Verdades. (Parte I)

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Dos semanas después...

Han transcurrido dos semanas. Dos largas semanas. Estuve en observación durante tres días, afortunadamente la situación con mi bebé estuvo controlada y nada pasó a mayores.

Durante este lapso, Mónica estuvo en estado de coma inducido para que la contusión se desinflamase y dejase de hacer presión al cerebro. Su estado era crítico, aunque estaba fuera de peligro.

Anthony contactó con los mejores especialistas de Houston para el tratamiento próximo que estaba por atravesar. Por los momentos, Monica no solo estaba imposibilitada para mover sus piernas, estado que definitivamente era irreversible, si no también, se encontraba prácticamente en estado vegetal.

La lesión en la L3, le imposibilitaba por los momentos mover los demás músculos de su cuerpo, a excepción de la cabeza. Aún así, a ella no se le había sometido a ningún tipo de esfuerzos, se le había evitado en la medida de lo posible que eso ocurriese, por ello mismo, se le indujo el coma.

— ¿Lista para irnos al hospital?— escuché a mi hermana apenas cruzó la puerta de mi recámara. Asentí, Regina me dedicó una sonrisa—. Cuando volvamos debemos terminar con esto— señaló con la vista una revista de bebés.

La gran idea de mi hermana para que me distrajese este tiempo fue por fin comenzar a armar la recámara de mi bebé, indudablemente me hacía ilusión, su cara y la de Saúl que no se excluyó en ningún momento de la situación eran un poema, a pesar de la gran cantidad de trabajo siempre buscaba la manera de participar en todo lo relacionado a esa recámara y más para acosar a mi hermana con la pregunta de cuál sería el nombre de nuestro hijo, Regina prácticamente lo estaba manejando como secreto de Estado, y eso a Saúl le desesperaba. No podía evitar burlarme de la situación aunque definitivamente si tenía mucha curiosidad.

Saúl por su parte, estaba en la fundación, con todo lo de Monica, la responsabilidad de la misma había caído toda sobre él, y debía hacerle frente.

Hoy, después de dos semanas despertarían a Monica del coma, inevitablemente Yesenia estaría allí, así que me tenía que armar de valor. Mi repulsión hacia ella había crecido de una manera increíble, aun más porque no podía evitar pensar que eso era su culpa.

Después de un trayecto bastante tranquilo, arribamos al hospital, el reloj marcaban las 9:57 a.m., y la ansiedad por lo que sucedería en el día me estaba carcomiendo, como pude la mantuve bajo control. Llegamos a la sala de espera, y me encontré con un sonriente Anthony, a Lydia, a doña Azucena y, si, Yesenia. Ignoré a todos los presentes a excepción de Anthony, quien había resultado ser no sólo un doctor muy competente si no una persona bastante agradable.

— Altagracia— me saludó apenas me vio. Le dediqué una sonrisa y asentí en su dirección— ¿Lista? Necesito que firmes estos formularios para proceder— dijo y asentí dubitativa.

Firmé sin siquiera leer, no sólo por la ansiedad, si no porque desde hacía unos días habíamos hablado y discutido sobre ellos.

—¿Puedo estar presente cuando despierte?— cuestioné.

No sabía porque tenía esta necesidad tan grande de que me viese en cuanto despertara, muy probablemente no sería de su agrado, pero yo necesitaba estar allí, necesitaba de una vez cerrar decentemente este capítulo de mi vida.

Aunque eso sonase bastante descabellado, después de todo, aún habían dos Monkeys con vida, dos mal nacidos que quería lejos de ella, lejos de mí y de cualquier persona que para mí fuese importante. Aunque, mi preocupación nunca había sido Daniel, después de todo, tras nuestro último enfrentamiento, supuse que entendió, porque no habíamos vuelto a saber de él, más que se había ido del D. F. y por la misma razón, Monica y Saúl habían quedado a cargo de la fundación, y espero siguiese siendo así.

Una vida, otro sueño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora