¡Bravo, licenciadito!

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- Buenos días, dormilona.- Irrumpió mi hermana en mi recámara y rodé los ojos.- Vamos, Altagracia. Tienes que tomar las vitaminas, y comer,- me dijo abriendo las cortinas, y cubrí mi rostro con una almohada.

- Buenos días, Regina.- Contesté casi inentendible con la almohada en la cara.- Dile a Rosalba que lo traiga hasta aquí, no me puedo mover de la cama.- Le dije y me miró con desconcierto.

- ¿Cómo que no te puedes mover de la cama?, ¿te duele algo?, ¿llamo al doctor?- Me preguntó preocupada, negué con la cabeza bufando.

- No, Regina. Tranquilízate.- Le dije incorporándome en la cama.- Estoy bien, solo debo guardar reposo absoluto. Anoche...- suspiré,- Saúl estuvo aquí.- Comenté y mi hermana abrió los ojos como platos.

- ¿Qué quería aquí ahora, Altagracia? Saúl va a terminar con la poca paz que has tenido.- Me dijo notablemente molesta, y yo asentí frustrada.

- Discutimos como siempre, ¿podrás creer que tuvo el valor para venir a decirme que se va a casar con Mónica?- Comenté con ironía, y mi hermana enarcó una ceja.

- ¿Qué fue exactamente lo que pasó?,- preguntó esta vez con preocupación.

- Lo mismo de siempre.- Rodé los ojos,- todo se salió de control, y empecé a sentirme mal, Juan Carlos vino a examinarme, y me extendió el reposo dos semanas más.- Le dije.

- No es bueno que Saúl esté cerca, Altagracia. Lo sabes.- Dijo mi hermana intentando regañarme, y la observé molesta.

- ¿Al menos te has dado cuenta que es él quien siempre me busca?- Pregunté un tanto molesta.- Ya no sé qué hacer para que me deje en paz, Regina. Saúl me atormenta, me asfixia. Es una espina que no me puedo sacar, y odio pensar que a pesar de todo aún tiene control sobre mí.- Le dije hastiada.

- ¿Y qué piensas hacer al respecto?- Preguntó seria.

- Nada, Regina...- Suspiré.- Nada.- Enmudecí, y mi hermana me observaba desconcertada.

Una vez más, me sentía perdida. Una vez más, la cobardía de Saúl, me tenía divagando en el limbo. Ansiando tenerlo conmigo, pero muy consciente de que no pasaría. Lo único que tenía claro en mi mente, era que mi bebé sería por lo único que me preocuparía, por su bien, necesitaba dejar a Saúl de lado, necesitaba estar tranquila, cuidarlo, velar porque se desarrollase sano. Al menos, ello mantendría mi mente ocupada en algo que no fuese... él.

******

- Por enésima vez, ya te dije que no me asfixies con tus preguntas, Mónica.- Le dije hastiado, ante la discusión que estábamos sosteniendo desde la mañana.

- ¿Asfixiarte con mis preguntas?- Bufó irónica.- Desde anoche, sólo quiero que me digas la verdad, dónde estabas. Es muy difícil responder eso.- Enarcó una ceja, cruzándose de brazos.

- Y desde anoche, te estoy diciendo lo mismo... ¡Fui a tomar unos tragos!- Le escupí.

- ¿A sí?- Sonrió irónica.- ¿Con quién? ¿Con Lopecito?- Continuó.- Sólo que me imagino que habrá sido con su clon, porque Lopecito y Valeria anoche fueron a cenar juntos.- Dijo con obviedad, y restregué mi cara con frustración.

- ¿Qué es lo que quieres escuchar, Mónica?- Pregunté fastidiado.- Que la fui a ver a ella. Pues sí, estuve con Altagracia. Necesitaba saber cómo estaba mi hijo, si le hacía falta algo, si todo estaba bien.- Le dije elevando el tono de voz.- Entiende algo, Mónica. Aunque quisiera no puedo romper lazos con Altagracia, mi hijo está de por medio.

- ¿Y nuestro hijo qué?- Me reclamó.- No te importa, ¿piensas que esto no le está afectando a él también?- Dijo con lágrimas en los ojos.

- Nuestro hijo también es importante,- le dije calmo.- Pero entiende algo, tú estás saludable, ella me necesita, Mónica. Su situación es complicada.- Le expliqué pero fue inútil, se alteró más.

Una vida, otro sueño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora