreí sarcástica, y él enarcó una ceja. Gesto que desapareció apenas me vio quitarme la bata de baño. Te lo dije, Licenciadito, si quieres jugar, jugaremos a mi manera.

- ¿No te vas a meter a la cama desnuda, cierto?- y enarqué una ceja.- ¿Me quieres torturar, Altagracia?

- Es mi cama, Aguirre.- Le dije.- No pretenderás que porque a ti te dio por dormir hoy conmigo, me voy a vestir, ¿verdad? Si eso creíste, déjame decirte que, estás muy equivocado.- Le dije mientras colocaba la bata de baño en la silla, y me metía en la cama. ¡Te voy a torturar, Saúl! Vamos a ver cuanto aguantas.

Sentí una luz incesante sobre mi rostro, y poco a poco empecé a abrir los ojos. Cuando lo hice, me di cuenta que no sé cómo ni en qué momento, terminé abrazada a Saúl, y sinceramente, se sentía tan bien, volver a tenerlo así, que no pude evitar sonreírle. Mas toda esa sensación desapareció de un momento a otro, cuando percibí un olor que hasta hace poco me encantaba, me volvía loca, el perfume de Saúl, me provocó unas nauseas espantosas, para casi inmediatamente sentir una fuerte arcada en el estómago, y envolverme entre las sábanas para salir corriendo al baño.

Estaba arrodillada frente al inodoro, expulsando todo lo contenido en mi estómago. En este momento, ni siquiera sé qué, porque desde la cena de anoche, no he podido siquiera tomar agua. El malestar cada vez aumentaba, y el esfuerzo que estaba haciendo en ese momento me tenía muy agotada. Aún así, no dejaba de escuchar a Saúl en la puerta, golpeando insistentemente.

- ¿Altagracia, estás bien?- me preguntó mientras tocaba.- ¿Altagracia?- Y en vista de mi silencio, de un momento a otro lo sentí sostenerme el cabello, cuando de nuevo me sobrevino una gran arcada.

Estuvimos así como diez minutos más, hasta que sentí que ya todo se había normalizado. Tiré del bajante, y observé a Saúl, el pobre estaba entre asustado, preocupado e intrigado. Y era eso último, precisamente, Saúl estaba muy intrigado de saber que me pasaba, sólo que esta vez, extrañamente, no se atrevía a preguntar.

- Estoy bien, seguro algo me cayó muy mal ayer.- Le dije, intentando tranquilizarlo. No sé a quién quiero engañar, si ni yo misma estoy tranquila con este malestar.

- ¿Cómo me puedes decir que estás bien después de esto?,- me pregunta entre molesto y preocupado con los ojos entrecerrados. Viré los ojos. ¡Me he ganado la lotería! Si de por sí, no me lo podía quitar de encima, ahora menos.

Una vida, otro sueño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora