— ¿Qué sucede, Altagracia?- me preguntó desconcertado al notar mi semblante serio.
Tragué seco. Había meditado muchas veces estos dos días, platicarle a Saúl sobre la visita de Braulio pero aún tenía mis dudas. Él era muy impulsivo, y sobre todo recto. Imposible pedirle que no incluyera a la polícia en todo esto.
Me paralizaba ante la idea de cómo reaccionaría, mas no temía por mí, temía por él. Braulio conocía mucho de mis puntos débiles y si de algo estaba segura es que no dudaría en hacerle daño.
— ¿Altagracia, qué pasa?- insistió Saúl ante mi silencio.
— Saúl, yo...- logré articular, pero escuchamos a Rosalba llamar a la puerta. ¡Jffff! Salvada por la campana, solté el aire que ni siquiera sabía que estaba conteniendo- Pasa, Rosalba- le ordené.
— Doña, disculpe los interrumpa.- Habló Rosalba notoriamente nerviosa-. Pero es que la señora Regina llegó hace un momento, hecha un mar de lágrimas, y me pidió que viniera por usted.- Saúl y yo cruzamos miradas completamente sorprendidos.
— ¿Cómo que mi hermana está aquí? Se supone que Regina no regresaría de la luna de Miel hasta dentro de una semana.- Fruncí el ceño confundida.
— No lo sé, Doña- se encogió de hombros- ¿Qué quiere qué haga?
— Prepárale un té, Rosalba- ordené-. Dile que en un momento bajo- Dije, asintió y se retiró-. Mi amor, nuestra plática tendrá que esperar.- Comenté a Saúl que no había emitido palabra desde hacía un rato. Lo vi asentir, besé castamente sus labios y me retiré a cambiarme rápidamente para bajar.
Estaba realmente anodada por la presencia de Regina en la casa, pensé una y mil posibilidades para su prematuro regreso pero no las encontré. O al menos creo que no estaba ni cerca de imaginarlo. Terminé de cambiarme y encontré a mi hermana sentada de espalda a las escaleras. Me acerqué con cuidado y posé mi mano en su hombro, Regina se levantó inso facto y me abrazó, lucía afligida, pero por encima de ello, estaba ¿furiosa?
— ¿Qué sucedió?, ¿por qué estás aquí?- le pregunté aún extrañada. Sollozó y bufó.
— Felipe, eso me pasa... Felipe- me respondió molesta y entrecerré los ojos con notable confusión.
Lo que sea que haya sucedido entre mi hermana y el imbécil de Felipe tenía que haber sido muy grave, como para que haya regresado antes de la fecha, bañada en lágrimas y vuelta una bola de furia. Me preocupaba, nunca había visto a mi hermana tan mal, ni siquiera cuando el padre de mi sobrina la abandonó.
— ¿Puedes creer que me dejó sola en medio de la luna de miel porque al señor Presidente le provocó nombrarlo como nuevo Secretario de Desarrollo Urbano?- me dijo notablemente molesta.
— ¿Que a Felipe qué?- le cuestioné sorprendida.
— Lo que escuchaste, y en otras circunstancias estaría orgullosa de él, pero no entiendo, ¿por qué diablos no pudo decir que en este momento no podía hacer acto de presencia en el Secretariado?- siguió reprochando-. Es que, es que...- hipeó-. Puso un maldito cargo por encima de mí, que soy su esposa, ¿tienes idea de cómo me siento?- tomó asiento en el sofá realmente frustrada.
La noticia que acababa de recibir me tenía un tanto fuera de órbita. No podía ser posible que al inútil de Felipe, lo hubiesen nombrado Secretario de Desarrollo Urbano. ¿Por qué? No entendía, me parecía irreal. La persona que más me detestaba, ocupaba precisamente el cargo que por años había manejado a mi antojo; y si de algo estaba segura, era que no tardaría en hacerme sentir su poder.
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Una vida, otro sueño.
FanficEntre tantas mentiras y verdades, en esta montaña rusa de emociones, de situaciones, de sentimientos, confundí muchos pensamientos, dejé de saber qué era lo real y qué no lo era. No podía, no puedo confiar en mí; y necesito respirar, esclarecerme, p...