Me quedé en ascuas, realmente estaba ansiosa por la respuesta de Saúl, pero no la tendría por ahora, y no puedo hacer nada para cambiar eso. El cansancio me consumía, así que tomé las vitaminas correspondientes, desayuné y subí a descansar a mi recámara. Los párpados me pesaban, apenas coloqué mi cabeza en la almohada caí en un sueño profundo de no sé cuanto tiempo.
Hoy era uno de esos días en los cuales no quería salir de la cama, por más intentos qué hiciera de levantarme, no lo lograría. Así que me rendí, y me entregué a su comodidad.
Me encontraba en un lugar desconocido, estaban presentes Yesenia, Isabela, Regina, Felipe, Azucena y todas las personas que habitan en la vecindad.
-¿Qué hago aquí?- Me pregunté desconcertada.- ¿Qué sucede?- dije detallando a mi alrededor.
- Mónica, ¿aceptas por esposo a Saúl Aguirre para amarlo y respetarlo, hasta que la muerte los separe?- Preguntó un hombre de estatura mediana, ojos azules y cabellos castaños.
- Sí, acepto.- Contestó sonriente.
- ¡No puede ser! ¿Qué hago aquí?,- me pregunté al borde de la desesperación.
- Saúl, ¿aceptas por esposa a Mónica Hernández para amarla y respetarla, hasta que la muerte los separe?- Preguntó esta vez a Saúl.
- No lo hagas, Saúl. No lo hagas, por favor.- Le supliqué pero parecía no escucharme, Saúl la observaba con ternura, con... ¿amor? No lo sé, no estoy segura. Lo único cierto es que está a nada de casarse con ella.
- Sí, acepto.- Contestó él.- Acepto casarme con la mujer que amo y amaré toda la vida.- Comentó sonriente.- Lo siento, Altagracia. La amo a ella, me quedo con ella.- Me dijo y sentí mi alma romperse en miles de pedazos.
- Firmen aquí.- Pidió, y ellos lo hicieron, mientras yo estaba atónita, observando la escena, procesando las palabras de Saúl, conteniendo las lágrimas que no quería dejar salir. No le podía demostrar que me está clavando mil cuchillos con su acto, ¡maldito seas, Saúl!- Por el poder que me confiere el Estado y la ley, los declaro, marido y mujer.- Decretó.- Puede besar a la novia.- Todos aplaudieron felices, y yo aún estaba en una especie de shock.
Abrí los ojos de golpe, y una fina capa de sudor cubría mi cuerpo. Sólo fue una pesadilla, Altagracia, me repetí una y otra vez, intentando calmar mi respiración que estaba muy agitada. Una pesadilla que pronto se hará realidad, no pude evitar pensar. En pocos meses, se casarán, pero eso no podía suceder, antes de tener la única respuesta que quería de Saúl.
Logré tranquilizarme, y decidí volver a dormir otro rato, mas la ansiedad y la intriga no me permitieron conciliar el sueño. Di vueltas en la cama, y me senté exasperada.
¿Qué voy a hacer contigo, Saúl, ¿Por qué no puedes dejarme en paz, ni siquiera en sueños?
Una llamada entrante a mi celular, me sacó de mis pensamientos. Al ver el ID en pantalla, fruncí el ceño. ¿Rafael?
- No sé, si decir que tienes muchas agallas por tu atrevimiento a llamarme o decir que eres el imbécil más grande con el que me he cruzado en la vida- dije irónica al contestar la llamada.
- Dejas tus ironías para otro momento, Altagracia- respondió del otro lado de la línea, en un tono nervioso.
- ¿Qué quieres, infeliz?- le pregunté con soberbia.- ¿Que te mate?- Esbocé una sonrisa.
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Una vida, otro sueño.
FanficEntre tantas mentiras y verdades, en esta montaña rusa de emociones, de situaciones, de sentimientos, confundí muchos pensamientos, dejé de saber qué era lo real y qué no lo era. No podía, no puedo confiar en mí; y necesito respirar, esclarecerme, p...