Había estado pensando en una respuesta para Altagracia, o más bien, para mí, desde el momento en el cual salí de su casa. ¿Qué significaba para mí?, ¿quién era realmente Altagracia Sandoval en mi vida?, involuntariamente prensé una sonrisa. Tenía muy claro que, por esta única vez le diría la verdad, mi verdad; y dejaría que las cosas siguieran el rumbo que debían seguir. Tal vez, sea la única oportunidad que tengo de ser realmente sincero, con ella... conmigo.
- Aún espero mi respuesta, Saúl.- Me insistió impaciente y yo sonreí.
- Lo dices como si fuese algo muy sencillo de explicar, Altagracia.- Comenté con una sonrisa, y ella rodó los ojos.
- ¿No lo es?- negué con la cabeza.- Pues, yo creo todo lo contrario. Es simple, Saúl- comentó un tanto sarcástica,- ¿me amaste en algún momento o sólo fui tu... como decirlo para que no suene tan crudo... desahogo sexual?, sí, eso... tu desahogo sexual.- Esbozó una sonrisa irónica y rodé los ojos.
- ¿Tan miserable me crees?- pregunté un tanto enojado, y ella enarcó una ceja.
- No, muy a mi pesar, sigo creyendo que eres un gran hombre, Saúl.- Me aclaró- sólo que no entiendo, qué tan difícil es contestar a mi pregunta.- Sonrió con ingenuidad, y le correspondí por inercia.
- Pues, si lo es, Altagracia- exhalé.- No eres cualquier mujer, después de todo.- Le sonreí.
- ¡Vaya!- prensó una sonrisa.- Al fin, dices algo al respecto.- enmudecí.- ¿Y...?
- Me callo porque ha sido más cómodo engañarme, Altagracia.- Dije y me miró desconcertada.
- ¿Engañarte?- preguntó confundida.
- Reformulaste en mi vida, todo lo que en algún momento creí que era amar- sonreí.- Te convertiste en todo en lo que tenía esperanzas, y ahora en todo lo que he perdido, por mi egoísmo, por mi cobardía.- Dije y ella me escuchaba con atención. Este era el momento, sino no sería nunca.- Te lo repito, no eres cualquier mujer, cuando te conocí, claramente resultaste ser todo lo opuesto a lo que me imaginé.- Soltó una leve risilla.- Tenía a la deidad en persona frente a mí, y sí, se me nublaron todos los sentidos, Altagracia, desde la primera vez que te vi, me nublaste los sentidos.- Sonreí con picardía, y rodó los ojos.
- ¡Claro! Altagracia, la loba, ¿no?- dijo con ironía, y la miré de reojo para reír por su comentario.
- ¿Me vas a dejar continuar?- rodé los ojos e hizo un ademán con la mano para que prosiguiera.- Ese día me di cuenta, que las cosas contigo serían diferentes, no serías otro caso en mi vida y ya,- le dije con obviedad, y sé que se mordió la lengua para no interrumpirme.- Empecé a buscar excusas para verte, así fuese para discutir. Tu encanto era un arma mortal, lo sigue siendo- aclaré y reímos levemente.- Conseguías hacerme sentir como un idiota, como un imbécil, y ni siquiera sé por qué sigo hablando en pasado. Cuando nada ha cambiado, Altagracia. No razono, nunca puedo razonar cuando te tengo cerca; me alejas de mí, de mis convicciones, y me pierdo a la deriva en esos ojos, que de un momento a otro se convirtieron en el farol de mi vida. Me pierdo en tus labios, en esa sonrisa que adoro, y no me permite dejar de mirarte, de admirarte.- Dije acariciando sus labios con mi pulgar.
- Después de todo, no es tan difícil responderme- comentó, y sonreí para proseguir.
- En un principio, no sé que teníamos, era un juego. Al menos de tu parte- dije y rodó los ojos.- Pero a pesar de eso, era algo especial, no eran necesarias las palabras, lo dábamos todo por sobrentendido, con sólo mirarnos, Altagracia.- Y vi que la primera lágrima corría por su mejilla, y me apresuré a secarla con el pulgar que no había dejado de acariciar sus labios.- Contigo he tenido la mala costumbre de quererte a medias, de no mostrar lo que siento ni siquiera a ti, fíjate, a estas alturas, sigues pensando que eres... ¿cómo lo llamaste? ¡ah, ya!... Mi desahogo sexual- reí y ella me observó con rareza, estaba desconcertada, aún así seguía atenta a cada una de mis palabras.- Tengo la mala costumbre de no apreciar de ti lo que realmente me importa, de arruinar las cosas, de echar en falta lo que amo, y sólo espero que, en algún momento pueda dejar de ser tan terco contigo, tan ciego, tan testarudo. Dejar de hacerte daño. Llevo una especie de corona de espinas por ello, Altagracia, puedo fácilmente tenerlo todo contigo, pero una y otra vez lo arruino.- Pausé y tragué en seco para deshacer el nudo que se estaba formando en mi garganta.- Estoy lleno de pensamientos rotos que no puedo arreglar, y contigo cometo error tras error.
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Una vida, otro sueño.
FanfictionEntre tantas mentiras y verdades, en esta montaña rusa de emociones, de situaciones, de sentimientos, confundí muchos pensamientos, dejé de saber qué era lo real y qué no lo era. No podía, no puedo confiar en mí; y necesito respirar, esclarecerme, p...