Aparentemente, estaba en un estado neutral, detallando la escena desde la cima de las escaleras, no reaccionaba, mi mirada estaba clavada en el pie de las mismas, más específicamente, en la persona que yacía junto a ellas. Mi hija. Una oleada de recuerdos me abrumó, y la ocasión en la que la reparé al final de ese barranco, gracias a la desmedida violencia de Gabino, me abrazó de golpe. Una fina tela de lágrimas cubrió prontamente mis ojos.
El corazón estaba a punto de abandonarme.
El pánico y la angustia se apoderaron de todo mi ser. Mi corazón latía a mil por horas, y un vacío que me ahogaba ocupaba mi estómago. La realidad me golpeó de pronto. Mi hija, era mi hija quien estaba tirada al pie de las escaleras. Bañada en sangre, inconsciente, desprotegida, a la intemperie.
Intercambié miradas con Saúl, quien me observaba despavorido, aún sin reaccionar al igual que yo.
— Mónica— susurré entre un sollozo casi inaudible.
Saúl reaccionó ante mi voz; rápidamente bajó las escaleras para socorrerla. A la velocidad que me permitieron mis casi treinta y un semanas de embarazo, descendí por ellas.
Observé a Saúl, quien estaba perplejo ante lo que veían sus ojos. Volvió su vista hacia mí y su rostro lucía totalmente desencajado. El miedo, la angustia y la desesperación que sentía hace unos instantes, por un momento fueron reemplazados por desconcierto y sorpresa. ¿Una botarga? Fruncí el ceño notablemente confundida o más bien, ¿decepcionada? ¿Qué significaba aquello?
Él estaba dolido, desconcertado pero por encima de todo, furioso. Sus ojos chispeaban de la ira tan profunda que estaba sintiendo. No estaba en sí. Eso era evidente.
— ¿Qué diablos significa esto?— rebatió.
Tragué en seco.
Una parte de mi ser no podía creer lo que estaba pasando. Era todo una farsa. Todo este tiempo habíamos vivido al filo de una mentira, una entre tantas más. Su enojo era perfectamente comprensible, su frustración y su decepción tenían toda la razón de ser.
A fin de cuentas, lo había engañado.
Estaba en blanco, no sabía qué decir, ni mucho menos qué pensar de aquello.
— No hay tiempo para explicaciones ahora, Saúl.— dije intentando asimilar todo— ¡Llamen a una ambulancia!... ¡Ya!— ordené incorporándome a un lado de Mónica.
Saúl se hizo a un lado con la botarga en la mano. Aún no podía creer que ella hubiese sido capaz de hacer algo así. Ni en mis más oscuros y retorcidos pensamientos, hubiese logrado imaginar a Mónica maquinando una situación como aquella.
La reparé completamente, chequeando principalmente que siguiese respirando. Un pequeño charco de sangre rodeaba su cabeza, y una evidente cortada en su ceja destilaba gotas de sangre sin parar.
La desesperación me abrumada.
— ¿Dónde está la maldita ambulancia?— grité exasperada.
Mónica seguía inconsciente. Saúl no había sido capaz de volverse a acercar, solo chequeaba junto con Matamoros sí el equipo de paramédicos se aproximaba. Pero nada. Sabía que, estaba siendo egoísta con él en ese momento, mi atención solo se centraba en ella.
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Una vida, otro sueño.
FanfictionEntre tantas mentiras y verdades, en esta montaña rusa de emociones, de situaciones, de sentimientos, confundí muchos pensamientos, dejé de saber qué era lo real y qué no lo era. No podía, no puedo confiar en mí; y necesito respirar, esclarecerme, p...