–Vale, adiós —miro a través de la ventana, observando el sol en los más alto—. Te quiero.
Doy una mirada rápida a todo mi cuarto, observando el enorme desastre que hay formado con ropa por la cama y la silla, también en el escritorio.
Me acerco a la ventana, moviendo la cortina y observo en fantástico día que hace hoy después de unos intensos días en los cuales no paraba de llorar. Fran me habla al otro lado de la línea, despidiéndose mientras me informa sobre cuándo tengo que ir a verle.
Honestamente, echo realmente de menos tenerlo aquí y justamente en estos momentos cuando nuestra madre se encuentra en esta situación. El vínculo que tengo con mi hermano es, en gran manera, tan fuerte que incluso no hace falta que digamos nada para que el otro sepa lo que está sucediendo.
Y, por muchas veces que hayamos discutido y casi nos hayamos dejado de hablar, el estrecho lazo que tenemos al igual que casi el mismo carácter, nos ha llevado a tragarnos el orgullo y hablar las cosas bien claras para solucionarlas.
Lo que más me duele de todo es que Fran no es consciente de lo que está sucediendo con Diego, a lo cual le tengo demasiado miedo. Y no porque esté saliendo con alguien, sino por el hecho de con quién estoy saliendo.
–Mamá es fuerte, ya lo sabes —su voz suena tranquila, pero a pesar de eso yo sé que no se encuentra en ese mismo estado, aún más estando a miles de kilómetros de nosotros—. No te preocupes, Esther, de verdad. Ya sabes que estoy aquí por si quieres desahogarte, ¿verdad?
–Sí, lo sé —me doy la vuelta, optando por empezar a recoger la ropa que se encuentra encima de mi cama, colocando el teléfono entre mi hombro derecho y mi oreja—. Yo solo... No quiero que vuelva a pasar como con papá, Fran. No han pasado ni dos meses ya y otra cosa vuelve. ¿Acaso estamos malditos?
–Si supiera la respuesta te la diría, niña —usa el apodo con el que me llamaba de pequeña—. La cuestión es que no debemos dejar que esto nos supere, ¿sabes? En plan, debemos mostrar fortaleza y apoyo a mamá, e intentar evitar que se hunda porque es lo menos necesario ahora mismo.
–Sí, lo sé, pero es que pienso en que vuelve a pasar y... —tomo el teléfono en la mano, dejando de lado la ropa. Observo el armario—. Yo no podría soportarlo, Fran, es demasiado.
–No pienses de manera negativa, niña, que así solo traes malas vibras —puedo imaginármelo ahora mismo con su ceño fruncido y una mano apoyada en las caderas—. Sé positiva, el cáncer no se encuentra en el peor estado y la hemos ayudado para que pueda pagar el tratamiento, el cual conseguirá pasar y podrá recuperarse.
Asiento, aunque no me vea.
–Te echo de menos —murmuro, sentándome en la cama—. Gracias por esta charla, me ha animado mucho, de verdad.
–Yo también te echo de menos, niña
Hablamos de manera amena durante un tiempo más hasta que tiene que irse ya que ha quedado con sus padres biológicos para ir a cenar. Y, a la hora de la despedida, no puede evitar romperse a llorar porque no hemos parado de hablar a cerca de la enfermedad de nuestra madre y la muerte de nuestro padre.
–No deberías tener presencia de estas cosas —murmura, desde el otro lado de la línea, sorbiéndose la nariz—. Tengo que ser fuerte para ti y no hacerte ver que estoy mal.
–No puedes ocultar lo que realmente sientes, Fran, y no está mal dejarlo salir todo. A veces, incluso es realmente necesario, ¿sabes? —dice algo al otro lado pero no le llego a oír— ¿Crees que alguna vez lo superaremos?
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Lo último que recuerdes.
RomanceEsther nunca ha querido u amado a alguna de sus parejas, pero Diego sí. Él ha entregado su corazón ocasionando que se lo rompan, y ella ha roto el de los demás. Pero... ¿Qué pasaría si un día tuvieses sentimientos por el mejor amigo de tu madre? ...