Transcurrieron un par de horas, y me fijé en mi reloj de pulsera, marcaba las 4:32 p.m. Alcé la vista y vi a Monica despierta, sollozaba en silencio. Medité la idea de acercarme, pero preferí enviarle un texto a Anthony. Sinceramente, no sabía cómo manejar aquella situación y necesitaba ayuda para ello.
Al cabo de unos minutos, un sonriente Anthony apareció en el umbral de la puerta de aquella habitación, le dedicó una mirada rápida a Monica y asintió en mi dirección. Me incorporé rápidamente del lado contrario. Ella intercambiaba miradas entre ambos, buscando una respuesta a todas sus inquietudes. Tomó una bocanada de aire.
—¿Bien? ¿Alguno de los dos por fin se atreverá a decirme qué pasa?— soltó y me tensé al instante. ¿Qué se suponía que debía decirle?
Anthony le sonrió, sacó una pequeña linterna, revisó rápidamente sus pupilas, y prosiguió a explicarle la situación. Su llanto en definitiva era más intenso, le costó asimilar sin dudas la idea de que no volvería a caminar. Mas la reconfortó pensar que su estado actual era solo temporal, sin mayor problema, aceptó el tratamiento en Houston y sonreí, por primera vez en mucho tiempo se estaba mostrando madura. Anthony abandonó la habitación y nuevamente me quedé a solas con ella.
—Gracias por estar aquí— sonrió aún entre lágrimas y le correspondí—. A pesar de todo, siempre que he necesitado tu ayuda has estado— sobé su cabello.
—Estaré aquí, siempre que lo permitas— le afirmé— pero ahora debo irme, he abusado mucho estas últimas semanas— suspiré con pesar—. Afuera están tus amigas, Isabela, Regina, la madre de Saúl, Yesenia y ya perdí la cuenta de todas las personas que quisieran ocupar en este momento mi lugar— reí y la contagié.
—Quiero ver a Yesenia— pidió y me removí incómoda en mi lugar—. Ya sé que no la soportas pero quiero verla, ¿puedes decirle que entre en cuanto te vayas?— asentí, y besé castamente su cabello para retirarme de la habitación.
No fue necesario llegar a la sala de espera. No alcancé a cerrar la puerta de habitación de Monica, cuando me topé de frente con Yesenia. Me inspeccionó, su mirada me recorrió de pies a cabeza y la fulminé con la mirada, apenas clavó la suya en la mía.
—No te quiero cerca de ella— sentencié y río con suficiencia.
—¿Y cómo vas a impedirlo?— me retó.
—No tengo por qué impedírtelo si sabes lo que te conviene, te vas a alejar de ella. Porque si ambas sabemos algo, es que tu inteligencia da para eso y para más— sonreí a modo de burla.
—Si quieres que me aleje de ella, haz algo para que eso suceda— sonrió—. No sé, como escarbar en el pasado como siempre. A fin de cuentas, siempre ha sido tu excusa predilecta— sonreí cínica, y me disponía a dejarla con la palabra en la boca.
Habían cosas del pasado que definitivamente no valían la pena recordar. Ni mucho menos quería traer a colación. No ahora.
—¿Huirás como una cobarde?—cuestionó para provocarme.
Inhalé profundo.
—Hay cosas que prefiero se queden en el pasado. Ni a ti ni a mí nos conviene que se sepan—sentencié, mientras la fulminaba con la mirada una vez más.
—¿A qué tanto le temes? Si al final quien tiene que perder algo, realmente soy yo— rebatió.
—Cállate— ordené. Volví mi vista hacia ambos lados para chequear que en efecto nadie nos estuviese viendo ni menos escuchando.
—¿Por qué no terminar con todo de una vez, Altagracia? ¿No es una buena forma de recuperar de una vez por todas a tu hija? Conseguirás que me odie, y se aleje de mí tal como quieres— me retó nuevamente.
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Una vida, otro sueño.
FanfictionEntre tantas mentiras y verdades, en esta montaña rusa de emociones, de situaciones, de sentimientos, confundí muchos pensamientos, dejé de saber qué era lo real y qué no lo era. No podía, no puedo confiar en mí; y necesito respirar, esclarecerme, p...