Capítulo 3.

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      Mis padres me adoptaron cuando tenía 5 años en Ucrania y, años antes, a Fran, nacido en Bielorrusia. Desde el primer momento en el que empecé a vivir con ellos y ser consciente de las cosas, sabía que no eran mis padres de sangre, pero eso me es indiferente pase el tiempo que pase.

Son mi familia, los que me han criado y me han visto crecer.

        Meses antes de cumplir los dieciocho, les pedí como regalo de cumpleaños si podía conocer a aquellos padres que me dieron en adopción, ya que desde que me adoptaron han estado enviándole mensajes e imágenes mías para mantenerlos al día hasta mis dieciocho.

        Dos semanas y media después de ser mayor de edad, volé junto mi padre a Ucrania, viendo en primera persona a la mujer que me dio la vida y su ex marido, quién es mi padre de sangre. Aquel día conocí el motivo por el que no quisieron que estuviese junto a ellos, y es que en aquel momento no disponían de los medios suficientes para poder cuidarme, así que me dieron en adopción.

Querían que fuese feliz de cualquier manera posible.

      Mis padres adoptivos, a pesar de vivir en España y aprender la lengua de la península, quisieron que también pudiese hablar el idioma que predominaría en mi día a día si no estuviese con ellos.

No querían que olvidase mis raíces.

         En ningún momento me he sentido excluida por ser adoptada;es más, me he sentido más en casa que nunca. No puedo describir con palabras como me siento respecto al afecto y cariño que me dan mis padres de sangre y los adoptivos.

-¡Esther, ven aquí! - Fran me llama y yo giro la cabeza, escuchando su voz desde el pasillo.

Resoplo.

-¿Qué quieres?

        Me acerco al salón y le veo junto a mi madre sentados en el sofá, lo que me hace fruncir el ceño por dos motivos: supuestamente está unos días con nuestro padre y debería estar ahora trabajando.

-He conseguido, por fin, la nacionalidad de allí- me dice, abrazándome al instante mientras yo, sin todavía comprender a que se refiere, le abrazo de vuelta.

-¿Qué nacionalidad? ¿La de Bielorrusia? -asiente, mirándome a los ojos de una manera que da a ver lo contento que está. Sonrío - Enhorabuena.

       Fran hacía bastante tiempo que quería irse a pasar medio año allí junto su familia de sangre, pero debido a no tener la nacionalidad, corría el riesgo de que le deportasen y volviese a España.

-¿Y cuándo te irás? - pregunto, algo entristecida porque mi hermano estará lejos de mi durante seis meses.

-Hemos de ir ahorrando para ir.

Frunzo el ceño.

-¿Hemos?

Me coge de las manos, mirándome fijamente.

-Somos familia, Esther. Yo he conocido a la tuya, ahora tú la mía.

***

-¡Esther! - mi nombre sale de sus labios llamándome, pero estoy lo bastante lejos para hacer como que no le he escuchado.

        Víctor corre hacia mí, pero yo me meto en el primer baño que encuentro y cierro la puerta con pestillo.

-¡Esther, por Dios!

-¡Déjame en paz, Víctor!

         El chico de pelo negro me espera al otro lado de la puerta mientras yo dejo mi cartapacio y la mochila sobre el retrete, mirándome al espejo por unos segundos.

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