Gracias a ti.

1.3K 80 34
                                    

Los días han transcurrido, y poco a poco me he sentido mejor. He podido moverme con más libertad, sólo en la casa, Saúl y mi hermana me tienen muy bien vigilada, para que no cometa según ellos, ninguna tontería.

Semana dos...

- No, Saúl. ¡Cont...rólate!- jadeé en medio del beso-. Ya habíamos quedado en que no podía volver a suceder- me separé de él, y me miró frustrado.

- Te amo- dijo tomándome del mentón para que lo viera fijamente, y le sonreí. Saúl besó mi frente.

Durante este tiempo no me atreví, a responder sus palabras. Un "Te amo" de mi parte, eran dagas para los dos. No terminaba de acostumbrarme a la idea que tuviese que estar con ella, y mucho menos a sus planes de boda, pero como siempre decidí ignorarlo.

Semana tres...

- ¿Qué te pasa?- Le cuestioné al notar su semblante. Estaba entre frustrado, molesto, preocupado y dolido.

- Nada- contestó cortante sentándose al filo de la cama, le dediqué una mirada inquisidora. Lo escuché resoplar al tiempo que estrujaba su cara con sus manos-. Pasa que estoy harto, eso pasa. Mónica una vez más, está haciendo lo que se le viene en gana. Hoy, decidió tomar de más, se estaba cayendo de borracha. La verdad, cada día me convenzo más de que necesita ayuda psicológica- dijo besando cortamente mis manos que reposaban en su hombro.

No era la primera vez que, un episodio así se presentaba, hace un par de días ocurrió con unos analgésicos, Mónica estaba actuando con total irresponsabilidad, y aunque sabía muy bien que lo hacía para manipular a Saúl, y él lo tenía muy en cuenta, no podía evitar preocuparse. A fin de cuentas, se trataba de su hijo.

Semana cuatro...

- ¡Está hermoso, Saúl!- exclamé entusiasmada al tomar entre mis manos, un pequeño elefante de peluche que había comprado para el bebé. Su primer regalo, ahora que lo pienso.

- ¿De verdad, te gustó?- preguntó incrédulo de mi reacción.

- ¿Y por qué no habría de gustarme? Si está espectacular- Dije sonriente-. De verdad, muchas gracias- comenté para besar su mejilla, mas él giró el rostro y terminé besando su boca. Sonrió victorioso y rodé los ojos.

- Mira, esto es para ti- dijo acercándome una pequeña bolsa-. Sé que te va a encantar- comentó sonriente. Me había comprado un Mousse de Fresas, decía que tenía como una especie de obsesión con las fresas, y no se equivocaba, era lo único que podía comer sin temor a que cierta personita lo rechazara. Además creo que me ayudaron mucho, con todo el asunto de la náuseas, las controlaba bastante.

Me dediqué a deleitarme con el postre, y él me observaba embelesado. Saúl sostenía la teoría que todo lo que contuviese fresas era como una especie de anestesia para mí, me calmaba y sobre todo, me ponía de buen humor. Terminé mi postre, y continuamos viendo las revistas para la recámara del bebé, seguíamos en disyuntiva, Saúl afirmaba que tendríamos una niña, y yo aún tenía mis dudas. La verdad, ni siquiera estoy segura de que quiero que sea, mientras herede esos ojos cafés y esa sonrisa que me encantan.

Semana cinco...

- ¡Pffff!- resoplé frustrada y molesta frente al espejo. Mi hermana me miró divertida.

- ¿De verdad, piensas que con esa panza tan enorme, algo de tu ropa te va a quedar?- comentó mi hermana con sarcasmo, y la fulminé con la mirada.

- ¡Cállate! ¡¿No ves que ya estoy lo suficientemente frustrada?!- grité, mas ella me ignoró.

- Vamos de compras- dijo calma-. Lo necesitas y por partida doble- sonrió y resoplé.

- No me queda de otra, vamos.- Sentencié camino a la salida.

Una vida, otro sueño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora